Iker Casillas debutó en el primer equipo del Real Madrid en septiembre de 1999 y al final de esa misma temporada estaba defendiendo el arco blanco en la final de la UEFA Champions League. Iker tenía 19 años y 4 días cuando conquistó la octava Copa de Europa en la historia del conjunto merengue.
Todo era prematuro para el joven nacido en Móstoles. En su segunda temporada ya tenía una Liga, una Supercopa de España y una Champions League en su palmarés. El primer golpe para Casillas llegó en el cierre de la temporada 2001/02, una serie de errores le costaron la suplencia en la final de la UEFA Champions League ante Bayer Leverkusen. Así es, Iker vio el golazo de Zidane desde la banca. El destino se encargaría de adelantarnos lo que vendría en la carrera de Casillas en los próximos años.
El 15 de mayo de 2002 el mundo entero se dio cuenta que Iker era un portero especial, un canterano que había sido tocado con una varita mágica. César se lesionó en el minuto 67, así que llegó su momento. El arquero español le pidió a los utileros unas tijeras para cortar su camiseta, él se siente más cómodo con manga corta y esa noche, como no pensó que jugaría, ni eso tenía preparado. Con Vicente Del Bosque presionándolo, Iker cortó su camiseta, saltó al campo, tocó el larguero y el show comenzó.
El Leverkusen empezó a bombardear el área blanca. En eso momento la figura de Iker se engrandecería, tuvo tres intervenciones que fueron vitales para que el Real Madrid levantara su novena Copa de Europa en Glasgow.
Al terminar el partido, Iker no pudo contener el llanto. Ya había ganado una Champions, pero sabía lo que ese partido significaba en su carrera. El 15 de mayo del 2002 fue el día en que Iker se convirtió en SAN IKER.