Nadie lo veía venir.
Cinco días después de levantar la tercera UEFA Champions League de su carrera como DT, Zinedine Zidane anunció que no seguirá en el Real Madrid. Con valentía y contundencia, el francés dio a conocer que ha considerado que lo mejor para él, para los jugadores y para el club es que no continúe.
En la conferencia de prensa explicó los argumentos detrás de su postura. Se va por el desgaste de estos 2.5 años. Se va porque es un ganador y cree que el próximo año será aún más difícil ganar. Y se va porque piensa que los futbolistas necesitan un cambio y una nueva metodología.
Confesó que, durante su gestión, no siempre dijo lo que sentía. Pero hoy sí lo hizo. Se le vio lleno de sinceridad y seguro de que está tomando la decisión correcta. Prefirió irse en la cima europea y no manchar lo que construyó. Marcharse como héroe y no quedarse lo suficiente para convertirse en villano.
Si algo caracterizó al Zizou futbolista fue su visión, su inteligencia y su lectura de juego. Veía las jugadas antes que el resto. La sensación que nos dejó este día es esa: que está leyendo lo que viene -o podría venir- en el Real Madrid.
Muchos de los referentes ya superan los 30 años de edad. La tensión entre la directiva y elementos como Cristiano/Bale está a la vista de todos. Y después de ganar tanto, en tan poco tiempo, lo normal es que venga la caída. En este curso ya pasó. Su jerarquía en Champions ‘maquilló’ lo que fue, en definitiva, una terrible temporada a nivel local.
El legado del francés en el Real Madrid es imborrable. Brilló como jugador, ayudó como asistente técnico y escribió historia como DT. Su mayor cualidad: aprovechar su experiencia como futbolista de élite para manejar a un grupo lleno de estrellas. Después, saber comunicar y no titubear al momento de resolver.
Llegó en etapa de crisis (post-Rafa Benítez), y le dio un giro total. Aprovechó el crédito/respeto que genera por lo que hizo con pantalones cortos, para convertir las dudas en trofeos. Pero en la élite no basta con un buen discurso, o con haber sido un gran futbolista. Es cierto que no ha exhibido el repertorio táctico de otros grandes del banquillo, pero no se le puede definir como un ‘alineador’.
Un alineador no gana 9 títulos en 2.5 años. Un alineador no se convierte en el primer tricampeón de la UEFA Champions League. Y un alineador no firma el año más ganador (2017) en toda la historia de un club como el Real Madrid.
¿Quién apostó a tope por Casemiro como mediocentro titular?
¿Quién convenció a CR7 de que, en este momento de su carrera, necesitaba dosificar para llegar fresco al tramo final de temporada?
¿Quién se la jugó por Benzema, pese a que su compatriota vivía momentos durísimos?
¿Quién rompió el 4-3-3, cuando vio que la BBC estaba lejos de su mejor versión?
¿Quién confió en Isco Alarcón, pese al gran rendimiento de James Rodríguez?
¿Quién consumó la transición en la defensa central (Pepe-Varane)?
¿Quién abrió el 4-4-2 tras probar y ver la respuesta de Asensio/Lucas Vázquez?
No todas fueron buenas, pero sí la mayoría. Y con Zidane en el banquillo, la impresión es que siempre buscó lo mejor para el club/equipo. No le importaba el protagonismo, siempre fue categórico con los medio de comunicación, liberaba de presión a su plantel y se hacía cargo de la responsabilidad en los momentos jodidos (porque también los hubo). Así como mencionamos que, en la élite, no basta un buen discurso, tampoco es suficiente ser un genio táctico. Como en todo, es necesario el equilibrio. Y ZZ lo encontró. Hizo -ver- fácil lo difícil.
Zidane es el amo del timing.
Si el panorama no es lo suficientemente alentador, lo mejor es alejarse. Innecesaria la exposición cuando sabes que las cosas, por una u otra razón, no son favorables para que los éxitos lleguen. Para ganar, el primer paso es creer que puedes hacerlo. Y Zinedine ha visto algo que le ha hecho pensar que, prologando su ciclo, todo se podía torcer.
Tenía dos opciones: aferrarse a algo, consciente de que lo que podía venir no era nada positivo. O dar un paso al costado sabiendo que, eventualmente, el rompecabezas se puede acomodar para un retorno.
Zizou volverá. Y cuando lo haga, será porque todos sabrán lo que hizo en su primera etapa como máximo responsable deportivo del Real Madrid Club de Fútbol. De haber continuado, quizá la despedida habría sido otra. Quizá no se habría marchado con una sonrisa, sino con un comunicado de destitución.
Con él en el banquillo, cree que el Madrid no daba más.
Con un cambio, otro discurso y otra metodología, tal vez puedan seguir triunfando.
Las personas exitosas tienen algo en común: saben cuándo decir que sí y saben cuándo decir que no. Después de haber celebrado 9 títulos en menos de 3 años y ser tricampeón de Champions, el 99.9% de técnicos, pese a notar lo que ha notado Zidane, se habría quedado. Él no.
Hoy se va seguro de que lo recordarán por las razones correctas.
Clase, elegancia, categoría, señorío, éxito y grandeza. Como futbolista y como DT.
Nadie representa al madridismo como lo hace Zinedine Zidane. Nadie.
Se marcha por la puerta grande, y esa misma puerta lo estará esperando…