Un obrero que jugaba en quinta división, un portero que tenía más cesiones que partidos disputados, un central de segunda división de Inglaterra, un mediocentro desconocido, un mediapunta de la segunda división de Francia y descartes de otros equipos ingleses. Ranieri los tomó, los hizo creer, les brindó confianza, los trabajó y los hizo CAMPEONES de la Premier League.
Queremos creer que, detrás de la destitución, hay una historia que el mundo no conoce. Y es que sólo una diferencia irreconciliable con la mayoría de los jugadores nos ayudaría a asimilar que la directiva del Leicester City haya optado por despedir al italiano Claudio Ranieri como director técnico.
De no existir esta diferencia, no entendemos nada. Cierto, el equipo está a un punto de la zona descenso y el funcionamiento está lejos de lo que se podría esperar, pero aún había tiempo/margen de trabajo para levantar lo que ocurre en la Premier League y seguir ilusionándose en su primera UEFA Champions League.
Leyendo el comunicado de la directiva nos encontramos con dos puntos clave: realmente creen que haber mantenido a Ranieri atentaba contra sus intereses a largo plazo y consideran que el cambio en la DT era necesario para maximizar las posibilidades de que el equipo mantenga la categoría en Inglaterra.
Dejando de lado nuestra hipótesis de que hubo un conflicto más profundo (seguimos creyéndolo, pero no lo comunicaron en su informe), nos parece increíble que los dueños del club estén convencidos de que el DT que los llevó al éxito que nunca imaginaron y los puso en el mapa a nivel mundial no sea el ideal para seguir luchando en lo que queda de temporada.
Probablemente el temor de todo -dinero- lo que pueden perder si su club desciende los haya nublado, no lo sabemos. Pero lo que sí tenemos claro es que, si no hubo ningún problema con los jugadores, no hay motivo deportivo para no confiarle tu equipo al hombre que hizo posible lo que, hasta hace unos meses, parecía imposible.
Coincidimos con los que dicen que no se puede vivir del pasado, pero hacer un poco de memoria invita a la reflexión y baja las revoluciones ante, lo que puede ser, una decisión precipitada. Repasar lo vivido te hace recordar de lo que fuiste capaz y tenerlo presente te puede ayudar a ajustar.
En este caso, el ejercicio era fundamental porque lo que hizo Ranieri no sólo fue ganar. El italiano unió a un grupo de jugadores desconocidos/rechazados y lo convirtió en un equipo. Los hizo creer. Y demostró que con trabajo, esfuerzo, dedicación y confianza cualquier cosa, sin importar lo loca que suene, es posible.
Sólo en Leicester saben -y sabrán- la verdad sobre lo que, a la distancia, parece un escupitajo al DT que comandó la hazaña más épica en la historia del fútbol. El mundo, por otra parte, se tendrá que ‘conformar’ con las enseñanzas que dejó el cuento de hadas de los Foxes de Claudio Ranieri.
El legado del italiano va -mucho- más allá del título de Premier League, ya que, además, de cambiar la vida de muchos de sus jugadores, cambió la percepción/visión de muchísimas personas alrededor del mundo. El equipo de Ranieri dio esperanza. Porque los que en algún momento no eran lo suficientemente buenos, también pudieron tocar el cielo con las manos.
Fuchs: «Claudio tenía fe en nosotros. Nos dio libertad. Una vez que la temporada comenzó y estábamos teniendo buenos resultados, no paraba de bromear. Creo que Claudio se adaptó a la personalidad de nuestros jugadores. Sabía cómo reírse de sí mismo, lo que es raro para un entrenador de fútbol. Fue una buena lección para mí».
El fútbol y sus mandatorios pueden no tener memoria, pero los que seguimos el deporte con tanta pasión siempre podremos apelar a ella. Y mientras lo hagamos, historias como las del Leicester de Ranieri, prevalecerán por siempre…