No tiene los reflectores de otros futbolistas. Se siente cómodo con un rol secundario cuando está fuera del rectángulo verde, pero una vez que se pone los botines y los cortos quiere todos los balones. Con 26 años de edad, está alcanzando la madurez y consistencia que, muchos argumentábamos, le hacía falta, siendo cada vez más determinante en su club y selección.
Su nombre es Javier Pastore y, pese a que otros siempre se llevarán las portadas, su fútbol encanta a todo seguidor del deporte más hermoso del mundo. Levanta la cara, distribuye con mucho sentido, rompe líneas con un solo pase y no le viene nada mal pisar el área rival. Desde sus días en Huracán se le veía como un chico con cualidades técnicas impresionantes. En él estaba explotar y, aunque no ha sido un proceso meteórico, lo ha conseguido.
El Diego lo llevó a Sudáfrica y las cosas comenzaron a darse. Brilló en Italia y fichó por el PSG, donde ha logrado consolidarse. Sus números (goles y asistencias) no son escandalosos, pero su aporte ofensivo es una barbaridad. El Falco es uno de esos jugadores que todo mundo disfruta ver.
Cavani en el Palermo, Zlatan en el PSG y Messi en la Selección de Argentina. Los de las portadas y goles/asistencias son ellos, pero Javier, calladito, sabe cómo cambiar el rumbo de un partido.
ÉL ES JAVIER PASTORE, EL GENIO SILENCIOSO.