Fútbol en la sangre. Su padre, Wilson Rodríguez, fue futbolista profesional e incluso llegó a portar el ’10’ en las selecciones colombianas con límite de edad. Sus padres se separaron cuando apenas tenía 3 de años, así que la figura de Wilson fue ausentándose cada vez más en su vida.
A su vida llegó Juan Carlos Restrepo, pareja de su madre. Él sería quien se encargaría de asumir la figura paterna y apoyarlo en su camino por el fútbol. En estos momentos algunos de ustedes ya deben saber de quien estamos hablando, pero para los que aún no lo saben nos referimos a James Rodríguez, el ’10’ del Real Madrid.
La infancia fue algo complicada, los recuerdos no son negativos, pero vivir la separación de la familia es algo difícil de digerir, James se refugió en el fútbol, su mejor amigo era el balón. Su primer ídolo no fue un futbolista profesional, fue el personaje de una caricatura, ¿su nombre? Oliver Atom.
Rodríguez podía pasar horas viendo Los Supercampeones. No había día en el que no tratara de imitar las jugadas que veía en la caricatura que protagonizaba Oliver. Además del amor por el fútbol, James y Oliver tenían un amigo en común: EL BALÓN. Disparos al travesaño, chilenas y tiros con chanfle, todo lo intentaba James. En ocasiones se frustraba e incluso lloraba, pero siempre volvía, tal y como lo hacía Oliver.
La madre cuenta que cuando James tenía 6 años pateó el balón con tanta fuerza intentando un tiro con chanfle que terminó en la casa de un vecino, éste salió molesto, tomó el balón, lo ponchó y lo aventó fuera de su casa. El niño no pudo contener las lágrimas. James no lloraba porque no jugaría más aquel día, sino porque le habían quitado a su mejor amigo.