Eliminados de la Copa Oro 2017 por una Selección de Jamaica que replegó 90 minutos y encontró su gol en un tiro libre. El DT, el principal señalado. Nada cambia. Amarga y encabrona la forma en la que se cae, pero el análisis no solo debe ser superficial.
Cambiar al entrenador es el camino fácil. El camino de siempre. El camino que hemos recorrido por décadas y que, ¡sorpresa, sorpresa! no nos ha permitido avanzar. Igual esto no es lo único que nos ha frenado. El problema de México es de fondo. De raíz. Y todos, sí todos, somos parte de que no exista un proyecto sólido.
El 23 de julio del 2017 nos hemos dado cuenta -o hemos confirmado- que en México no hay para hacer dos selecciones. ¿Por qué? Porque la baraja de jugadores no es amplia debido a que, en nuestro campeonato, no se dan muchas oportunidades a los talentos mexicanos (sí, sí hay mucho talento). Y en ese punto, no solo los directivos y los dueños tienen responsabilidad, TODOS tenemos que ver.
Esto es un circulo vicioso.
Hoy, nos quejamos de que no hay jugadores mexicanos de calidad, decimos que hacen faltan oportunidades y cargamos contra la regla 10/9 (o 9/9). Mañana, la mayoría estará pidiendo bombazos del extranjero, querrá resultados inmediatos en su equipo (porque qué tragedia no estar en una Liguilla por jugar con puros chavos) y no tendrá ni una pizca de paciencia con los pocos jóvenes que están teniendo actividad (basta con leer los comentarios cuando algún club se sale del script y le da continuidad a un juvenil).
No, no estamos defendiendo a los dueños del balón (ellos tienen muchísima responsabilidad porque siguen sin darse cuenta que, si nos va bien en lo deportivo, el tema económico le acompañará) y no estamos sugiriendo que se apueste por puros mexicanos sin importar su nivel. Estamos apuntando una realidad: todos somos responsables de que en este país no se pueda hacer un proyecto desde la base.
«¿Qué ha pasado con los campeones del mundo, Invictos?», leemos en redes sociales. Algunos no tuvieron el equilibrio emocional -y calidad futbolística- para dar consolidarse, pero muchos otros -la mayoría- se quedaron estancados porque nunca tuvieron oportunidades de los DTs/dueños, quienes, pensando en su trabajo/presión/negocio, prefirieron apostar por ‘jugadores de experiencia’ (extranjeros, por lo general).
Muchos en México reclaman dónde están los jóvenes que brillan en torneos internacionales. Y los que lo hacen suelen ser los mismos que, una vez que comienza la Liga MX, los quieren fuera del XI titular de su equipo si comienzan a fallar (cosa normal en cualquier jugador que inicia su carrera profesional).
No se trata de no criticar o no opinar, se trata de entender que los futbolistas deben llevar un proceso. A algunos les alcanzara y a otros no, pero acá, los pocos que se abren camino, no solo tienen que ganarse un puesto en su equipo compitiendo con muchos extranjeros, también tienen que ganarle a un entorno hostil (aficionados y medios).
Imaginen a Diego Lainez despertando y abriendo sus redes sociales (después de dar destellos de su calidad en sus ¡¡primeros partidos!! como profesional), leyendo burlas, memes y comentarios que solo buscan joder. Todo eso ya está en la cabeza de un adolescente de 16 años, quien, pese a mostrar que tiene calidad, es motivo de comentarios destructivos. En USA y Alemania, Christian Pulisic, tras sus primeros partidos (no tan sólidos como los que hace hoy en día), leía elogios y mensajes de motivación para seguir desarrollándose.
No estamos diciendo que debemos ser porristas, aplaudirlos siempre y decirles que sí a todo, pero ¿cómo vamos a exigir más jugadores mexicanos extraordinarios si se carga contra ellos desde que pisan una cancha de Primera División?
➔ Pedimos más jugadores mexicanos, pero nos indigna que les den minutos si eso significa poner en riesgo la clasificación de nuestro equipo a la Liguilla del fútbol mexicano.
➔ Pedimos oportunidades para los jóvenes, pero se les revienta tras sus primeras fallas.
➔ Pedimos un proyecto sólido, pero no se tiene nada de paciencia. Al primer fracaso o racha de derrotas, queremos su cabeza (sí, porque hoy quizá la situación de Osorio sea más complicada, pero hay gente que lo quiera fuera desde antes de lo que pasó ante Chile).
➔ Pedimos que se rompa la regla 9/9, pero si vemos a chicos con descaro y condiciones distintas, la reacción del mexicano (que no es seguidor del equipo del juvenil) es de burla, desprestigio y demérito.
La claridad no solo falta en la cancha, también fuera de la misma.
No nos definimos.
¿Qué carajos queremos en nuestro fútbol mexicano?
¿Queremos una Liga competitiva a coste de lo que sea? ¿Queremos ser una Liga formadora de talentos? ¿Queremos que surjan muchos talentos mexicanos y tener una buena Liga? La respuesta que suponemos están pensando todos es: ‘queremos una buena Liga, pero que no se prive de minutos a los futbolistas mexicanos que vienen empujando desde la cantera’.
Bueno, pues para lograr ese EQUILIBRIO se necesita un PROYECTO. Y para que los proyectos entreguen resultados se necesita planeación, trabajo, tiempo y mucha paciencia.
En vez de estar postulando entrenadores para sustituir a Osorio y pedir la cabeza de todos los nombres directivos que se nos vengan a la mente, trabajemos para que esto cambie desde la base.
* Pongamos restricciones para los extranjeros. Que se permitan 3-4 en un XI titular y que cumplan con requerimientos de calidad para llegar a la Liga MX (como pasa en Ligas Europeas). *Establezcamos reglas para que los clubes tengan que jugar con 6-7 mexicanos y, que de ellos, 2-3 sean U21 (menores de 21 años); esto con el objetivo de darle salida a los que vienen empujando de fuerzas básicas. * Y seamos pacientes.
¿Penoso quedar eliminados ante Jamaica? Sí. Y más penoso es querer obtener resultados distintos haciendo lo mismo. Y aún más penoso es reventar al que pretende hacer algo distinto (con trabajo) porque no hace lo que despertó las inconformidades iniciales (ayer se hablaba de falta de variantes, hoy de las rotaciones).
Reflexionemos, Invictos.
Mañana Osorio se puede ir al carajo y las cosas no cambiarán. Pasado mañana podemos llegar a un quinto o sexto partido de un Mundial y las cosas, aunque no lo parezca, tampoco cambiarán (¿qué ha pasado con los títulos que hemos alcanzado en selecciones con límite de edad?). El cambio debe ser de estructura, pero también de cultura deportiva.
No se trata de no exigir. Por supuesto que se debe exigir, pero las exigencias deben tener una relación directa con el trabajo y los objetivos. ¿Cómo exigir títulos y trascendencia si nadie, absolutamente nadie, coopera para que haya un cambio estructural en el fútbol mexicano?
Si bien el fútbol no es física nuclear, los resultados tampoco llegan producto de la casualidad. Si no se tiene un proyecto sólido, si no se trabaja y si no hay un respaldo/paciencia, es inocente creer que se tendrá el éxito al que todos aspiramos.
No sólo estamos hundidos porque Osorio rota o porque los dueños sólo piensan en el dinero, estamos hundidos porque no hay análisis, no hay autocrítica y no se tiene bien definido lo que queremos ser. Hasta que todos los que, de una u otra manera, estamos vinculados con el fútbol no aceptemos nuestra responsabilidad y verdaderamente definamos lo que queremos, seguiremos con triunfos aislados e ilusiones pasajeras.
Cerramos con una frase de uso popular a la que le hicimos algunos ajustes: “El único lugar donde el éxito viene antes que el trabajo -bien estructurado- es en el jodido diccionario. Solo ahí».