Ganar una Copa del Rey debe ser magnífico, levantar una Liga seguramente es tremendo, proclamarse campeón de una UEFA Champions League debe ser mágico y ganar un Balón de Oro debe causar una emoción incontenible.
Hablamos al aire, porque no sabemos que sentimientos despierta conseguir los títulos mencionados, pero de lo que sí estamos totalmente seguros es que nada, absolutamente nada, se compara con ganar una Copa del Mundo. No necesitamos haberla levantado para saberlo. Ser campeón del mundo no se compara con nada.
¿Pero por qué ser campeón del mundo es algo que no se compara con nada? Porque es cumplir el sueño de muchas personas, dijo Beckenbauer. Porque cuando lo consigues tocas el cielo con las manos, confesó Maradona. Porque es alcanzar la gloria, contestó Pelé.
Lionel Andrés Messi Cuccittini, el genio más grande de nuestra época, tendrá la oportunidad de cumplir el sueño de muchas personas como lo hizo Becenkbauer, podría tocar el cielo con las manos como Maradona y podría alcanzar la gloria como Pelé, pero más allá de eso tendrá la oportunidad cristalizar el sueño con el que comenzó todo.
El sueño con el que un niño nacido en Rosario con problemas de crecimiento emprendió un viaje a España para convertirse en futbolista profesional. El sueño que le hizo negarse a la Selección de España cuando parecía que no sería considerado por la selección en la que quería jugar y el sueño que lo ha impulsado a seguir en la lucha a pesar de las críticas que ha recibido cuando se pone al albiceleste.
El día más importante en la carrera de Lionel Messi ha llegado, y no lo decimos porque si gana la Copa del Mundo muchos lo pondrán a la altura de Pelé o Maradona, tampoco porque Argentina estaría levantando su tercer Copa del Mundo, lo decimos porque es el día en el que puede cumplir su sueño. El sueño con el comenzó todo.