Pasan los años y la pintura sigue fresca. Hay goles que no se olvidan y el que el francés Zinedine Zidane le marcó al Bayer Leverkusen, en la final de la UEFA Champions League 2002 celebrada en Glasgow, es uno de ellos.
Aquella noche, el Real Madrid, multicampeón europeo, se enfrentaba al Bayer Leverkusen, equipo que conquistaba al mundo con una propuesta muy atractiva. Los dirigidos por Vicente del Bosque partían como favoritos, pero era imposible descartar a un equipo que venía de eliminar al Liverpool y al Manchester United, en rondas previas.
La afición blanca confiaba en que Raúl, Zidane, Hierro, Roberto Carlos, Makéléle, Morientes y compañía traerían la novena a casa. Y los hinchas del Leverkusen, por su parte, soñaban con ver a Butt, Lucio, Placente, Ballack, Ramelow y Neuville levantando la orejona. El partido comenzó y las emociones llegaron de inmediato. Aún no se cumplían los 15 minutos de tiempo corrido y ambos equipos ya habían marcado.
Raúl adelantó al Real Madrid con un disparo cruzado, luego de que Roberto Carlos se avivara y le pusiera una ‘asistencia0 en un saque de banda. Y Lucio lo empató cinco minutos después en una jugada a balón parado. El duelo era de alta tensión, se luchaba por todas partes y las imprecisiones se adueñaron de varios futbolistas.
Antes de irnos al entretiempo, fuimos testigos de una de las obras futbolísticas más hermosas de la historia. Brutal servicio de Santiago Solari, Roberto Carlos le ganó la posición a Sebescen y el brasileño sacó un centro retrasado elevadísimo. El 99.9% de los futbolistas no habrían podido impactar el servicio pero, para fortuna del Real Madrid y los seguidores del buen fútbol, le cayó a un tal Zinedine Yazid Zidane.
Zizou, desafiando las leyes de la física, sacó un voleazo espectacular que dejó atónito al mundo del fútbol. Segundos después, cuando los amantes pudieron digerir lo que acababan de ver, los gritos se hicieron presentes. El internacional francés había marcado uno de los mejores goles en toda la historia del deporte.
“Todo empezó con una pared. Solari envió un balón a Roberto Carlos por el costado. Después Roberto Carlos puso un centro… y se ha hablado mucho sobre ese centro. Fue un centro atípicamente alto, pero si él hubiera mandado un centro perfecto, quizá yo no hubiera marcado esa volea, así que de hecho estoy contento con el centro que entregó, incluso aunque me llegó desde muy alto. Como resultado de eso, pude ejecutar esa volea y marcar ese gol. Así que no cambiaría nada sobre ese centro, aunque de vez en cuando lo recuerdo como un centro corriente. Lo único que me dije a mí mismo era que tenía que situarme bien detrás del balón y colocar mi cuerpo en la forma perfecta, y eso es lo que hice. Es algo que sin duda solo ocurre una vez en la vida, y a mí me ocurrió ese día en la final de la UEFA Champions League“, contó Zidane hace un par de años.
FÚTBOL CHAMPAGNE.