Uruguayo, clase 1987. Edinson Roberto Cavani nació en Salto, Uruguay, pequeño pueblo charrúa en donde habitan poco más de 100,000 habitantes. Fútbol desde que nació. Su padre, Luis Cavani, fue futbolista y le inculcó a él y a su hermano Walter el gusto y amor por el balompié desde que dieron sus primeros pasos.
Aún no cumplía los 5 años cuando ya rompía redes en la categoría baby fútbol. Cavani se inició en una escuelita del Nacional. sus dotes futbolísticos se notaban desde que tocaba la redonda. «Era diferente», cuenta su padre. No veía fútbol, su familia lo invitaba a ver los juegos del Nacional y prefería marcharse a jugar con sus amigos, él quería practicar sus disparos y divertirse en los campos de tierra.
Comenzó en el fútbol como mediocampista creativo. No crean que era un niño prodigioso para asistir y habilitar a sus compañeros, pero la tomaba desde el mediocampo, se quitaba a 2 o 3 niños y mandaba guardar el balón. Gracias al Pela, como le apodaban porque siempre estaba rapado, el equipo solía obtener buenos resultados.
Cavani disfrutaba mucho jugar fútbol y lo que venía después de cada partido. En el Nacional, los padres acordaron que el niño que marcara el primer y último gol se llevaba un helado como recompensa. La heladería estaba a 20 m de las canchas así que era un premio garantizado. «Siempre pedía un helado de dulce de leche o vainilla», cuenta el niño que casi siempre ganaba el premio, un tal Edinson Cavani.
Algunos de sus amigos cuentan que Cavani se molestaba cuando no ganaba el helado. El equipo podía ganar, pero si no marcaba el primero y el último gol salía insatisfecho de las canchas. «Siempre quería marcar para que me compraran el helado», contó Cavani en 2012 para el País.
Aquel incentivo que puede parecer simple e incluso irrelevante, inició a Cavani como un ser humano ganador. El helado era lo de menos, ya que marcara o no, se lo comprarían, lo importante era GANAR.
Un día juegas por un helado, al otro por debutar y después por obtener títulos como profesional.