Dejamos pasar algunas horas para escribir un poco más tranquilos y tener más tiempo para analizar. Vimos el partido por segunda vez y tenemos varios apuntes/reflexiones que nos gustaría compartir con todos ustedes, Invictos. Esperamos sus comentarios en la parte baja de la nota para debatir un poco sobre el duro golpe que recibió la Selección de México.
→ XI inicial. Ochoa, arquero comprobado en escenarios imponentes, titular. Aguilar, el mejor lateral derecho de la Liga MX, titular. Araujo, de buena Copa, titular. Moreno, nuestro mejor central, titular en dicha posición. Layún, en la posición en la que mejor rinde, titular. Un mediocampo -quitando a Dueñas- que, en buen momento, le puede competir a cualquiera. Y una ofensiva que, previo a la competencia, se perfilaba a ser titular en todos los partidos. A las 8:59 pm (centro de México) no había un seguidor que cargara contra el XI que presentó Juan Carlos Osorio ante Chile. Es más, antes de que se escuchara el silbatazo inicial, para muchos era la alineación más sensata que había presentado en toda la competencia.
→ Formación táctica. 4-2-1-3. Aguilar por derecha. Araujo/Moreno, centrales. Layún, por izquierda. Dueñas/Guardado, en el mediocentro. Héctor Herrera, mediapunta. Lozano, extremo derecho. Corona, extremo izquierdo. Y Chicharito, centrodelantero. Pensando en que Chile saldría con 4-3-3. La línea de tres, que vimos ante Uruguay y Jamaica, no era una opción tan oportuna, porque quedaríamos mano a mano atrás. Quitando el tema de Dueñas, quien, a nuestro juicio, debió haber sido reemplazado por Jesús Molina, no hay comentarios, realmente sólidos, para cuestionar la alineación y parado táctico inicial del señor Juan Carlos Osorio.
→ Plan. El 4-2-1-3 tiene una razón de ser. Línea de cuatro para, siempre, buscar tener superioridad contra la línea de ataque de Chile (Vargas, Alexis y Puch). Dos mediocampistas centrales para luchar contra sus interiores de largos recorridos. Héctor Herrera como MP para tratar de fijar a Marcelo Díaz, que es el jugador que mejor proyecta, lanza y distribuye en el combinado chileno. Y un ataque de bandas lleno de dinamismo y velocidad para tratar de hacer sufrir a la defensiva chilena, que no es precisamente la más rápida del continente. La intención era clara y el plan era realmente sensato/interesante. El tema fue de ejecución.
→ Las responsabilidades. Por supuesto que Osorio tiene un grado importante de responsabilidad. Él es el líder. El jefe. Pero, insistimos, el XI -salvo Dueñas- y la estrategia eran muy sensatas. Cualquier mexicano, medianamente empapado de la actualidad de nuestro fútbol, firmaba lo que planteó Osorio antes del encuentro. El tema, más allá de lo parados e intenciones, fue de ejecución. La idea era tener superioridad numérica ante tipos de Alexis. Se hizo, pero los jugadores se le quedaban viendo y le daban tiempo para pensar. La idea era que Héctor Herrera fijara a Marcelo Díaz para que no tuviera tanta influencia. Bueno, pues HH ni presionó con sentido ni generó. La idea era que Lozano/Tecatito presionaran a los laterales para que no salieran con balón controlado y que los volvieran locos cuando les tocaba enfrentarlos, y ninguna de las dos cosas pasaron. La idea era que Dueñas, con su gran recorrido, compitiera contra Vidal, y se vio superado en todo momento. Muchas cosas se planearon y trabajaron, pero no se ejecutaron. Chile supo pegar y nos dejó noqueados muy temprano en el partido.
→ Salir jugando. Con las cualidades de nuestros jugadores y el fútbol chileno, no nos sorprendía que se pretendiera salir jugando, y que se luchara por la posesión. Lo que sí nos sorprendió es mantener la intención, pese a que la presión chilena estaba siendo de un nivel altísimo. Es un detalle no menor que sí se le debe atribuir a Osorio y cuerpo técnico.
→ Respetamos mucho. Este punto se define viendo la marca que le hicieron a Lozano y a Corona. Los interiores/centrales hicieron recorridos para quedar 2 vs 1 contra los extremos mexicanos. Y cuando ellos iban con superioridad, dejar pasar a los nuestros no era opción. México, por otra parte, intentó hacer algo similar, pero se fue muy permisivo Increíble la pasividad con la que se marcó a Alexis y Vidal.
→ La actitud. Nada salió, pero la actitud no se puede negociar. Nunca hubo sensación de que se podía revertir. La derrota pega, pero lo que en realidad duele es la forma. Nos fuimos sin meter las manos. Sin actitud. Y sin personalidad. Perder, cuando se juega a la pelota, es una opción abierta, pero hay maneras de perder. Cuando caes dejando todo, la sensación final es esa: que no te guardaste nada. Pero cuando caes y solamente ves pasar al rival, la decepción no sólo es por la derrota, sino por el no haber dejado todo en el terreno de juego.
→ Aficionados y comentaristas post-resultados. Cobijados por un resultado dramático, salen de las alcantarillas los reventadores. Cuestionan el parado táctico, cuando antes del inicio del partido estaban más que conformes. Se quejan de las rotaciones, cuando, con la racha de partidos invictos, tibiamente hablaban de que rotar tanto no es común en México, pero ‘mientras se den los resultados no hay mucho que decir’. No seamos aficionados de portada de lunes. No seamos oportunistas. Evidentemente fue un desastre y ha sido un papelón inolvidable, pero nadie, con el XI y estrategia que se tenía en mente, lo habría pronosticado. Se conjuntaron las dos cosas: Chile jugó un partido que rozó la perfección y la Selección de México, aturdido ante el poderio chileno, se olvidó de todo la trabajado.
EL UNO A UNO
→ Guillermo Ochoa. Si Corona o Talavera salen al arco, se comen los mismos goles. El hombre de la portería fue el menos culpable de la noche. Se habla mucho del primer gol, pero ahí el error inicial está en la débil marca de Aguilar/Layún sobre Alexis. Su nombre quedará en la historia -de manera negativa- por la magnitud de la goleada, pero le habría pasado a cualquiera de nuestros tres porteros. No se engañen.
→ Paul Aguilar. Nunca antes lo habíamos visto tan superado. Salvo un par de anticipaciones antes del segundo gol, un desastre de principio a fin. No ganó un duelo, fue muy permisivo en la marca y cometió graves errores de ubicación. El peor partido que le recordamos al mejor lateral derecho de la Liga MX.
→ Miguel Layún. Algo similar a lo de Aguilar. Jugó en la posición en la que mejor rinde y, tristemente, le pintaron la cara en todo momento. No nos sorprende que haya tenido un mal partido, nos sorprende la falta de actitud que mostró. Lo del sexto gol fue una barbaridad.
→ Néstor Araujo. De lo mejor de la Copa América. Respondió a la confianza de Osorio. En el 1T, nuestro mejor jugador. Después, en el complemento, era él sólo contra los tres chilenos de ataque. Curioso o no, el jugador que más dudas despertó antes del inicio de la competencia fue, quizá, el que mejor rindió.
→ Héctor Moreno. Decepcionante Copa. En línea de tres, entendíamos que pudiera tener complicaciones. Pero este sábado jugó en su posición, y fue un cheque al portador para los atacantes andinos. Pasividad total. No le recordamos una actuación tan floja en toda su carrera como jugador internacional.
→ Jesús Dueñas. La única titularidad que no entendimos. Quizá por sus recorridos y buena salida, Osorio recurrió a él, pero en partidos anteriores había demostrado que no andaba. México necesitó músculo. Extrañó a Jesús Molina. Y cuando estaba todo cuesto arriba, la personalidad de Márquez.
→ Héctor Herrera. Mediapunta. Debía presionar la salida chilena, cuando tocaba defender. Y mantener a Díaz preocupado, cuando atacaba. Nada de eso pasó. Una noche -y competencia- muy triste para el aún jugador del Porto.
→ Andrés Guardado. Lo comentamos durante el partido: necesitamos al Andrés del PSV más que nunca. Pero bueno, no llegó a Estados Unidos. Aportó muy poco en contención y sus entregas, además de arriesgadas, fueron muy imprecisas. Desapercibida versión de Andrés.
→ Jesús Corona/Hirving Lozano. Un desborde y poco más. Había que presionar mucho, y no se hizo. Merodear o acercarse a los defensores no es presionar. No los activaron mucho, hay que decirlo. Fue un juego muy jodido para todos los elementos que jugaron en ofensiva.
→ Chicharito. Ni la vio. El entusiasmo que suele mostrar se fue apagando al ritmo de los goles chilenos. Intentó botarse, pero ayuda poco fuera de su hábitat. Para que un goleador de las cracterísticas de Javier pueda ayudar, necesita un trabajo colectivo considerable. Si no existe el equipo, no existe un ‘9’ como Chicharito.
→ Raúl Jiménez. No jugó todo el partido, pero fue el que mejor sensación nos dejó. Pese a jugar cargado a las banda casi toda la Copa, lo de Raúl ha sido muy positivo. Jugador para muchos años en la selección mexicana.
Hicimos el uno a uno en la mitad de la nota para valorar lo que comentamos en un inicio. Por supuesto que hay cosas que mejorar desde el punto de vista táctico y estratégico, pero mucho de lo que pasó se debió a todo lo bien que hizo Chile y la mala ejecución mexicana de lo que se trabajó.
→ Autocrítica. El primer paso para resolver un problema es aceptarlo. Osorio, a diferencia de otros entrenadores, asumió la responsabilidad (sin ser totalmente suya) y se mostró sumamente autocrítico tras el partido. Antes, cuando los entrenadores buscaban pretextos, exigíamos autocrítica. Hoy, que Osorio la ha demostrado, muchos hablan de un discurso barato y cómodo. Una pena. Es claro que después de ser superado con tanta autoridad no iba a salir a decir que fue culpa del árbitro, pero escuchar a Osorio tras el encuentro es una buena señal de que todos, en el plantel, están conscientes de que se acaba de tocar fondo.
→ Mala noche. Osorio sigue siendo un gran DT, Chicharito sigue siendo un goleador de élite, Miguel Layún sigue siendo el lateral más asistente de Europa. Herrera sigue siendo un referente del Porto. Guardado sigue siendo MVP en Holanda. Y Corona/Lozano siguen siendo joyas aztecas. Son realidades. Las cosas no cambian por una mala noche. Eso debe quedar claro. Un alumno destacado no esta destinado al fracaso si no logra aprobar un examen para el que se preparó.
→ Realidad mexicana. Esta derrota no nos define. Chile -ni ninguna selección del continente- es siete veces más que México. Ni con la mejor racha activa de partidos sin derrota éramos los mejores del mundo, ni con esta goleada escandalosa somos los peores afiliados a la FIFA. Mesura. Ni tan tan, ni muy muy. Tenemos una selección competitiva y tenemos jugadores de calidad. Pero nos falta muchísimo. Para trascender, la calidad no es suficiente. Se necesita equilibrio emocional. Se necesita capacidad de respuesta ante la adversidad. Se necesita fortaleza monumental. Se necesita continuidad. Se necesita trabajar.
→ Canalizar la derrota. Es irónico, pero, a veces, tocar fondo es un paso necesario para realmente despertar. Ha sido un descalabro sumamente doloroso, pero si logramos canalizarlo correctamente, se le puede sacar mucho provecho. Que la noche de 18 de junio del 2016 quede marcada como todo lo que no puede volver a hacer la Selección de México en un partido oficial. Que sea un parteaguas. Que los jugadores nunca se olviden de sus sensaciones durante el partido. Y que se trabaje para nunca repetir lo que se vivió.
→ Continuidad a Osorio. Aprenderá muchísimo de la experiencia en la Copa América. Es su primer trabajo como seleccionador, así que, seguramente, se dio cuenta de muchas cosas. Conforme fue pasando la Copa, se dio cuenta de que algunos jugadores no pueden jugar en ciertas posiciones, y lo corrigió. Esas cosas deben quedar. Sin tanto tiempo de trabajo, moderar el tema de las rotaciones debe estar pasando por su cabeza. Juan Carlos trabaja mucho y es claro con sus mensajes. La caída fue trágica, pero habría sido aún más trágico no escuchar al colombiano asumiendo su responsabilidad y mostrándose consciente de la pena que dio México en el terreno de juego. Lo decimos hoy, en medio de una tormenta histórica: dejemos que trabaje.
→ El camino al éxito. Leemos comentarios y pareciera que muchos creen que el éxito es algo espontáneo. No, señores. Para alcanzarlo hay que trabajar, y mucho. Queremos resultados inmediatos, pero después nos quejamos de que no hay continuidad. Queremos que haya variantes, pero no queremos que se pruebe en los partidos. Queremos éxito y creemos que se alcanza sin superar obstáculos. Increíble, ¿no?
→ A reflexionar. La diferencia entre las personas que salen adelante y las que no, está en el cómo se comportan ante el fracaso; cómo se plantan ante la adversidad. Podemos tirarnos a la cama, decir que somos los peores del mundo y que nunca vamos a trascender. O podemos seguir analizando el partido, detectar las fallas que se cometieron, trabajar arduamente y no renunciar hasta alcanzar los objetivos. Que las cosas, en alguna ocasión no salgan como se pensó, no nos puede definir ni estancar. Nos debe marcar, pero únicamente para mejorar.
→ Oportunismo puro y duro. Insistimos mucho en este punto porque muchos de los comentarios que se leen en el mundo del fútbol son una barbaridad. Los jugadores que hace unas horas cayeron de forma dramática son los mismos que hilvanaron la mejor racha invicta en la historia de la Selección de México. Los jugadores que hicieron un partido que rozó la perfección son los mismos que eran criticados de manera excesiva por su duelos anteriores. El entrenador que recibió una goleada hace unas horas es el mismo que hace dos días era el genio que nos iba a llevar a la final de la Copa. Y el entrenador que comandó una goleada de época es el mismo que hace dos días era lo peor que le pudo pasar a Chile, tras Bielsa y Sampoli. Memoria. Mesura hasta en el momento más duro. Exigir no es lo mismo que reventar.
→ A levantar la cara. Nunca nos olvidemos de la noche del 18 de junio del 2016. Que marqué un antes y después. Trabajemos incansablemente para que, en un par de años, hablemos de lo mucho que aprendimos en los Cuartos de Final de la Copa América Centenario 2016. La derrota, por más dura que sea, siempre tendrá algo positivo: NUNCA ES DEFINITIVA.