Nació en Gales. El deporte principal del país es el rugby. Intentó jugarlo, pero, por su complexión física, no era la mejor opción. El fútbol tocó a la puerta, y le abrió. Realmente le llamaba la atención más que el deporte de -fuerte- contacto.
Inició jugando en la escuela. El zurdo tenía condiciones atléticas que lo hacían destacar del resto. Era tan considerable la diferencia que su entrenador lo ponía entrenar de forma especial para que no sacara mucha ventaja de los otros chicos y desarrollara su pierna menos hábil. ¿El ejercicio? No patear con la pierna izquierda y tratar de jugar de primera intención.
Le sirvió, pero no era suficiente. En Southampton, el club que le permitió comenzar su camino por el fútbol de manera más formal, distaba de ser los más destacados. Es más, se pensó en dejarlo ir. Pero decidieron mantenerlo por su perfil y su velocidad.
Malcolm Elías, ex jefe de ojeadores del Southampton: «No era uno de los más sobresalientes, pero insistimos porque era zurdo, tenía algo especial: sabía centrar muy bien y superaba jugadores por su velocidad. Si me hubieran preguntado si creía que iba a ser un gran jugador mi respuesta habría sido no».
Sabía su situación, y no se vino abajo. Mejoró mucho. Pero cuando comenzaba a cambiar la percepción que tenía sobre él muchos entrenadores, otro problema se presentó. Tuvo molestias en la espalda, generadas por su explosivo crecimiento: pasó de medir de 1.70 m a superar el 1.80 en un verano. Su madre le pidió a los entrenadores del club que le dieran más tiempo para recuperarse, y éstos aceptaron.
El entorno no era el ideal, pero siguió insistiendo. Sus condiciones atléticas se compaginaron con su mejora futbolística, convirtiéndolo en uno de los jóvenes con mayor proyección en la Academia del Southampton. Debutó en el Championship y, pronto, llamó la atención de varios clubes de la Premier League. Tottenham lo fichó.
Al igual que en sus inicios, las cosas se complicarían en un arranque. Una lesión y una mala racha del equipo lo mantuvieron lejos de los focos en la Premier League. Su posición era lateral izquierdo, misma en la que se presentó con el primer equipo del Southampton. Desde su debut como profesional se veía su vocación ofensiva. No sentía mucho la marca, pero, por su velocidad, era difícil verlo superado por los extremos del campeonato.
No era su mejor posición, pero aprendió mucho siendo lateral. Entendió lo complicado que es el juego defensivo desde dicha zona y, cuando por fin le permitieron jugar más al frente, lo explotó. Lo que a él le costaba trabajo también le costaría a muchos de los otros laterales, ¿no? Bueno, Gareth lo entendió así, y lo aprovechó cuando Harry Redknapp comenzó a adelantarlo.
Se le vio como volante, extremo y hasta como interior. Su proceso de aprendizaje no paraba. Cada vez era mejor, pero nunca desistió en su lucha personal. Con Villas Boas en el banquillo del Tottenham, se abrieron más posibilidades. El portugués entendió que el galés tenía unas condiciones bárbaras y lo colocó como mediapunta.
André Villas Boas: «En el Tottenham Bale se adaptó a un estilo de juego que le ofrecía protagonismo, que le colocaba como punto de referencia en la mediapunta. Es la consecuencia natural de un equipo que reconoce a un jugador en un momento extraordiario de forma. Por ello recibe más balones y aumentan sus posibilidades de impactar en el juego. Y aumenta su responsabilidad».
Le brindó total libertad y fue, ahí, donde Bale explotó como futbolista. 26 goles y 15 asistencias en 44 partidos lo colocaron como el mejor jugador de la Premier League, en 2013. La historia pudo seguir así, pero ahora había que luchar por títulos. Tottenham tenía un proyecto serio, pero los trofeos no se veían cercanos. Real Madrid vino y el ciclón, pese a que sabía que el entorno volvería a ser complicado, aceptó.
Nuevo club, nueva ciudad, nueva cultura, nueva idioma y nueva oportunidad para seguir aprendiendo. Lleva tres años en la institución y, salvo partidos contados, no ha podido jugar en su posición natural. Además, por si fuera poco, en su primer mal momento tuvo que aprender a lidiar con la bipolaridad y ventajismo que caracteriza a un sector importante del madridismo.
Pese al entorno, no deja de aprender. Como extremo derecho, ‘9’ o mediapunta esporádico se ha sabido adaptar y se ha convertido en un elemento importantísimo en el Real Madrid. El golpe cultural/ambiente no lo superan, y su disponibilidad para atender las peticiones tácticas le ha permitido seguir mejorando día a día.
Es un crack, pero se entrena como si no lo fuera. Trabaja muchísimo y no se cierra al aprendizaje. Y gracias a esto pasó de ser un jugador más en la Academia del Southampton a ser el MEJOR JUGADOR DEL REAL MADRID en la temporada 2015/16.