En 2006, siendo todavía un adolescente, fue nominado al Balón de Oro por primera vez en su carrera. En 2009, con tan solo 22 años de edad, ganó su primer Balón de Oro. Y en 2019, ya como veterano de 32 años, levantó su sexto Balón de Oro. Más de una década ha pasado desde su primera nominación al premio, y sigue en la élite del fútbol mundial. Diez años se han ido desde que levantó su primera pelota dorada, y sigue sentado en el trono.
Lionel Messi es tan bueno y ha mantenido un nivel superlativo por tantos cursos que muchos -generalmente simpatizantes de clubes que compiten directamente contra el Barça- creen que lo que sigue haciendo es habitual. Esa es la razón por la que se desata la polémica y, en veladas como ésta, se leen barbaridades como que no mereció ganar el galardón que entrega France Football.
Es respetable pensar que había otro jugador con argumentos sólidos como para llevarse el MVP del año: Virgil van Dijk. Lo entendemos, porque cualquiera de los dos habría sido ‘justo ganador’. Lo que simplemente no podemos compartir es que haya quienes, genuinamente, aseguren que hubo ‘atraco’ por entregarle el trofeo al diez blaugrana. O que se diga que fue más un homenaje, que un título por su rendimiento en el año. Como si a lo largo de 2019, en términos individuales, no hubiera estado por encima de los demás.
El asunto con Lio Messi (y también le pasa a Cristiano) es que no compite contra los demás, compite contra su versión más ganadora. Debido a esto, los que no se detienen a valorar lo complicado que es hacer lo que él hace en la cancha, o simplemente no tienen la oportunidad de ver sus partidos, le exigen ser el máximo goleador, ser el máximo asistente y levantar el triplete cada año. Si no lo consigue, no existió y el ganador debe ser otro. La respuesta fácil.
Producto del Messi vs el mejor Messi (en cuanto a números/títulos porque el argentino cada vez es más futbolista), te encuentras con discursos como el «Messi no hizo nada en la Champions» o el clásico «Messi se escondió en los partidos importantes». No hizo nada, pero convirtió en todas las fases que disputó en Champions. No hizo nada, pero le dieron al menos un MVP en cada fase en la que compitió. No hizo nada, pero tuvo al Liverpool sobre las cuerdas, pese a la falta de estructura colectiva del FC Barcelona. No hizo nada en Anfield, pero puso frente al arco de Alisson Becker a Luis Suárez, Philippe Coutinho y Jordi Alba. No hizo nada, pero ya lleva 2 goles y 3 asistencias en la presente edición de Copa de Europa (diferenciador ante Inter y BVB), sin pretemporada y saliendo de un par de molestias físicas.
En el resto de competencias, la línea es similar. No es ningún secreto que el Barça, con Ernesto Valverde banquillo, es muy pobre desde lo asociativo. Y aún sin un gran soporte que lo respalde, llegaron a abril/mayo con opciones de triplete, arrasando en la Liga. Eso es lo que te brinda una carta ganadora como Lionel Messi. Aspiras a todo en cursos en los que el juego del equipo apenas debería alcanzarte para clasificarte a competencias europeas.
¿Te parece que otro debió ganar el Balón de Oro? Válido. Lo que no se puede tirar es que el año de Lionel Messi fue ‘normalito’. Normal en términos Messi, sí. Normal en lo que compete al fútbol antes de que él aterrizara, para nada.
A los más grandes del deporte, se les exige excelencia absoluta.
Pareciera que al mundo le molestan las personas que son capaces de prolongar su éxito. Mientras el ganador ocasional es idolatrado, al fuera de serie más consistente se le recrimina cualquier tropiezo y se le desacredita al mínimo fracaso. ¿No gana todo y no marca en prácticamente cada partido? «Su temporada fue mala, que otro acapare los premios». Estas campañas en las que supuestamente no hizo algo espectacular, son superiores a las que permitieron que otras bestias conquistaran, de manera casi unánime, premios en épocas pasadas. De locos, si te detienes a meditarlo.
Normalizó lo extraordinario y generó que muchos perdieran la capacidad de asombro. Acá, afortunadamente, no deja de sorprendernos, entusiasmarnos y emocionarnos. Cada que sintonizamos un partido en el que veremos a Lionel Messi, no dejamos de repetirnos que estamos ante un futbolista único. Que tenemos que disfrutarlo porque el tiempo no perdona y, por más optimistas que seamos, no volveremos a ver nada igual.
Hay quienes distribuyen con mucho criterio en zona de ataque, hay quienes son capaces de regatear en una baldosa, hay quienes generan muchas ocasiones de gol, hay quienes tienen ese último pase que rompen líneas defensivas enteras, hay quienes son especialistas del balón parado y hay quienes convierten muchísimos goles. Messi hace todo eso. Y no solo lo hace, sino que es el #1 en cada una de las facetas mencionadas.
Si bien los Balones de Oro, premios The Best o Botas de Oro que pueda ganar no serán suficientes para definir de forma completa lo que representa para el fútbol, es grato verlo siendo aplaudido y reconocido en este tipo de galas. No siempre el ganador del Balón de Oro (MVP del año natural) coincide con el mejor futbolista del planeta. Y en este 2019, como en 2009, 2010, 2011, 2012 y 2015, volvió a suceder.
Cuando Lio se retire, y se regrese a la verdadera normalidad, los que se resistieron a rendirse ante lo evidente dimensionarán correctamente su grandeza (será tarde). Los demás, los que sí lo hemos disfrutado de principio a fin, añoraremos aquellas tardes/noches en las que lo veíamos competir porque, aunque vendrán más genios, no habrá otro como él…