Si una historia define lo que ha sido el uruguayo Sebastián Abreu en el terreno de juego es la del penal decisivo de los Cuartos de Final del Mundial Sudáfrica 2010 entre la Selección de Ghana y la Selección de Uruguay.
En aquel encuentro mundialista, Ghana abrió el marcador antes del descanso con tanto de Muntari y La Celeste logró empatarlo con un soberbio tiro libre de Diego Forlán, lo que mandó la definición del partido al tiempo extra.
Entre la tensión y las ganas de no caer, Uruguay fue más precavido en el tiempo extra. Pero, cuando parecía que no habría más emocione en el tiempo suplementario, llegó una jugada a balón parado a favor de Ghana al 120′.
En esa acción, Muslera salió mal, provocando un descontrol total. Appiah, con el arco abierto, sacó un disparo que Luis Suárez tapó sobre la línea. Después, Adiyiah remató de cabeza y el delantero Luis Suárez volvió a tapar, pero, en esta ocasión, lo hizo con la mano.
El árbitro vio la jugada e hizo lo que tenía hacer: expulsó a Luis Suárez y marcó la pena máxima. Ghana tenía una oportunidad de oro para meterse entre los mejores 4 del mundo. Asamoah Gyan tuvo en sus pies el boleto a semifinales, pero no pudo ser. El africano estrelló su disparo en el travesaño.
En la tanda, el momento anímico era de los uruguayos. Convirtió Forlán, marcó Gyan, Victorino hizo la tarea, Appiah cumplió, Scotti anotó, Mensah erró, Pereira no pudo con la presión y Adiyiah falló. Todo dependía de Washington Sebastián Abreu. Si El Loco marcaba, Uruguay avanzaba, sino Ghana podía empatarlo y llevar la serie a muerte súbita.
Todos los que conocíamos a Abreu sabíamos -o al menos pensábamos- que la iba a picar. Afortunadamente para el ariete uruguayo, el arquero no tenía ni idea. Sebastián se plantó en el punto penal, acomodó el balón y lo picó con una sutileza de escándalo. Abreu enmarcó un momento mágico en la historia del fútbol uruguayo con una pintura majestuosa.
«Uno había visualizado en la vida que, un día, se me iba a presentar un momento sublime en la cancha. Pensé que el gol ante Costa Rica para clasificar al Mundial era ese momento, pero dije: ‘momento sublime, el máximo, un Mundial’… En la tanda se dieron las casualidades y me quedo en bandeja y dije: ‘este es momento’. Y cuando estábamos en el círculo central y van pateando los compañeros, uno va pensando cuál es la mejor manera: a un palo, fuerte, colocado… Pero como era el quinto, dije: ‘tengo 4 penales para analizar al arquero’. Entonces, bueno, tenía a Fucile a mi lado y necesitaba a un aliado… Se pateó el primer penal y le pregunto: ‘Fuci, ¿se movió el arquero?’ Y me dijo: ‘Si, Loco. Sí, Loco’. Viene el segundo penal y le pregunto: ‘Fuci, ¿se movió el arquero? Sí, Loco. Sí, Loco’. Y en el tercer penal, yo necesitaba reafirmar lo que ya pensaba para patear, le pregunté si se movió el arquero y me dijo: ‘Sí, Loco. Picálo y no me rompas más las bolas'».