Una vez más, el representante de CONCACAF fue a dar pena en el Mundial de Clubes de la FIFA. Chivas tuvo una última oportunidad para levantar su desastroso segundo semestre de 2018, y nada cambió. El comportamiento que se vio a lo largo del A2018 de la Liga MX se repitió en su primera participación en el Mundialito.
CONCLUSIONES: PAPELÓN DE CHIVAS EN EL MUNDIAL DE CLUBES
➔ Del cielo al infierno en 90 minutos. La bipolaridad del Club Deportivo Guadalajara fue exportada. Pasaron de entregar un primer tiempo buenísimo, a ser completamente superados en la segunda mitad. La preparación pre-Mundial sirvió de poco. El primer golpe recibido los derrumbó, tal y como les ha venido pasando en el campeonato local. Después de que Kashima los empatara, no existió reacción. Un golito los sacó del juego. Y si eso sucede, es imposible aspirar a una participación histórica.
➔ El primer tiempo de Chivas. Los de Cardozo se impusieron en los primeros 45 minutos. Marcaron un gol de vestidor, Brizuela dañó varias veces entrando por sector derecho, fueron muy inteligentes/intensos para presionar (los dejaban recorrer algunos metros y posteriormente se lanzaban con orden para tratar de recuperar pronto), taparon bien las bandas de Kashima y Gudiño prácticamente no fue exigido. Todo lo que están leyendo realmente pasó. La cuestión es que fueron incapaces de sobrellevar un resultado favorable y, como escribimos arriba, el empate los dejó KO. Los desconectó haber encajado un gol en el tramo inicial del segundo tiempo, luego de haber estado tan bien en el primer capítulo.
➔ Saber pegar. Insistimos en que este partido no fue más que la representación del A2018 que jugó Chivas: nunca supieron manejar resultados y, además, carecieron de contundencia. Cuando el trámite era suyo (primer tiempo), tuvieron el 0-2. El arquero ahogó el doblete de Zaldívar, y Orbelín pegó un balón en el poste, entrando desde la frontal del área. Un gol más habría condicionado todo. Dejaron vivir a los rivales. Y ellos, que entiende de qué va el Mundial de Clubes (fueron finalistas en 2016), no los perdonaron. Los japoneses sí supieron capitalizar el lapso en el que fueron más.
➔ Kashima Antlers y su reacción. El rival también juega. El haber sido claramente inferiores en la primera parte no los frustró. Llegó el descanso y replantearon las cosas. Renovaron la banda izquierda con Hiroki Abe, quien, además de aportar frescura y dinamismo, terminó marcando un golazo (lastimó con sus recortes hacia el centro; jugó a perfil cambiado). Koki Anzai entró sobre el final, y le puso criterio a un par de transiciones. El DT ajustó y sus jugadores respondieron. De hecho, Gudiño evitó que cayera una cuarta anotación.
➔ La jugada que rompió a Chivas. El gol del empate de Kashima exhibió a Chivas. Todo nació de un despeje del arquero rival. Hedgardo Marín se dejó anticipar, se desorientó y no fue capaz de volver en velocidad (le comieron la espalda). Jair Pereira partió mal ubicado (estaba casi en línea vertical con Marín, dejando una avenida por derecha). Van Rankin quedó colgado. Y, cuando tuvieron la oportunidad de tapar a Shoma Doi haciendo el 2 vs 1, no pudieron taparlo. Un desastre.
➔ La imprudencia de Michael Pérez. Dio argumentos para que se señalara la pena máxima. Se plantó, pero hubo contacto. Y con o sin VAR, entendemos que el árbitro interpretara que fue penal. Polémico, sí. Invento, no. Una jugada en la que se reflejó la inseguridad y descontrol de Chivas en el segundo tiempo.
➔ El tercer gol japonés. 3 de Chivas vs 2 de Kashima, y les ganaron. Podemos comprender que una buena asociación haya permitido que Abe pisara el área y se pusiera frente al arco. Lo que no se puede ser es que le hayan concedido tanto tiempo para recibir, acomodarse y buscar el ángulo más lejano. Pereira tardó en salir. El capitán tampoco estuvo a la altura.
➔ La luz del club tapatío. El mejor fue Brizuela. Desequilibró, cambió el ritmo, asistió y, en cada balón que recibió, intentó hacer algo distinto. No solo fue la luz en este amargo partido de Chivas, lo fue durante todo el semestre. En su momento, trabajó y respondió como lateral. Sin embargo, es claro que su mejor versión se presenta cuando juega como extremo o volante. De ahí no puede/debe salir.
➔ El fracaso inició en mayo. Después de ganar la Concachampions, la directiva debió centrarse en fortalecer al equipo, no en debilitarlo. No pudieron retener a Cota, dejaron que Pizarro (el jugador distinto) se marchara y, por si fuera poco, echaron a Matías Almeyda, el DT que los guió a conquistar la Concachampions y que levantó 5 títulos en menos de 3 años. Les costó mucho disputar un Mundial de Clubes (el primero de la historia), y no lo valoraron. Cuando aterrizaron en Dubai ya iban perdiendo con su bodrio de planeación. Por una gestión de equipo chico, desaprovecharon una oportunidad fantástica para dar un golpe de grandeza.
➔ Los refuerzos de Chivas. Hiram Mier, Villalpando y Alexis Vega, cerrados. Deben ir por más. Como se pudo apreciar en los últimos meses, la llegada de Mier era urgente (Marín dejó ir sus chances y Pereira necesita competencia). Villalpando será una variante en el mediocampo. Y Alexis, si no hay sorpresas, buscará ser el hombre gol que le ha faltado a los rojiblancos (Pulido es más mediapunta y Zaldívar no tiene una mala cuota, pero necesita de muchas ocasiones para marcar). Ahora, en el escenario ideal, deben sumar a un central más, a un lateral izquierdo, a un mediocentro posicional (cómo han sufrido ahí desde la salida del Gallito) y otro volante ofensivo. No hay muchas opciones. Repasando nombres: César Montes, Rafa Baca/Jesús Dueñas y Marcel Ruiz (parecía encaminado). En el puesto de lateral izquierdo, las opciones más interesantes serían Aldrete y Angulo, aunque parece que Mayorga recibirá voto de confianza. Chivas tiene que abrir la chequera. No se pueden permitir otro torneo sin Liguilla.
➔ Un Mundial de Clubes más tirado por un club mexicano. Perder en el primer partido no es algo nuevo para clubes mexicanos, también le pasó al Pachuca, Rayados y América. Y sí, el calendario no ayuda mucho (se gana el boleto en el primer semestre y se compite hasta el cierre de año), pero este dato va más allá. En México no hay consistencia. Los equipos no pueden mantenerse. No hay estructuras y las ideas/proyectos suelen tener poca continuidad. Estamos convencidos de que lo de este sábado no es la realidad del jugador mexicano. Acá hay mucho talento y potencial. Lo que sí creemos es que los resultados de nuestras participaciones internacionales sí son la realidad de cómo se trabaja en México. Corrupción, poca paciencia, falta de claridad de objetivos (no definimos qué queremos ser) y un entorno mediático al que le fascina la destrucción. Y mientras no haya cambios de raíz, los pocos casos de éxito serán aislados.