Su padre, aficionado del Atlético de Madrid, le heredó el amor por el fútbol. El estadio Vicente Calderón fue el primer inmueble que visitó para presenciar un partido del deporte más hermoso del mundo. Seguidor del Atleti, pero más tarde sus colores cambiarían. Su ídolo y máximo referente era el portugués Paulo Futre, quien jugó en el Atlético de Madrid por 5 años (1987-1993).
Creció en una familia humilde, pero nunca faltó un balón. El mejor jugador, con mucha diferencia, de su colegio. En la calle, pasaba horas jugando y también era el chico más adelantado de todos. Su padre fue su principal impulsor y, al ver sus cualidades futbolísticas, le recomendó inscribirse en equipos formales.
Con 11 años de edad se unió al equipo amateur de su barrio natal, el C.D San Cristóbal de los Ángeles. En el equipo sólo aceptaban jóvenes mayores de 13 años, por lo que tuvo que mentir sobre su edad para poder jugar. Su nombre en el equipo era Dani y en su ficha oficial salía la fotografía de un chico que utilizaba anteojos.
Era más joven que el resto, no le importaba, solamente quería jugar. En ocasiones, en los partidos, sus compañeros lo llamaban ‘Dani’, para continuar con el engaño y él no respondía. A pesar de ser el más chico era el futbolista más destacado. Goleador en todos los torneos infantiles en los que participó jugando en la banda izquierda.
“Mientras jugaba para el San Cristóbal, mi primer nombre futbolístico fue Dani. En mi ficha oficial salía con gafas en la foto, no me quedaba otro remedio que falsificar mi edad para poder jugar”, confesó.
Tiempo después pasó a las categorías inferiores del Atlético de Madrid, donde rápidamente se posicionó como el mejor futbolistas juvenil del sistema colchonero. El club de la capital de España cerró sus divisiones menores por un tiempo y este chico tuvo que buscar cabida en otro equipo. Real Madrid fue el equipo que lo incorporó a sus filas.
‘Dani’, años más tarde, se convirtió en el máximo goleador histórico del Real Madrid y uno de los mejores goleadores de la historia.