«¿Desde cuándo me gusta el fútbol? Desde que tengo uso de razón, creo. A lo mejor no tan pasional, porque tenía otras ideas, pero toda la vida me ha gustado. Mi escuela de fútbol fue la calle. En mi familia a todos les gusta el fútbol», contó Ángel Reyna en una entrevista en 2013.
Se inició de manera formal en el balompié en las fuerzas básicas del Club América. Todavía no cumplía una semana cuando ya había mostrado que era un chico al que se le dificultaba controlar sus emociones: «Tenía tres días en las fuerzas básicas del América cuando me peleé con un amiguillo. Nunca me he dejado de nadie, ni aunque mida tres metros. No me gusto algo que hizo y nos peleamos. Pensé que me iban a correr, pero solamente me castigaron unos días sin entrenar».
El camino no fue sencillo, pero Ángel cumplió su objetivo de debutar en la Primera División de México en julio de 2005. No lo hizo en América, sino en San Luis. El Alfonso Lastras albergó la presentación del chico de 20 años de edad. Previo a su debut en el máximo circuito de México, el nacido en la Ciudad de México tuvo un paso fugaz por León y la filial del América.
En San Luis se convirtió en uno de los jugadores importantes, siendo clave para mantenerse en Primera y alcanzar la final en 2006. Tras cuatro torneos en el club potosino, reforzó al Necaxa, en su lucha por no descender, pero su ciclo como rayo no duraría mucho. San Luis volvió a tocar la puerta y, pronto, tuvo la oportunidad de volver al club en el que comenzó todo: América.
Aunque en principio le costó, Ángel demostró que tenía la calidad para triunfar en uno de los clubes más importantes del fútbol mexicano. No sólo se hizo de un lugar en el equipo titular, sino que se convirtió en uno de los jugadores más importantes del club de Coapa. Inolvidable aquel torneo en el que, sin ser referencia de área, se consagró campeón de goleo.
Lamentablemente para su causa, el buen momento que vivía en el renglón individual no iba de la mano con el funcionamiento colectivo. Los episodios de indisciplina comenzaron a adueñarse de su carrera. Poco a poco, fue perdiendo el equilibrio… «Un mensaje para Vergara, ¿quiénes son los jefes?», dijo en un Clásico en 2009. «No, Navarrete no falla, lo que pasa es tenemos un capitán de agua y una defensa de plástico», declaró en referencia a Aquivaldo Mosquera en 2011.
Sus desafortunadas declaraciones y problemas en el interior del equipo provocaron su salida del club de sus amores. Rayados, una de las instituciones más poderosas del país, lo fichó. Ángel estuvo en Monterrey durante dos torneos. Regaló lapsos interesantes, pero nunca logró la consistencia que se esperaba. La dirección deportiva del club regio buscó su salida a la primera oportunidad. Pachuca, su destino.
Con los Tuzos únicamente estuvo 6 meses. Gabriel Caballero, DT del equipo hidalguense en aquel entonces, no terminaba por entender al talentoso jugador: «A veces confunde el profesionalismo y no porque no trabaje o porque sea poco disciplinado, sino por otro tipo de detalles que no le permiten ser el jugador que México espera». A pesar de que no terminaba por convencer, la directiva del Pachuca intentó retenerlo, pero sus altas pretensiones económicas evitaron que la relación siguiera.
Luego de pasar en Rayados y Pachuca sin mucho que contar, Ángel llegó al Veracruz. Un eléctrico arranque de torneo en 2013 despertó al ilusión en quienes veíamos en él a un jugador con muchísima calidad, pero el tema emocional volvió a rebasarlo… Pidió no ser considerado por el DT, se peleó con un compañero y volvió a marcharse por la puerta trasera de un club.
Para sorpresa de todos, Chivas decidió hacerse de sus servicios previo al Apertura 2014. Sí, Ángel se enfundó en la camiseta del club que le pertenece a la persona a la que le restregaba todos los triunfos del América en los clásicos nacionales. Vergara, pese a decir que nunca ficharía a Reyna, se retractó y puso todas sus fichas en él. La confianza era total y, otra vez, no pudo ser…
Luego de tres torneos en los que apenas se supo de él, la directiva de Chivas decidió separarlo del plantel por no ‘compartir los objetivos del equipo’ y no ‘comulgar la filosofía de la institución’. Con 30 años de edad, el jugador que pintaba para ser uno de los referentes del balompié azteca se entrenará con el equipo de Tercera División de Chivas.
Ángel es un ejemplo claro de que el talento, en el fútbol y cualquier profesión, no lo es todo. Otro caso de un futbolista que pudo ser grande, pero no quiso…