A nivel deportivo no hay manera de verlo positivamente. Cierra su ciclo en Europa para llegar a una Liga que, aunque está creciendo, sigue siendo menor y se aleja del fútbol de máxima exigencia en el mejor momento de toda su carrera profesional.
Jonathan no se va de Europa por la desesperación/frustración que genera la falta de oportunidades, sino que se marcha con el status de titular en el Villarreal y luego de haber entregado sus mejores partidos a nivel internacional con el TRI. Porque, sí, estamos refiriéndonos al mejor futbolista azteca de la pasada Copa Confederaciones.
Por su edad, por su calidad, por su estado de forma actual, por la diferencia entre las competencias que disputará y por tratarse de la temporada previa a una Copa del Mundo, la decisión, a nivel deportivo, no puede ser positiva. El contexto se presta para que Jona se convierta en uno de los elementos más importantes de la Major League Soccer, pero perderá el roce que lo llevó a ser el mejor futbolista mexicano en el último torneo oficial que disputó. No renuncia al Mundial, pero suena complicado que llegue -por la poca exigencia que tendrá en USA- en su mejor versión.
Dicho lo dicho, el análisis de una decisión de vida no puede parar ahí.
A nosotros nos interesa lo deportivo, pero detrás de una resolución de esta índole hay factores que no se pueden dejar en el olvido Y, para entenderlo, es necesario ser empático.
Pongámonos en la posición de Jonathan dos Santos.
Eres un jugador profesional de fútbol, tienes 27 años de edad, estás cómodo en tu equipo, eres titular, juegas para la Selección absoluta de México (con serias posibilidades de ir a un Mundial), llevas desenvolviéndote en Europa desde antes de que cumplieras los 12 años, acumulas más de una década alejado de tu cultura, de tu gente (amigos y familiares) y, ahora mismo, vives completamente solo en España.
De repente, un club toca tu puerta y te hace la siguiente oferta: vivir en la ciudad de Los Ángeles (mucho más cerca de tu país y con un entorno más parecido al mexicano), gozar de un mejor salario que en España, compartir con tu hermano mayor (jugar a su lado ha sido tu sueño desde antes de que el FC Barcelona te reclutara), ser uno de los rostros más importantes de la Liga de Estados Unidos y tener un nivel de bienestar altísimo, que incluye poder compartir el día a día con tu futura esposa.
Definitivamente estás considerando la oferta, ¿verdad? Por supuesto que te gusta jugar en Europa y quieres ser titular en la próxima Copa del Mundo, pero ¿decirle que ‘no’ a a una propuesta que te otorgaría muchísimas ventajas a nivel económico y, sobre todo, a nivel personal? Está difícil, ¿no?
¿Cuántas personas le dirían que ‘no’ a una oferta laboral que signifique vivir en una mejor ciudad, tener más tiempo para su familia, ganar más dinero y tener la posibilidad de trabajar con tu hermano mayor? Seamos realistas: poquísimas. No vemos a un director de una compañía importante (gana una suma importante) diciéndole que ‘no’ a otra empresa que, además de aumentarle el salario, le ofrece una sustancial mejora en su calidad de vida.
Este ejercicio de empatía nos ayudó a ENTENDER a Jonathan dos Santos (y a cualquier otro jugador que acepta ofertas importantes a nivel económico/personal). Porque a veces se nos olvida, pero los que nos emocionan jugando a la pelota cada fin de semana también son personas. Personas en una situación privilegiada, claro, pero que también quieren estar cerca de los suyos, que también aspiran a buscar la comodidad/bienestar y que también quieren ganar la mayor cantidad de dinero posible.
Entendemos, no compartimos. Y no lo compartimos porque, en nuestra forma de ver las cosas, la pasión y gloria -en este caso deportiva- son las que deben definir tus decisiones laborales. Pero, bueno, sabemos muy bien que no todos ven las cosas así. Y tampoco está mal.
Nosotros hemos rechazado ofertas que nos ponían en una mejor situación económica, para seguir luchando por lo que más nos apasiona. Sin embargo, los ‘momentos’ también son importantes. A estas alturas de nuestras vidas pudimos ‘renunciar’ a ganar más y vivir sin tanta presión, pero en otra circunstancias probablemente no.
A bote pronto, y considerando sólo lo deportivo, lo que se ve es a un jugador de 27 años de edad que renuncia a una Liga TOP para vivir más cómodo en todo sentido. Pero, si te sientas a ver todo el marco, te encuentras con un chico que sacrificó un montón de cosas desde que era niño (vivir lejos de casa, adiós amigos, una vida diferente a la del joven promedio), un chico que quizá no ha tenido la oportunidad de disfrutar -de su familia y de la vida- como muchos se podrían imaginar y un chico que, guste o no, se encontró frente a una oportunidad de vida, no solo laboral.
Quisimos hacer este ejercicio para entender un poco antes de despotricar por lo que es, indiscutiblemente, un paso hacia atrás en lo futbolístico. A nivel deportivo Jonathan pierde cosas de las que quizá se arrepentirá cuando cuelgue los botines. Pero, a nivel personal, difícilmente se arrepentirá de lo que ha decidido. Y eso, para él, claramente es lo más importante.