Demeritar, cuestionar, ofender y atacar son acciones que muchas personas que afirman amar al fútbol hacen cada vez con mayor frecuencia. El ‘aficionado’ actual se ha visto envuelto en un entorno en el que ha olvidado que la esencia del fútbol es DISFRUTAR. Cuando vas a un estadio o te sientas frente a un televisor para ver a jugadores como Cristiano Ronaldo o Lionel Messi lo único que tienes que hacer es DISFRUTAR. No es muy complicado, solamente hay que DISFRUTAR. He ahí la clave.
Aceptar la calidad o la grandeza de un jugador del equipo rival se ha convertido en un pecado, decir que tu equipo fue superado es algo digno de penitencia, aceptar que el equipo de tus amores atraviesa una crisis es una traición, emocionarte con el gol de un equipo al que no alientas es inadmisible, disfrutar del deporte más hermoso sin discutir es no tener pasión.
El aficionado apoya, el fanático revienta. El aficionado se centra en su equipo, el fanático se centra en el rival. El aficionado disfruta la victoria y acepta la derrota, el fanático se burla en la victoria y se excusa en la derrota. El aficionado disfruta la victoria de su equipo, el fanático disfruta la derrota del rival. El aficionado reconoce, el fanático se niega.
Salvo los resultados/números, en el fútbol no existe lo absoluto; todo es relativo, cuestión de percepción, ¿se imaginan lo aburrido que el fútbol y la vida misma sería si todos pensáramos exactamente lo mismo? Comparemos, compartamos y debatamos, pero por sobre todas las cosas DISFRUTEMOS.
Recomendamos hacerlo. Un fanático solo disfruta cuando su equipo juega bien, conquista un título o su jugador favorito marca, mientras que un aficionado lo hace cuando todo lo anterior sucede y, además, cuando cualquier otro equipo/jugador hace cosas dignas de ser reconocidas.
«Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es casi incurable», decía Voltaire. El fútbol lleva rato enfermo, Invictos. Todos tenemos la cura…