Velocidad, potencia, dinamismo, puntería y regate. Ronaldo Luís Nazário de Lima tenía absolutamente todo lo que cualquier delantero necesita para romper cualquier liga del mundo. Y eso precisamente fue lo que hizo el astro brasileño en sus 18 años de carrera profesional.
Se formó en Cruzeiro; la consolidación llegó en PSV; su monstruosidad se puso de manifiesto en el FC Barcelona; la rompió en Internazionale y en el Real Madrid; se dio el lujo de jugar en AC Milan; y colgó los botines en Corinthians.
A pesar de que en todos los clubes en los que jugó y en la Selección de Brasil marcó goles en cantidades industriales, hubo una anotación que lo marcó. ¿La razón? Pocas veces se le hizo tan difícil perforar la portería rival.
“El gol más difícil que he marcado ha sido con el Barça y frente al Compostela. Ese fue un gol muy difícil. Tú no ves goles así todos los días», dijo el histórico futbolista en entrevista con Sports Illustrated.
El FC Barcelona visitaba al SD Compostela en el estadio de San Lázaro en la jornada 7 de la liga 1996/97. El partido no presentó ninguna complicación para la escuadra culé -ganaron 1-5- pero en este cotejo se pudo ver una obra de arte que marcó un joven brasileño que había llegado a España para convertirse en uno de los mejores delanteros del mundo. Le decían Fenómeno.
En el minuto 35 de la primera parte, con una victoria parcial de 0-2 para el FC Barcelona, Ronaldo tomó un balón dividido desde su propio campo y decidió a hacerse presente en el marcador. Soportó un jalón de Chiba, superó por velocidad a José Ramón, destrozó la cintura de Amaral y selló su joya con un remate raso que dejó sin oportunidades a Fernando Peralta. Una pasada.
Lo que hizo en territorio gallego fue un adelanto de lo que se vería el resto de su carrera. Una confirmación de que el mundo entero estaba disfrutando de un delantero especial, un futbolista que dejaría un legado que perduraría por siempre.