Se marchó en búsqueda de oportunidades. Estaba llamado a ser un delantero histórico del Real Madrid, pero no veía cerca la posibilidad de tener actividades. Antes de él había 4 o 5 opciones y su relación con Carlo Ancelotti era lejana. A pesar de que soñaba con romperla con el club que le abrió las puertas con 16 años de edad, creyó que la decisión correcta era hacerse un lado.
Juventus siguió de cerca su evolución, supo de su situación y aprovechó el momento de vulnerabilidad para atacar. Ficharon por 20 millones de euros a uno de los delanteros con mayor proyección del planeta. Aunque contaba con Llorente y Tévez en sus filas, la dirección deportiva de la Vecchia Signora sabía que Álvarito podía convertirse en una variante importantísima para el curso 2014/15.
Morata no falló. Le costó en sus primeros partidos, pero se fue adaptando partido a partido. Poco tiempo le tomó para mandar al banquillo a Fernando Llorente y formar una dupla temible junto a Carlos Tévez. Destrozaron a Borussia Dortmund, superaron al AS Mónaco y se impusieron al Real Madrid. Álvaro sería el hombre clave de la eliminatoria.
En la ida, el jugador de 22 años de edad aprovechó un rebote que dejó su gran mentor Iker Casillas para romper la paridad en la serie. Además de su gol en Turín, el chico madrileño fue un auténtico dolor de cabeza para una defensiva merengue que nunca se sintió cómoda en la cancha de la Juventus.
En la vuelta, Álvarito convirtió el gol más importante de la serie. Cuando parecía que se le venía la noche a la Juventus, el ex Real Madrid aprovechó un balón en el área para liquidar a un cuadro que se ilusionaba con una nueva final de la UEFA Champions League. La LEY DEL EX volvía a hacer de las suyas…
Y es que así es el fútbol y la vida misma: lo que muchas veces parece un retroceso, se convierte en el inicio de una gran historia. Álvaro Morata, el verdugo del Real Madrid.