El 23 de junio de 2014 fue uno de los días deportivos más felices de nuestras vidas. México, en la Copa del Mundo de Brasil 2014, selló su boleto a Octavos de Final, luego de vencer con autoridad a la Selección de Croacia, que en aquel entonces era dirigida por el histórico Niko Kovac.
Festejamos muchísimo el haber avanzado a rondas KO, pero lo que nos puso más contentos fue que le ganamos a una selección, que jugador por jugador, era más que México. Porque sí, aunque a veces logremos este tipo de resultados, no tenemos a compatriotas siendo titulares indiscutibles en los clubes más importantes del mundo.
Hoy, 11 de julio de 2018, después de que Croacia sellara su boleto a la final del Mundial de Rusia 2018, muchos de los comentarios que hemos leído van por el mismo rumbo: «México le ganó a Croacia en Brasil 2014 y, mientras ellos ya llegaron a la final de un Mundial, nosotros seguimos sin avanzar al famoso quinto partido».
Hace unas horas hicimos un post sobre el tema, pero la intención no era lamentarnos por el resultado croata, sino valorar el regreso, aprendizaje y crecimiento del cuadro europeo. La realidad es que, en el Mundial de 2014, lo normal hubiera sido que nos ganaran. Basta con revisar nóminas y el club para el que juega cada futbolista (por eso el triunfo tiene tanto mérito). En Rusia, ahora sí, han podido exhibir su calidad. Han podido demostrar que, tal y como se pensaba por el talento de la generación, pueden sentarse en la misma mesa que los Suker, los Prosinečki y los Boban (Mundial 1998).
Ellos han producido futbolistas con las condiciones/cualidades para que su alcance, en una Copa del Mundo muy disputada/cerrada, sea el último juego. En México todavía estamos lejos de eso. Ellos tienen a jugadores como titulares indiscutibles de los equipos más importantes del planeta (Modric, Mandzukic, Rakitic, Perisic, por ejemplo). En México tenemos a muy pocos jugadores siendo fijos en un club de Liga TOP5 de Europa (y los que tenemos juegan en Ligas del segundo escalón en Europa, como Bélgica, Portugal u Holanda).
¿A qué vamos con esto? A que no es correcto decir que México era mejor que Croacia en 2014 y que, tan solo cuatro años después, ellos pasaron de 50 (papelón) a 100 (final). No. Superficialmente eso se ve, pero no es así. Ellos ya tenían calidad de clase mundial, sus referentes siguieron compitiendo en la parte más alta de la élite y se dieron cuenta que no bastaba con esperar algún destello individual, sino trabajar como bloque.
No por ganarles un partido eres superior o tus jugadores están en el mismo nivel que los de ellos. Hace 4 años le ganamos a 13 de los 23 de Croacia que están celebrando en Rusia 2018, y no somos mejores. En esta Copa le ganamos a Alemania, y no somos -ni estamos cerca- de ser mejores que ellos.
No, no estamos estancandos porque México sigue en sin avanzar al quinto partido y Croacia logró meterse a la primera final mundialista. Estamos estancados porque se han hecho prácticamente las mismas cosas que en las últimas tres décadas.
No hay ajustes desde la base, no hay continuidad, se sigue anteponiendo lo económico sobre lo deportivo y nuestros jugadores con calidad de exportación encuentran muchísimas trabas para poder salir (se piden millonadas).
México llega a la fase a la que te alcanza con jugadores que militan en el fútbol mexicano o que cada fin de semana van a los partidos de sus clubes europeos sin la certeza de ser titulares. Y Croacia, en Rusia 2018, llegó a una instancia que es accesible para un grupo que cuenta con figuras que destacan en clubes de la primera línea europea.
Ganar un partido mundialista no te hace superior, ni como selección ni a nivel proyecto/estructura. Alemania firmó un fracaso sin precedentes y volverá a ser favorito en Qatar 2022, porque su estructura sigue siendo funcional, porque siguen produciendo jugadores de una calidad bestial y porque siguen confiando en un míster que ha demostrado tener la capacidad para encausar/guiar a sus jugadores.
México crecerá cuando haya cambios de raíz. Y todos los involucrados jugamos en eso.
Los dueños/directivos tienen que terminar por darse cuenta que su negocio es el fútbol. Es decir: si va bien en la cancha, sus cuentas sonreirán mucho más (ver más allá del corto plazo). Ejemplo: dejas ir a Rodolfo Pizarro por menos dinero del que te pagarían en México; y como va con la procedencia de tu club, si le va bien, los scouts podrían volver por más talento de casa, o el medio -entorno- mexicano podría generar más interés. A mediano o largo plazo podría ganar más de lo que ganó por la venta de un caso aislado.
Los aficionados tenemos que ir cambiando nuestra cultura y definirnos. Como hemos escrito hasta al cansancio: los que hoy se quejan de la falta de jugadores jóvenes en la selección, son los mismos que revientan al primer chavo que erra un pase en su club. Acá se ve a chicos como Mbappé y Pulisic, y todos se desbordan. Sale Lainez y, pese a haber demostrado que es un jugador especial (con 17-18 años fue MVP del Esperanzas de Touloun), hay quienes lo revientan… ¡¡por surgir en el América!! Si todos queremos un buen nivel en la Liga, pero también queremos a jugadores buenos para la selección, pues apoyemos dentro de lo posible. No se trata de no exigir, sino de tener un gramito de paciencia y no restar. Los que son buenos llegarán. Sin embargo, pueden ser aún más buenos si tienen un contexto favorable.
Los medios dejar de polemizar/incendiar por todo. Analizar un poco más. Muchos ‘periodistas’ se montan en personajes -para mantenerse vigentes- y sueltan comentarios que solo buscan destruir. No necesitamos porristas, pero tampoco reventadores por decreto. Muchos pudieron cubrir otra Copa del Mundo gracias a la selección a la que le pegaron, le pegaron y le pegaron durante 4 años. Que la critica sea constructiva y, de paso, que haya más preparación. No somos de escuchar mucho las transmisiones de los partidos o los programas de debate. Pero, cuando lo hacemos, asombra la desinformación.
Y los jugadores también tienen que poner de su parte. En México, por cómo se ha trabajado, no vamos sobrados de talento (no porque no haya, sino por las fallas en la captación y las, muchas veces, escasas oportunidades) y varios de los que están tocados por la varita navegan en la zona de confort. México requiere jugadores valientes, con fortaleza mental, con ambición deportiva, que dejen la comodidad y que salgan a competir. Porque si bien es cierto que muchas potenciales carreras europeas se han visto truncadas por decisiones directivas, hay jugadores que, con mucha calidad, prefieren no salir de la Liga MX o terminan en un campeonato como la MLS, siendo aún jóvenes.
Necesitamos a más cabrones con la mentalidad de Javier Hernández, o del propio Guillermo Ochoa. Valientes, dedicados, dispuestos, determinados y con huevos. Ahora muchos se ríen del «imaginemos cosas chingonas». Y no entendemos por qué, si el autor de esa frase, sin ser un superdotado a nivel técnico, y pese a crecer en un entorno complicado (fútbol mexicano), ha sido capaz de mostrar su valía en Manchester United (Inglaterra)/Real Madrid (España)/Bayer Leverkusen (Alemania). Y, por si fuera poco, es el máximo goleador histórico de la Selección de México (marcando en todas las competencias que ha disputado).
Él sí ha imaginado y sí ha hecho/logrado cosas chingonas.
Ahora nos toca a nosotros, ¿no? A los directivos, a los medios, al resto de futbolistas y a los aficionados. Cambiemos -desde el fondo- para que todos los que imaginan cosas chingonas (porque estamos convencidos de que todos los jóvenes mexicanos que inician sus carreras se visualizan en lo más alto) también puedan lograrlas.
Un Mundial es una competencia de máximo nivel. Para ganarlo, es necesario contar con jugadores que estén acostumbrados a competir en esa misma línea. Croacia los tiene (los ha tenido desde hace varios años). México, no. Por eso ellos el domingo disputarán la final de Rusia 2018 y acá, en México, lo veremos por TV. Y la final seguirá siendo un evento distante hasta que no le demos un giro a la dinámica que nos ha mantenido en la misma instancia durante siete Mundiales consecutivos.
En la vida y el fútbol, no basta con poder (talento), también hay que querer (mentalidad/trabajo).