Cuando tenía 12 años de edad, Cristiano Ronaldo fue invitado por el Sporting Lisboa para realizar unas pruebas. Su padre no quería que fuera porque, en caso de ser aceptado, tendría que vivir solo en la capital de Portugal, pero su madre lo apoyó. Aunque dudó, el chico nacido en Funchal decidió ir hacer la prueba. Viajó a Lisboa acompañado de su padrino.
Llegó y reportó con dos entrenadores: Paulo Cardoso y Osvaldo Silva. Cristiano confiaba en sus cualidades, pero el nerviosismo se le notaba desde antes de pisar el terreno de juego. Según el relato de los que vieron aquel entrenamiento, el pequeño de 12 años dejó todo sus nervios en el olvido cuando tocó su primer balón y se quitó a tres jugadores de encima.
La prueba continuó un día más y la gente del Sporting Lisboa quedó sorprendida. El talento futbolístico se veía a kilometros, pero su fortaleza mental, personalidad y liderazgo era lo que realmente llamó la atención de los entrenadores del histórico club portugués. La decisión estaba tomada: Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro se tenía que quedar sí o sí.
«No sólo me impresionó su talento. Se veía ya que el chico era muy bueno, que el balón era una extensión de su cuerpo, que jugaba bien con las dos piernas, que era muy rápido y que iba bien de cabeza. Pero sobre todo impresionaba la determinación que tenía, su personalidad y su coraje en el campo. Desde el punto de vista psicológico, parecía indestructible. No tenía miedo de nada ni siquiera de los jugadores mayores que él. Tenía una capacidad de liderazgo que sólo tienen los grandes», recuerda Aurelio Pereira, director de la cantera del Sporting Lisbao.
En el reporte tras la prueba, los entrenadores escribieron lo siguiente de Cristiano: «Jugador con un talento fuera de serie y técnicamente muy desarrollado. Hay que destacar su capacidad de regate en movimiento o parado». Pereira escuchó a sus entrenadores e hizo todo lo posible por convencer a la administración de ficharlo.
«A pesar de que parezca exagerado lo que se paga por un muchacho de apenas 12 años, tiene un gran talento, mostró sus grandes cualidades en las pruebas que pasó ante nuestros entrenadores. Será una buena inversión para el futuro», le dijo el señor Pereira a su administración.
El proceso no fue sencillo, pero por una deuda que tenía Nacional (club al que pertenecía Cristiano) con el Sporting, la institución de la capital de Portugal logró cerrarlo. La deuda superaba los 22,000 euros, por lo que Cristiano se convirtió en el infantil más caro en toda la historia del Sporting Lisboa. En aquel momento sonaba como una apuesta arriesgada, pero poco tiempo pasó para que la directiva se diera cuenta que había hecho lo correcto…
Sporting Lisboa fichaba al niño que algún día ganaría 3 veces el Balón de Oro.