No concibe la vida sin River Plate. Con apenas 17 años de edad se presentó con la camiseta del club argentino y lo hizo convirtiendo. Aquel 6 de marzo del 2001 no fue un día normal para el mundo riverplatense, se había vivido el debut de un chico que se convertiría en emblema del club.
No es el más técnico ni el más rápido, pero tiene un olfato goleador bárbaro. Todavía era un nene cuando se convirtió en el goleador del equipo. En sus primer años con River marcó 72 goles en 121 partidos, números que cualquier delantero en el mundo firmaría sin pensar.
Sus grandes actuaciones y éxitos colectivos no pasaron desapercibidos en el fútbol europeo. Su primera despedida fue dura. Apenas superaba los 21 años de edad cuando decidió emprender su aventura por el viejo continente. Eso sí, nunca dejó de pensar en River. Imborrable aquella imagen en noviembre del 2004 cuando estuvo de vacaciones en Argentina y decidió alentar a River con toda la barra.
Jugó en Europa por 6 años, pero su corazón siempre estuvo en el Monumental. A la lejanía vio como River perdió la categoría en el momento más trágico en la historia del club. Fernando, que estaba en Brasil, no se le pensó: agarró su automóvil y se fue manejando hasta Argentina para acompañar a River en la B.
19 goles en 38 partidos disputados y su club estaba de regreso a donde pertenecía. Con el ascenso firmado, Fernando se tuvo que volver a ir. No entró en planes. Lo echaron. Volvió a España y después pasó por México. Con una nueva era directiva en River pudo volver a Nuñez en 2014, donde ha vuelto a sonreír tras levantar un campeonato argentino, una Copa Sudamericana y una Recopa Sudamericana.
14 años después de su primer partido con River, Cavenaghi disputará el partido más importante de su carrera: la final de la Copa Libertadores. Y sí, nadie lo merece mas. Debutó, se consolidó, explotó, brilló, emigró, volvió cuando más lo necesitaban, lo echaron y regresó otra vez, porque su amor por River puede más que cualquier cosa.