Un ejemplo de lucha, perseverancia y deseo de superación. Siempre quiere más. Muchas veces son más los comentarios negativos que positivos, pero no deja que lo derrumben. Rema contra corriente y no deja de soñar. Por donde lo quieran ver, un tipo ejemplar. Un profesional entregadísimo. Y un futbolista que, sin importar las circunstancias, deja todo cada que salta al terreno de juego.
Basta con escucharlo hablar para saber por qué está en el sitio en el que está. Hay dos tipos de personas: los que trabajan/hacen y los que critican/revientan a los que hacen. Javier, afortunadamente, siempre ha pertenecido al primer grupo.
«Los que fallan y la meten es porque están ahí. Hay un dicho que es muy claro, que dice mi abuelo y nos da mucha risa en la familia: los miedosos no van a la guerra, esos se quedan a entregar medallas. Yo soy de los que les gusta ir a la guerra. Yo prefiero o que me den una medalla o quedar muerto en el terreno de juego, en el campo de guerra».
No está para complacer ni llenarle el ojo a nadie: «Yo esta profesión no la hice para llenarle el ojo a ninguna gente ni a los críticos, que pueden estar en una silla diciendo si lo hago bien o lo hago mal. Yo lo hago porque, simple y sencillamente, quiero ser un jugador de fútbol. Yo lo hago hasta por esos niños que me pueden ver en la televisión. Para mí, siempre estuvo ese rectángulo verde en mi cabeza. Estar trabajando y estar día día».
¿Suerte? «Es mi sexto año en Europa, que he estado en las mejores Ligas del mundo. Es la sexta temporada consecutiva que voy a jugar Champions League. Entonces, es algo… que si la gente cree que es consecuencia y suerte, es su opinión, pero para mí han sido años de trabajo y sacrificio».
Y mientras en México se siga esperando que falle para burlarse y se espere que fracase para tratar de demeritar todo lo que ha conseguido, él seguirá trabajando para cumplir sus sueños. Como ayer. Como hoy. Como siempre.