Se habían jugado 120 minutos de la semifinal de Brasil 2014 entre Holanda y Argentina, el segundo finalista de la Copa del Mundo se conocería tras las tanda de penales. El nerviosismo en ciertos jugadores se notaba a kilómetros. Algunos se tiraron al piso intentando descansar, otros fueron a hidratarse y otros tantos buscaban al cuerpo técnico para saber si iban o no a ejecutar.
Los guardametas, Romero y Cillessen, se separaron, sabían que todo estaba en sus manos. Junto a Romero, estaba el único futbolista que no quiso descansar, ni hidratarse, ni escuchar el discurso del cuerpo técnico: JAVIER MASCHERANO.
El Jefecito se le aceró a Sergio y le dijo con mucha calma y claridad: «Hoy, te comés el mundo. Hoy, hoy, te convertís en héroe». Cerró su discurso con un beso y mandó a Romero a la portería. El capitán sin gafete había hablado con su arquero. El líder de Argentina, con aquella soberbia barrida sobre Robben, le dio la oportunidad a El Chiquito de convertirse en el héroe de una nación.
Romero no desaprovechó la oportunidad, y escribió su nombre con letras de oro en la historia del fútbol argentino. El héroe, tras esa tanda, se llamó Sergio, pero, en muchas ocasiones, las personas detrás de los héroes son los verdaderos salvadores…