Antoine Henry y Marylese Sandia, como muchos inmigrantes llegaron a Francia en busca de una mejor vida en la década de los setenta. Antoine, nacido en Guadalupe, y Marylese, nacida en Martinica, decidieron iniciar su vida juntos en el suburbio francés Les Ulis. Sería precisamente ahí donde el 17 de agosto de 1977 nacería un niño de nombre Thierry Daniel Henry. Este niño nacido en territorio francés no tendría lujos, pero si acceso a la educación y a un balón que después se convertiría en su forma de vida.
Su pasión por el fútbol creció gracias a su padre. El goleador francés cuenta que, en sus inicios, la única razón por la que jugaba era para hacer feliz a su padre: «Yo empecé a jugar al fútbol gracias a mi papá. Todo niño quiere hacer algo por su padre. Yo sólo quería hacerlo feliz. Me llevaba al campo y me di cuenta que cuando yo jugaba él era más feliz que yo».
Tony, como era conocido el padre de Thierry, siempre fue un amante del fútbol. Se desempeñaba como delantero y casi todas las tardes después de trabajar jugaba en el parque con sus vecinos. El pequeño Thierry no entendía muy bien lo que sucedía pero observaba a detalle los movimientos de su padre.
Su inicios en el fútbol fueron las tardes que pasó jugando con su hermano Willy. Su olfato goleador se fue desarrollando desde esos momentos porque su hermano le decía que se pusiera cerca de la portería para que únicamente tuviera que empujar el balón. Willy quería evitar que saliera lastimado.
Aunque sus padres se divorciaron y él vivía con su madre, su padre nunca dejó de apoyarlo. Tony estaba totalmente convencido de que su hijo tenía las habilidades suficientes para convertirse en futbolista profesional. El padre de Titi confiesa que en una ocasión perdió un trabajo por haber llegado con dos horas de retraso luego de haber ido a un partido de su hijo.
CO Les Ulis fue el primer equipo en el que Tony inscribió a Thierry. En este equipo aprendió a jugar en equipo. Sus entrenadores recuerdan que Titi únicamente tomaba el balón y corría hasta la portería. «Tomaba la pelota y corría sólo con ella. No era muy popular entre sus compañeros porque nunca pasaba el balón», cuenta Jean Claude Giordanella, uno de sus primeros entrenadores.
Después de haber pasado por el CO Les Ulis, se fue al US Palaiseau, equipo que serviría de trampolín para que fuera reclutado por AS Mónaco. En 1990, Arnold Catalano, scout del Mónaco, fue a ver un partido de Henry con US Palaiseau, y…¿qué creen que hizo? Marcó 6 goles. No necesitó hacer pruebas para ingresar a las categorías inferiores del club monagesco.
Después de haber sido fichado por AS Mónaco, lo mandaron a completar un curso en la Academia Clairefontaine, de donde salieron jugadores como Anelka, Saha, Gallas y Ben Arfa. Y fue ahí donde surgiría una anécdota increíble.
Uno de los primeros entrenadores de Titi en Clairefontaine recuerda que el padre de Thierry, Antoine, se levantó durante un partido enfrente de toda la afición y dijo: «¿Ven a ese chico? (refiriéndose a su hijo) Recuerden su nombre. Un día será profesional y jugará en la Selección de Francia».
Sobra decir que el padre de Thierry se equivocó, tuvo que haber dicho: «¿Ven a ese chico? Recuerden su nombre. Un día será profesional, será campeón del mundo y se convertirá en el máximo goleador histórico de la Selección de Francia».