Llegó al club teniendo 8 años de edad. No concibe la vida sin el color rojo. Su amor por la institución es tan grande que tratar de describirlo es un insulto. Tentaciones hubo muchísimas, ofertas sobraron y se podría hacer un listado largo con todas las oportunidades que tuvo para salir, pero el nunca dejó que su club caminara solo…
Tenía claro que los éxitos colectivos no podían llegar y que los proyectos deportivos no eran suficientemente sólidos para aspirar a ser una potencia en la élite del viejo continente, pero eligió quedarse. Ojo, no se quedó por obligación, persistió por convicción, porque sentía que era lo correcto, porque era lo que le dictaba su corazón..
Podía marcharse y conquistar títulos con otro club, quizá aspirar a más reconocimientos individuales, pero esa clase de cosas nunca lo movieron. Festejar un gol en Anfield era un sentimiento incomparable, levantar una Copa con la camiseta del Liverpool era una emoción incontenible y celebrar con su incondicional afición era algo que simplemente no podía tirar por la borda.
«Siempre me dije a mí mismo que si conquistaba un par de trofeos con Liverpool iba a significar más para mí que ganar 10 con Chelsea, Real Madrid o Internazionale. Siempre será más especial ganarlos para tu gente. Pude salir en años anteriores, pero soy aficionado del Liverpool, y este club ha sido todo para mí».
Su marcha del club es inminente, pero algo tiene que quedar clarísimo, Steven NUNCA DEJARÁ QUE LIVERPOOL CAMINE SOLO: «Ha sido un honor ser el capitán de este club por tanto tiempo. Seré aficionado del Liverpool hasta que muera».