Día que parecía normal para Ola Gallstad, ojeador del Malmo FF. Tocaba ver un partido infantil en Rosengard para ver si cazaba algún talento. Cancha en malas condiciones y un encuentro que, parecía, regalaría pocas emociones. FBK Balkan, perdía por tres goles al entretiempo. Ola, a pesar de que no había visto algo que resultara interesante, decidió quedarse al complemento.
Un niño delgado, bajito y de piel muy pálida aguardaba en el banquillo porque llegó tarde al duelo. En el segundo tiempo, el entrenador decidió mandar al campo a este niño y él sería el encargado de darle la vuelta al partido. FBK Balkan ganó el partido 8-3 y los 8 goles los convirtió el jovencito que entró en el segundo tiempo.
Gallstad bajó y preguntó por el niño de los 8 goles, a lo que respondieron: «¿Su nombre? Su nombre es Zlatan Ibrahimovic». El mismo Gallstad cuenta la historia: «Su equipo perdía 3-0 y él estaba en el banquillo. Luego entró, ganaron 8-3 y Zlatan marcó todos los goles. Zlatan llegó al club a los 12 años. Tenía una gran técnica, pero era muy bajito. Creció hasta los 16 años y se convirtió en el más alto del equipo».
A partir de ese momento, Ibrahimovic se unió a las filas del Malmo FF, club en el que continuaría su formación y alcanzaría el profesionalismo. Sus complicado carácter y conductas inexplicables pusieron en riesgo su carrera, pero su determinación y ganas por trascender pudieron más.
Así comenzó la historia en el fútbol de uno de los mejores futbolistas de la época…