Lo que se vivió en el Parc des Princes fue una locura absoluta. Se trató de la confirmación de algo que hemos repetido hasta el cansancio: en el fútbol -y en el deporte en general- no hay nada escrito. Si crees y luchas hasta el final, aunque todo esté en tu contra, puedes hacer posible lo que parece imposible.
Manchester United no avanzó jugando como solía hacerlo el Manchester United que algún dominó Europa. Sin embargo, pudieron meterse entre los ocho mejores del certamen porque apelaron al espíritu competitivo que los convirtió en gigantes. Un partido como el protagonizaron los chicos de Ole Gunnar Solskjær merece una entrega exclusiva de #ConclusionesInvictas.
Disfruten de la lectura.
CONCLUSIONES INVICTAS: MANCHESTER UNITED CONQUISTÓ PARÍS
➔ Una hazaña para la historia. Pogba, sancionado por expulsión. Ander Herrera, Juan Mata, Jesse Lingard, Alexis Sánchez, Nemanja Matic, Anthony Martial, Phil Jones, Matteo Darmian, Antonio Valencia y Eric Bailly (no pudo seguir en el juego), bajas por lesión. XI con suplentes habituales como titulares. Banquillo repleto de adolescentes (lo que provocó que ninguno de los tres jugadores que entraron de cambio superara los 19 años de edad). Y una desventaja global de dos goles. La victoria roja no pasará a la historia porque hayan remontado en patio ajeno siendo ampliamente superiores, como lo hizo Ajax el pasado martes. Irá a los libros porque, pese a todos estos handicaps, pudieron remontarlo. Saber competir no es ganar dominando o pasear al adversario, es explotar tus fortalezas para reducir el impacto de tus debilidades. Manchester United entendió cuál era la única manera en la que podía dañar, y se convencieron al ejecutar.
➔ El plan de Ole Gunnar Solskjær. Si con titulares lo más inteligente habría sido cederle la iniciativa al PSG, está claro que, con un equipo parchado entre jugadores clave y suplentes, la tónica debía ser la misma. A falta de Lingard/Mata, y pensando en tapar carriles interiores del PSG, el noruego planteó un 4-4-2. La idea fue clarísima: replegar, reducir la influencia de Verratti/Marquinhos (elementos que los lastimaron mucho en Old Trafford) y estar atentos a errores parisinos para dañar a la contra. La estrategia se vio fortalecida por las fallas groseras de Kehrer/Buffon y, encima, el cambio forzado por las molestias de Bailly les benefició muchísimo. Eric estaba siendo una avenida como lateral derecho (Bernat y Di María lo estaban disfrutando), así que, con el ingreso de Dalot y el haber retrasado a Young como lateral, se compactaron mucho más. El asesino con cara de niño entendió que ni había que volverse locos ni era necesario adelantar líneas con vehemencia. El 1-2, que fue demasiado premio para lo que se vio en la primera mitad (PSG tuvo media hora realmente buena), les permitió luchar con un único objetivo: llegar vivos hasta el tramo final. Lo consiguieron. Y todos sabemos qué pasó. Errores circunstanciales, sí, pero Solskjær fue pragmático y sus jugadores aprovecharon las situaciones que cayeron a su favor. Saberse inferior, el gran acierto de Ole Gunnar. El míster planteó un juego de acuerdo al estado de su plantilla y muy consciente de que proponer un ida/vuelta (en cualquier lapso del choque) habría sido un suicidio.
➔ El punto de inflexión Dalot/Buffon. Tuchel repitió el XI y estructura táctica que desarmó al United. 3-4-2-1. Lo lógico. ¿El lío? Apenas al empezar, Keher se vio presionado y, sin levantar la cara, jugó hacia el centro. Una falla de fútbol base que fue aprovechada por un Romelu Lukaku hambriento de anotaciones en una cita grande. Después del 0-1, vinieron los mejores momentos del PSG. Hubo un poco de tensión porque nadie se veía venir un gol de vestidor, pero pudieron reponerse. Jugaron media hora a gran nivel, explotando el juego de banda. Con pocos espacios por dentro, optaron por aprovechar los espacios externos. Dani Alves, Kylian Mbappé, Juan Bernat y Ángel Di María regresaron un poco de tranquilidad. El verdadero problema del multicampeón francés vino en el tramo final de la primera parte. El elenco inglés comenzó a asomarse a campo rival y, en uno de esos avances, Buffon (siempre es triste ver a una leyenda fallar) escupió una pelota que fue cazada por la bestia Romelu. El belga salió de cacería y, en cuanto percibía dudas/titubeos, se disparaba por la redonda. El 1-2 parcial, a nuestro entender, afectó mucho en lo anímico. Los fantasmas se presentaron y PSG, pese a tener el control del trámite, no liquidó. Y cuando no liquidas, siempre estará abierta la posibilidad de un Kimpembazo sobre la hora.
➔ El pecado del Paris Saint-Germain. Aún con los garrafales errores de Kehrer y Buffon, y sin Neymar y sin Cavani, PSG pudo haber sacado adelante la eliminatoria. De hecho, debieron hacerlo. En el segundo tiempo monopolizaron el balón y generaron ocasiones claras. El detalle fue que no se les vio muy interesados por asfixiar y acribillar al United. Querían dormir y sobrellevar. Vaya error. Ni siquiera hablaríamos del famoso ‘merecieron ganar’ cuando jugaron desconcentrados en zona baja y tuvieron lapsos largos de posesión estéril. ¿Sorprende que el Manchester United haya ganado con 3 goles tras solo haber hecho 4 disparos al arco de Buffon? Bueno, pues acá en un dato más sorprendente: controlando, dominando y con más de 70% de posesión, PSG hizo los mismos disparos al arco que el United. ¡Los mismos! De Gea tuvo sus intervenciones, más no lo exigieron de forma excesiva. No lo hicieron figura. El análisis no solo se puede reducir a los errores de Kehrer/Buffon, el penal y la mala fortuna. Con balón, PSG también dejó mucho que desear. Por jugar con fuego durante 60 minutos (y ojito a cómo replegaron en el tramo final), verán lo que queda de UEFA Champions League por TV.
➔ Un penal para la posteridad. A Rashford le sobró lo que al PSG le faltó. Mención honorífica por la presión a Kehrer (primer gol) y por todo su sacrificio. No fue un partido lindo para los delanteros del United y se fajaron pensando en el colectivo. Después, con apenas 21 años de edad, se plantó en el manchón penal sabiendo que enfrentaría al mejor portero de la historia y que, de fallarlo, todo el esfuerzo de su equipo se iría al carajo. La fortaleza mental para esos momentos solo la tienen los elegidos. En la casa de Mbappé, Marcus demostró que es otro juvenil que está para asentarse y dejar huella en la élite.
➔ ¿Alguien puede hablar de Smalling? Mentiríamos si escribiéramos que somos muy de Christopher. Es más, constantemente pensamos que ocupa un puesto que puede ser mejorado por la dirección deportiva del United. Pero si el zaguero hizo un partidazo, se le reconoce sin ningún problema. No se cansó de despejar balones, bloqueó disparos, lo vimos fino en cuanto a anticipación y estuvo especialmente rápido en segundas jugadas (le recordamos esa barrida a Mbappé post-mano a mano contra De Gea). Estuvo impecable. No exageramos si escribimos que es el mejor partido que le hemos visto a nivel europeo. ¡Ah! Y aprovechamos este para resaltar el crecimiento que ha tenido Lindelof en 2019. Qué gran noticia porque seguimos creyendo que el sueco puede forjar una carrera larga en Old Trafford.
➔ Bendito VAR. La tecnología, cuando se utiliza de forma correcta, es una bendición. El árbitro atendió el llamado de los asistentes del VAR y, ante la duda, optó por ir a evaluar la acción en la pantalla a nivel cancha. Los minutos de espera se compensan cuando se sabe que hubo justicia.
➔ La jerarquía en UEFA Champions League. Manchester United nunca dejó de creer porque su historia los obliga a pelearla hasta el final (y más con su DT actual, que algo sabe de victorias de último minuto). La cosa es que esa mentalidad se fortaleció aún más por la postura del adversario. Si vas a ahogarlos, o mínimo igualas el deseo/ritmo de la media hora posterior al primer gol de Lukaku, seguramente pudieron provocar que los red devils bajaran un poco la guardia. Que creyeran que no iba a poder ser. Al PSG, una vez más, le faltó jerarquía. Le faltaron tamaños, personalidad, temple y empuje. Pagaron por especular en todo el segundo tiempo, por atacar sin convicción y por creer que los tenían en la bolsa. En el interior del equipo hay quejas sobre el penal, cuando el tema central de su intercambio debería ser por qué carajos permitieron que Manchester United tuviera opciones de avanzar hasta el agregado. Se hicieron chiquitos en otro momento de alto riesgo. Así de claro.
➔ El dinero no garantiza éxito. Todos los clubes poderosos invierten millonadas. La diferencia entre unos y otros está en cómo lo hacen. No se trata de salir al mercado a coleccionar cromos. Es apostar con convencimiento por un proyecto y, a la cabeza del mismo, darle las herramientas que necesite. Manchester City es un ‘caso similar’ al del PSG. Y si bien todavía no dan el salto en UEFA Champions League, han dominado un campeonato local mucho más exigente que la Ligue 1 y, con Pep Guardiola al mando, se han convertido en un equipo con identidad. Un cuadro con sello. El éxito deseado puede o no llegar, pero están transitando por un camino definido. PSG parece que va sin rumbo. Tuchel nos parece un DT preparadísimo. La cuestión es que arribó a un club con un referente defensivo de 34 años (a Thiago Silva ya no le da para ser consistente), con diferencias entre jugadores ofensivos (Neymar/Cavani) y sin un mediocentro nominal que acompañara a Verratti (hasta invierno trajeron a Leo Paredes, quien apenas se está adaptando). Necesitan replantearse muchas cosas. PSG lleva años conformando grupos con una calidad tremenda, no equipos. Necesitan traer a jugadores que -sean o no mediáticos- se sientan atraídos por una propuesta deportiva estimulante, no por los ceros que ponen en sus cheques. Es un club que aún en las derrotas transmite frialdad.
TODOS SOMOS INVICTOS. Noches como esta son las que nos hacen valorar lo afortunados que somos. Nuestro ‘trabajo’ es relatar y compartir con ustedes partidos del deporte que más nos apasiona. No cabe duda que, aunque a veces es muy pesado y casi no tenemos tiempo libre, todo vale la pena. Gracias por todo el apoyo que nos brindan, Invictos. Los queremos con la vida.