Escribir sobre él resulta toda una odisea. Las palabras no son suficientes y los adjetivos simplemente no le hacen justicia. Su nombre es Steven George Gerrard y por más de 26 años ha acompañado al club su vida. Vivió grandes momentos, decepciones inexplicables y victorias que hasta la fecha no se pueden creer.
Caminó a su lado a pesar de su mediocridad en los últimos años y no se alejó a pesar de tener ofertas de otras partes que el 99.9% de sus similares habrían aceptado sin considerarlo dos segundos. Él siempre estuvo ahí, para llevarlo y guiarlo. Marcharse siempre fue el camino sencillo, pero las rutas de escape no existen para esta clase de personas, las personas fieles…
La fidelidad va mucho más allá de las mentiras, engaños o cumplimiento de promesas. Para que ésta exista es necesaria una VERDADERA CONEXIÓN entre las partes involucradas. Para ser fiel, hay que querer, y para querer, hay que sentir.
Ser fiel no demanda aguantar, soportar y pasar al lado de alguien/algo una eternidad, demanda HONESTIDAD. Cuando existe esa conexión de la que les hablamos, la honestidad viene adherida. Anteponer el bienestar de la otra parte involucrada sobre el propio es la prueba máxima de fidelidad.
Suena incongruente y hasta curioso pero, en ocasiones, para mantener intacta la fidelidad es necesario separarse. La conexión es tan fuerte que, cuando una de las partes involucradas está fallando, lo mejor es hacerse a un lado. Como dijimos, el bienestar de la otra parte supera el propio.
Gerrard le fue fiel al Liverpool desde 1987 cuando se puso, por primera vez en su vida, la camiseta en la escuela infantil del club red. Le fue fiel, al decirle la verdad, cuando se fue a probar con el United siendo juvenil para presionarlos a que le hicieran un contrato. Le fue fiel cuando recibió ofertas y se sentía tan cómodo/feliz que ni siquiera las consideró, le fue fiel cuando habló con la directiva para hablar de refuerzos que les permitieran competir por cosas importantes. Y en el anuncio de su despedida, volvió a ser fiel, al hacerse a un lado creyendo que lo mejor para el club es marcharse para que comience una nueva era.
El futbolista inglés le fue fiel al Liverpool en todo momento porque SIEMPRE fue HONESTO, no porque haya jugado 17 años con el primer equipo o porque haya sido capitán 11 años consecutivos, sino porque siempre antepuso el bienestar del club sobre el suyo. Él nunca jugó por el nombre del dorsal, siempre jugó por el escudo que ha portado orgullosamente por más de un cuarto de siglo. Cuando realmente se ama, la fidelidad no es ningún mérito, porque solamente existe un camino.
Su legado en el fútbol perdurará por siempre. Estamos ante la más grande leyenda en la historia del Liverpool y uno de los mejores jugadores de la época moderna, pero más allá de todo lo conseguido en el terreno de juego, nos quedamos con que Steven George Gerrard le dio un sentido mucho más amplio al concepto de FIDELIDAD.
Se va, pero algo tiene que quedar muy claro. Esté dónde esté, Steven Gerrard NUNCA CAMINARÁ SOLO.