«No ha sido una decisión sencilla, por decirlo de manera suave. Respeto al Standard y a sus aficionados. He pasado unos años fantásticos aquí, pero como todo el mundo sabe en la vida hay que tomar decisiones. Tenía que pensar en mí mismo y quería jugar, algo que no hacía mucho en el Oporto», dijo Steven Defour en su llegada al Anderlecht el pasado verano.
Defour jugó 5 años en el Standard Liege, donde se ganó el respeto y cariño de la afición. Su marcha a Porto dolió, pero era momento de que probara suerte en un fútbol distinto al belga. Por falta de oportunidades decidió regresar a Bélgica, pero lo hizo con la camiseta de uno de los rivales más ‘odiados’ de su ex equipo.
Regresó en verano y esta tarde se metió, por primera vez en los últimos cinco años, al Stade Maurice Dufrasne, inmueble que hace no mucho tiempo fue su casa. La afición del Standard no lo recibió nada bien. Un mosaico muy sugestivo en el que aparecía un encapuchado sujetando una espada en la mano izquierda, mientras que con la mano derecha agarraba una cabeza decapitada de Defour. La imagen venía acompañada del mensaje: «rojo o muerte».
Defour se vio superado por la presión de la afición y en el segundo tiempo perdió la cabeza, lanzando un balonazo con dirección a la tribuna que no lo dejó de silbar en ningún momento. El árbitro lo echó del partido. Primero se negó a irse y una vez que lo hizo se fue aplaudiéndole a su ex afición. Los del Standard se molestaron y comenzaron a arrojar butacas al terreno de juego, el partido tuvo que ser frenado unos minutos hasta que los jugadores locales lograron calmar a sus hinchas.
El partido terminó 2-0 a favor del Standard Liege. Vaya caso…