Con 32 años de edad, el guardameta Jefferson está a punto de disputar su primera Copa América como titular en la Selección de Brasil. El cancerbero del Botafogo nació en Sao Vicente, municipio de Sao Paulo con muchas carencias. Estuvo muy cerca del peligro, delincuencia y drogas, pero el fútbol lo salvó…
Previo al arranque de la competencia más importante a nivel selecciones, de Olivieira confesó que, en su infancia, robaba supermercados y estuvo muy cerca de la droga. Jefferson asegura que todas esas experiencias le sirvieron para replantearse su vida y tomar buenas decisiones.
“Yo tenía un amigo que prácticamente era mi hermano. Y gracias a Dios también encontró su camino. Cuando íbamos juntos robábamos en supermercados y también entrábamos en casas ajenas. Por entonces Cristian (su amigo), ya consumía drogas y me mostró la cocaína, droga que yo no conocía. Cuando observé la droga me vino un pensamiento: ‘él es mi hermano, pero debo seguir mi camino’. Desde entonces he tomado las decisiones correctas en la vida”, confiesa el jugador de Botafogo.
Jefferson logró salir de ese estilo de vida y, Cristian, también lo consiguió, pero lamenta que no todos puedan correr con la misma fortuna. Hoy, tras 14 años como jugador profesional, le agradece al fútbol por permitirle vivir una vida que nunca imaginó.
“Todos merecen una segunda oportunidad. La gente debe ir directamente a la raíz del problema. En estos días, por desgracia, vemos a niños de doce años contando crímenes y robos. Va mucho en la sociedad y la familia”, finalizó.