Lo decimos sin ningún tipo de reparo: acabamos de vivir uno de los días de mayor sufrimiento deportivo en todas nuestras vidas. Después de ganar tan bien ante Alemania y Corea del Sur, el escenario que lucía más lejano fue el que sucedió: ¡México entero pendiente del duelo del campeón del mundo ante Corea del Sur!
Es cierto que el TRI se clasifica por su buena labor en las primeras fechas. Sin embargo, nos quedamos a un gol alemán (Corea no convirtió hasta en el agregado y el segundo tanto cae porque Neuer se lanza al ataque) de irnos al carajo. Con todo y que hicimos más puntos que selecciones como España, Portugal, Suiza y Argentina, ¡sufrimos un chingo!
Pero, bueno, una vez que todas nuestras partes regresaron a su sitio, y que pudimos descansar un rato, es momento de compartir algunos apuntes sobre la tarde mundialista en la que nos superaron por completo. Se jugó a lo que quiso Suecia.
CONCLUSIONES INVICTAS: SUECIA GOLEÓ A MÉXICO EN RUSIA
➔ Juan Carlos Osorio se traicionó. Por primera vez desde que asumió la DT de México, repitió el XI. Pero su traición no está en repetir su XI, sino en no jugar cómo lo ha hecho cuando enfrentamos a rivales con juego directo. Tal y como él comentó en entrevistas post-encuentro, México, ante equipos que compiten de manera directa (no arriesgan en la elaboración y se suelen parar con dos centrodelanteros) solía saltar con tres centrales y un mediocentro delante de ellos (superioridad total ante sus 9s). Hoy no fue así. Respetando el buen momento de los jugadores que compitieron ante Alemania/Corea del Sur, se mandó el mismo 4-2-3-1 (o 4-3-3 por ratos). La idea era ser protagonistas con el balón y que Gallardo/Edson interiorizaran para generar esa superioridad (la de los tres centrales y un mediocentro). Sin embargo, todo se complicó con la amarilla de Jesús y con la falta de apoyo que recibió Edson. En un afán por respaldar y afianzar el estilo que dio resultados en los primeros cotejos, JC Osorio hizo algo de lo que no estaba 100% convencido. Lo positivo de esto son dos cosas: el golpe no nos eliminó y el sudamericano, según lo hemos podido escuchar, está muy consciente de lo que pasó. Autocrítica atinada y oportuna.
➔ La falta de fortaleza mental. Cuando hay tiempo de procesar y charlar en grupo (escándalo de la fiesta o goleadas pasadas), este grupo es muy fuerte. Se repone a todo. El problema empieza cuando la capacidad de reacción se tiene que mostrar sobre la marcha. La sensación es que, en cuanto recibimos un gol de una selección competitiva, nos vamos abajo. Pero no poquito, ni por algunos lapsos, ¡nos caemos completamente! Pasó en la Copa América 2016, nos ocurrió en la Copa Confederaciones 2017 y nos acaba de suceder en el Mundial de Rusia 2018. Este es un punto importantísimo. Los juegos no se acaban si recibes un gol. Este tema debe ocuparlos muchísimo, porque lo mental sostiene partidos de alta exigencia. No solo se debe creer en la previa. Se debe creer durante y se debe creer -aún más- en los momentos de apremio. México tiene la capacidad y la calidad para responder. Un golito de rebote, por más superior que esté siendo el rival, no tiene que condenarte.
➔ Lo que complicó a México. Todos los que venimos siguiendo a Suecia sabíamos que se pararían 4-4-2, que apostarían por su conocido juego directo y que, en muchos momentos del partido, se replegarían con sus dos líneas de cuatro. Lo que destanteó a México fue su presión alta inicial, la intensidad con la que arrancaron y que no hubo ni un momento de especulación. Imaginamos que Osorio esperaba a un Suecia un poco más conservador, consciente de que les valía un gol. No fue así. Suecia salió a dejarse todo desde el minuto 1, nos obligó a dividir el balón, aprovechó el desconcierto mexicano con las primeras decisiones arbitrales (tarjeta a Gallardo, tiro libre de Memo y tarjetas perdonadas a suecos) y llevó el trámite al terreno que le convenía: los balones largos, las disputas físicas y la lucha por las segundas jugadas (¿se figuran cuántos rechaces y rebotes nos ganaron?). También hubo ratos en los que nos dejaron salir, sabiendo que en algún momento arriesgaríamos (en zona interior) y vendría el error para que ellos salieran en velocidad. Suecia impuso su estilo. Esa es la verdad.
➔ Suecia sabe a lo que juega. El equipo de Andersson juega bien porque ejecuta de gran manera lo que planea. Se conocen. Entienden sus limitaciones y explotan sus virtudes. Si pretendieran salir jugando desde atrás y elaborar su juego, se comerían derrotas al por mayor. Por eso, teniendo claras las características de sus jugadores, no dudan en salir con trazos largos, ponen a competir a sus centrodelanteros y sorprenden con la llegada de sus mediocampistas. No es ninguna coincidencia que se hayan cargado a Holanda/Italia y que hayan llegado a vencer en Francia en las eliminatorias. Entienden que, entre menos tengan el balón, menos se comprometen/exponen al error. Y si no te arriesgas o comprometes tanto, las opciones de equivocarte en zonas que te pueden joder la vida, se reducen muchísimo. Es un equipo muy, muy, duro. No tienen al talento de otros equipos, pero funciona en bloque como pocos. Poderío colectivo.
➔ Jugar con todo que ganar. No hay nada más peligroso que un cuadro que tiene ‘todo que ganar’. Curiosamente, México, con 6 puntos en la bolsa, estaba más presionado, porque sabía que, pese a sus dos buenas exhibiciones, podía quedar fuera. Suecia, no. Ellos apenas pudieron con Corea del Sur y los alemanes les ganaron un juego sobre la hora. Tener la oportunidad de seguir en la lucha, con todo lo que vivieron en las fechas previas, era una bendición. Una oportunidad para disfrutar, no para sufrir. Ahora México se enfrentará a una situación similar ante Brasil. Ojalá lo aprovechemos. Ellos, los favoritos, serán los obligados/presionados.
➔ El problema con Edson Álvarez. Hemos leído a muchísimos aficionados cargando contra el canterano americanista. A ver. Se debe ver toda la imagen. El chico de 20 años de edad quedó desamparado prácticamente todo el partido. Layún no aportó lo que venía aportando (se quedaba colgado) y no evitaba que Forsberg/Toivonen generaran superioridad. Además, la misión para los marcadores (Gallardo/Edson) fue muy complicada, ya que había orden de meterse hacia el centro (hacer el famoso 2-2 vs los dos atacante suecos) y costaba recuperar la posición (si alguno de los delanteros suecos alcanzaba a bajar/apoyarse, todo se dificultaba). Y también se debe añadir que Herrera y Guardado tuvieron su tarde más baja en toda la competencia. Es decir: misión de interiorizar, no hubo apoyo de su volante y nuestro mediocampo no anduvo. Normal que el jugador que más buscó, más luchó y más quiso ayudar, resultara siendo el más exhibido, ¿no? Y ya lo del autogol pues termina siendo un accidente. Un accidente producto de ese trance del que no logramos salir tras ser golpeados en el segundo tiempo.
➔ El doble mediocentro mexicano. Héctor Herrera tuvo un rato muy bueno en el primer tiempo. Después, un desafortunado resbalón, laguna de imprecisiones y malas entregas que nos comprometieron muchísimo. Todo esto se debió también a que Guardado estuvo perdido. El capitán quedó desorientado en muchas acciones y no ganó ni un solo duelo individual (perdió 7 de 7). En cada una de sus disputas, fue superado. Si bien es correcto destacar la labor de presión de Larson y Ekdal, nos parece que HH y Guardado decayeron por el contexto de una posible eliminación. Ellos, con toda su calidad, experiencia, liderazgo y capacidad de control, debieron instaurar la calma. Y no pudieron hacerlo. Quedaron a deber.
➔ Una tarde jodida para Vela. Metido entre dos líneas de cuatro, prácticamente no la vio. Entre el mal día de nuestros mediocampistas y la ajustada marca sueca, Carlitos pudo pesar poco. Suecia entendió la importancia de Carlitos y nunca lo dejó de incomodar. A pesar de eso, siendo el distinto que tenemos, hizo un par de disparos de media distancia y, en el segundo tiempo, estuvo cerca de descontar. Nos rompimos tanto que no hubo tiempo para interpretar/leer, como pasó ante Corea. La semana pasada, Carlitos se escoró hacia la izquierda para tener mayor impacto. Acá nunca desciframos donde podíamos dañarlos. Sin la influencia de Vela, el final difícilmente será feliz.
➔ La importancia Layún. Miguel fue crucial ante Alemania/Corea por todo lo que aportó en faceta sin balón. Apoyaba a su mediocentro y era un ‘seguro’ para el marcador de su banda (Salcedo o Edson). Hoy se salió del juego. Se quedó colgado muchas veces, permitiendo que Forsberg se sumara al ataque con muchísima tranquilidad/espacio. Layún se desconectó a partir de lo mental. El inicio sueco lo derribó y es algo que, en un partido de Copa del Mundo, no te puedes permitir.
➔ El árbitro Pitana. Estuvimos mentando madres (en redes sociales) y quejándonos, pero el argentino fue parejo. Malo y ávido de protagonismo, pero parejo. Contra Suecia, no perdimos por el arbitraje.
➔ Memo Ochoa es un chingonería. El mejor portero mexicano en toda la historia de las Copas del Mundo. En momentos de alto riesgo/tensión, no ha habido ningún arquero azteca como él. No hace falta agregar más.
➔ Una oportunidad de oro. En otros Mundiales, con un partido como el de este 27 de junio de Ekaterimburgo, nos volvíamos a casa. Esta vez, no. Esta vez, por primera ocasión en mucho tiempo, el balón botó de nuestro lado. Tenemos una gran oportunidad, y debemos aprovecharla. El anuncio no arribó en partido de eliminación directa, sino en un duelo que no nos saca del ring. Momento de juntarse reflexionar y ser autocríticos. México no es una potencia mundial por ganarle a Alemania, pero tampoco es el equipo desastroso que vimos en gran parte del choque ante los suecos. Se demostró que podemos y tenemos con qué competir ante cualquiera. Aprendamos de los errores y recordemos todo lo que hizo bien. Juntos, concentrados, comprometidos y no cayéndonos en lo mental, podemos hacer que Brasil la pase mal. No tenemos duda.
➔ Brasil, el rival en Octavos. La presión es toda suya. Tienen mucho que perder. México debe ser inteligente y plantear un partido similar al que se jugó ante Alemania. Iniciativa brasileña, nosotros bien replegados/ordenados y busquemos dañar vía transiciones defensa-ataque en velocidad. Ese es el contexto que más nos ayudaría. No debemos salir desbordados ni dejarnos intimidar en los minutos iniciales, que si nos meten un gol en la primera media hora todo se puede poner muy cuesta arriba. Juguemos sin complejos y sin miedo a nada. Sepamos que estamos ante una oportunidad espectacular para dejar fantasmas del pasado. Por supuesto que se puede vencer a Brasil, y lo hemos demostrado. Salgamos a disfrutar y a mostrar nuestro verdadero nivel competitivo, carajo.
Para finalizar: hemos estado recibiendo mensajes como «México le ganó al peor Alemania de la historia». Dejemos de tirarnos al piso y de querer restarle mérito a todo lo que hacemos. ¿No era que Alemania nos iba a clavar 5 goles y que ya ni siquiera fuéramos a Rusia 2018? ¿No era que Alemania tenía asegurado el liderato del grupo? ¿No era que hasta Alemania B nos goleaba? ¿No era que Alemania podía hacer 4 selecciones y México ni una? Siempre es lo mismo. Si Alemania dudó más que nunca en este Mundial fue porque México lo superó con autoridad en el primer partido. Venían de malos amistosos, pero creían que el Mundial sería otra historia. De repente, la Selección de México le hace un partidazo y los llena de desconfianza. Si no los vencemos, nadie sabe nada de ellos hasta las semifinales. México inició con ese KO. El partido del 17 de junio fue memorable.
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