Con apenas 15 años de edad debutó profesionalmente con la camiseta de Argentinos Juniors. Pasó muy poco tiempo para que se hiciera un habitual en el XI del modesto club argentino y comenzara a ser considerado por la Selección absoluta de Argentina. Era distinto. Único. Lo sabía su equipo y lo sabían todos en Argentina.
Sus grandes actuaciones con Argentinos Juniors lo llevaron a ser tomado en cuenta por El Flaco Menotti en año mundialista, pero no alcanzaría un lugar para la Copa del Mundo. César Luis nunca dudó de la calidad de Diego. Sabía que llegaría lejos, pero creyó que aún no era su momento.
«Ese día, el más triste de mi carrera, juré que iría por la revancha. Fue la desilusión más grande de mi vida, lo que me marcó para siempre, lo que me definió. Yo sentía en mis piernas, en mi corazón y en mi mente que yo les iba a demostrar que iba a jugar muchos Mundiales. Eso mismo me decía Menotti, pero yo no entendía sus razones». Su revancha comenzó en su siguiente partido. En su primer duelo con Argentinos Juniors tras ser cortado, marcó dos goles y dos asistencias. Las adversidades y revanchas eran lo suyo…
En 1979, como capitán y máximo referente de la Selección juvenil de Argentina ganó el Mundial de 1979. Menotti le dio la ’10’. Era el inicio de una revancha. Su mirada estaba puesta en España 1982, pero las cosas no se le dieron. Con 21 añitos, Diego sufrió su primera eliminación de la justa más importante del mundo.
Con rodaje en Europa y después de haber superado episodios muy complicados, el momento que llevaba mucho tiempo esperando por fin llegó: México 1986. Nadie creía en aquella Selección de Argentina, pero Diego hizo que creyeran.
Argentina debutó ante Corea del Sur con una victoria de 3-1. Después, enfrentaron a Italia, duelo que terminó empatado con gol de Diego. El tercer y último partido de la fase de grupos fue contra Bulgaria; ganó Argentina con gol de Valdano y Burruchaga. Hasta ahí, Diego había tenido una buena actuación, pero, para ganar un Mundial, no basta con ser bueno, tienes que ir más allá y, eso, fue exactamente lo que hizo Maradona. El ’10’ y capitán de la Selección de Argentina se devoró a los uruguayos, ingleses (con mano incluida), belgas y alemanes. Argentina levantaba otro Mundial. El registro final de Diego en aquel certamen fue de 5 goles y 5 asistencias en 7 partidos.
«El jugador de fútbol puede tener muchas Copas en la mano, pero la Copa del Mundo es algo que todos queremos tener. Sentí un orgullo muy grande e inigualable. Yo prioricé siempre jugar para mi país. Para mi, la camiseta de la Argentina era la prioridad. Es algo que nació conmigo. Defender la camiseta de Argentina es lo más grande que me pasó. Puedo gritar un gol con la camiseta del Napoli, pero gritarlo con la camiseta de mi país es otra sensación», cuenta El Diego.
De ser cortado en el Mundial de 1978 a tocar el cielo con las manos. Un tipo de revanchas…