Sus primeros recuerdos son con una pelota de fútbol. Su padre le inculcó el amor al deporte. A los 4 añitos comenzó a patear el balón y con 5 años ingresó a un equipo llamado Parque 84, donde solamente recuerda que perseguía el balón con otros 20 niños. El fútbol siempre le llamó la atención, pero hubo una caricatura que hizo que viera el balompié de otra manera: Oliver y Benji.
Cuando tenía 6 años la caricatura comenzó a emitirse en España y, junto a su hermano, la veía todas las tardes. Una vez que finalizaba el capítulo del día, salía a jugar imaginando que era futbolista profesional. Benji lo inspiró a ubicarse como portero, pero un par de dientes rotos lo sacaron del arco. Comenzó a jugar como delantero.
«A partir de los seis años el fútbol pasó a ser algo importante: comenzó a emitirse Oliver y Benji. Después de los dibujos animados, bajaba con mi hermano a la calle a pegarle al balón. Me gustaba pensar que era un jugador profesional como uno de los chicos de la serie. Me ponía siempre de portero hasta que un balonazo, que me rompió un par de dientes, decidió que mi carrera debajo de los palos había terminado», cuenta Torres.
Ingresó al Mario’s Holanda, equipo de fútbol sala, y su sueño de convertirse en futbolista profesional cada vez se agudizaba más. En 1993, cuando tenía 9 años de edad, visitó por primera vez el Museo del Vicente Calderón. Tras esa visita le quedó claro que quería defender los colores del Atlético de Madrid.
«Recuerdo que mi padre no quería decirme dónde íbamos, no se quien de los dos estaba más ilusionado, él por las ganas con las que me llevaba o yo, por la sorpresa que me esperaba. Al llegar la duda no se disipó… los dos estábamos encantados. Había visto fotos de los Trofeos pero nunca había estado frente a ellos, nunca los había tocado y ese día tuve la oportunidad. Fue algo increíble».
En 1994, con 10 años, ingresó a su primer equipo de fútbol 11, se llamaba Rayo 13. En la temporada en la que llegó, los 3 mejores jugadores del equipo tendrían la oportunidad de probarse en el Atlético de Madrid. Él marcó 55 goles en la temporada y fue uno de los elegidos.
Su llegada al club de sus amores se dio en 1995. Su primer partido como jugador del Atlético de Madrid es uno de los momentos más mágicos de su vida. Marcó 6 anotaciones y recuerda, con mucha emoción, que lo primero que hizo fue hablarle por teléfono a su abuelo para contarle sobre su partido.
«Mi abuelo me dijo que cuando terminara el partido lo llamara. Anoté varios goles, no recuerdo la cifra exacta (según la ficha fueron 6 tantos). Nada más llegar a casa lo primero que hice fue lanzarme al teléfono para llamar al abuelo. Le conté el detalle de todos los goles que marqué. Él me dijo que siguiera esforzándome, porque estaba seguro que yo iba a poder cumplir mi sueño de ser profesional».
Aquel partido en el Torneo Alevín en Brunete en 1995 marcó el inicio del camino de una de las más grandes leyendas en la historia del Atlético de Madrid…