El 19 de septiembre de 1999, un chico de apenas 17 años estaba haciendo su debut profesional con Malmö. Alto, delgado y con una técnica individual única. ¿Su nombre? Zlatan Ibrahimovic.
Aunque en sus primeras temporadas como profesional su equipo vivía una situación muy difícil, él destacaba del resto. Malmö descendió a la segunda división y esto resultó beneficioso para Zlatan. El juvenil sueco tuvo más minutos y se convirtió en uno de los futbolistas más promisorios del del planeta.
Zlatan tenía absolutamente todo para convertirse en una estrella mundial, pero sus compañeros en Malmö y la prensa sueca dudaban que tuviera la actitud correcta para lograr trascender. Ibra era identificado como el chico del Malmö que se burlaba excesivamente de sus rivales con lujos innecesarios.
«De vez en cuando cuando regateas, amagas y saltas por encima del balón, ¿no crees que puedes hacer enfadar a tus rivales?», le preguntó a Zlatan un reportero luego de un partido con Malmö. «No, no creo. Sólo bromeo con ellos de vez en cuando (risas)», respondió Ibra.
Aunque sus compañeros no dudaban en calificarlo como un futbolista egoísta, arrogante y problemático, la realidad es que Ibra le daba muy poca importancia a todo esto: «A veces puede ser muy complicado. Sé que soy alguien con quien es difícil llevarse bien», decía entre risas cuando le hablaban de su manera de ser.
Zlatan tenía una explicación muy sencilla cuando se le cuestionaba su individualismo dentro del campo. Su mayor diversión era regatear a su rivales y no iba a dejar de hacerlo únicamente porque tenía que pasarle el balón a sus compañeros. A pesar de que éstos se quejaban de que Ibra tomaba malas decisiones por no jugar en equipo, el actual jugador del PSG contó su filosofía en el fútbol cuando todavía no cumplía ni siquiera los 20 años.
«Me gusto mucho regatear, eso lo sabe todo Suecia. Y a veces regateo en lugar de pasar el balón, entiendo que mis compañeros se puedan molestar, pero no importa. El fútbol tiene que ser divertido. Si no lo es, no vale la pena jugar», decía Zlatan en un reportaje del programa español Fiebre Maldini.
No es egoísta, ni individualista, Zlatan lo único que hace es DIVERTIRSE.