Salir de la cantera de un equipo protagonista en las ligas más importantes del mundo y sobresalir es cada vez más difícil. Los presupuestos de los equipos que pelean por los títulos más importantes del fútbol europeo son muy elevados y, aunque el discurso de que los jóvenes son apoyados nunca se acabará, generalmente optan por hacer uso de sus recursos para contratar futbolistas ya probados.
La presión a la que están sometidos actualmente los entrenadores por tener que dar resultados de inmediato ha hecho que el jugar con futbolistas jóvenes, sobre todo en los equipos que tienen la capacidad de comprar futbolistas del máximo nivel, sea algo que se tiene que destacar. Esta falta de confianza ocasiona que promesas que pudieron llegar lejos se quedaran en el camino.
La práctica más común en las ligas más importantes, principalmente en España, es que los jugadores jóvenes que no pueden tener minutos con la primera plantilla en equipos como el Real Madrid, FC Barcelona o el mismo Atlético de Madrid vayan a otros clubes de menor envergadura a hacerse de un nombre. Si logran consolidarse, regresan a casa; y si no, se les pierde la pista.
En el Atlético de Madrid había un chico nacido en Madrid que desde el año 2000 tenía claro que haría todo por debutar con el equipo de sus amores. Hacer todas las inferiores para después irse a otro equipo, no era opción. Lo único que estaba en su cabeza era llegar al primer equipo rojiblanco para consolidar su carrera.
Muchos de los futbolistas con los que coincidió le dijeron que no sería nada fácil y con el pasó del tiempo se dio cuenta que tenían razón. Fue testigo de como sus compañeros en inferiores tenían que salir en busca de oportunidades.
Cuando tenía 17 años llegó el momento que tanto estaba esperando. Tuvo la oportunidad de debutar profesionalmente y la tarea parecía estar hecha. El primer partido llegó en 2009 y no fue hasta dos años después, con la llegada de Diego Simeone al banquillo colchonero, cuando comenzó a tener la regularidad deseada.
Durante ese par de años veía como jugadores a los que había admirado durante mucho tiempo salieron del Atlético porque tenían muy pocas posibilidades de mostrarse. A pesar de que, por algún momento, pensó que su futuro podría terminar como el de sus compañeros siempre hubo una figura que le permitió mantener su ilusión. Jorge Resurrección Merodio, mejor conocido como Koke, soñaba con seguir los pasos de Fernando Torres.
«Siempre me fijé en Fernando Torres, por cómo llegó al primer equipo del Atlético y se hizo grande», dice Koke al ser cuestionado sobre sus referentes en el fútbol.
A finales de 2011, Diego Simeone llegó al Atlético de Madrid y le dio a Koke algo que no había tenido con entrenadores como Abel Resino, Quique Sánchez Flores y Gregorio Manzano: confianza. El entrenador argentino fue llevando al juvenil español y cuando se dio cuenta ya era uno de los indiscutibles del primer equipo del Atlético de Madrid.
A la par de su consolidación a nivel de clubes, Koke fortaleció su formación cosechando éxitos con las selecciones juveniles de España. Algo que también había podido hacer Torres, su referente.
Torres se fue del Atlético de Madrid para buscar nuevos aires y conseguir los títulos que no pudo levantar con las camiseta de sus amores. Cuando regresó, 7 años después, el chico que soñaba con seguir sus pasos era referente de una las etapas más exitosas en la historia de la entidad colchonera.
Primero corría para pedirle una fotografía…
luego para pedirle la camiseta…
y ahora corre para festejar con él..