Si por alguna extraña razón no pudiste ver el partido y solo revistaste el marcador final es muy probable que hayas pensado que el FC Barcelona paseó al Liverpool en el Camp Nou. No fue así. Los reds compitieron de gran manera e incluso llegaron a asfixiar a los culés. El ‘pequeño gran detalle’ estuvo en las áreas. Mientras los de Klopp perdonaron, los de Valverde mandaron a guardar tres de las cinco importantes que tuvieron. Los de enfrente tenían a Messi.
UN BARÇA CON MÁS PEGADA QUE FÚTBOL GOLEÓ AL LIVERPOOL
➔ El mejor del mundo de tu lado. Lo vimos protestarle al árbitro central, lo vimos completando recorridos larguísimos para defender ataques del Liverpool, lo vimos frustrado por no poder sortear algunos duelos individuales, lo vimos reclamándole a uno de sus compañeros tras una transición que no prosperó, lo vimos equivocar lanzamientos verticales, lo vimos exagerar tras un choque y lo vimos desgastado cuando el físico no le daba para equiparar el ritmo al que iba el partido. No estaba siendo una noche lúcida para el mejor futbolista del planeta, pero las ganas y el hambre de triunfo pudieron más que cualquier obstáculo. Sabía que era el momento para dar un golpe en le mesa, y lo dio. Entendió que su equipo lo necesitaba más que nunca, y apareció. FC Barcelona goleó porque lo tenían a él. Ter Stegen, Vidal y Alba fueron pilares para sostener, pero él fue quien hizo posible que la victoria fuera tan abultada. Liverpool luchó, compitió y hubo ratos en los que verdaderamente sometió al Barça. La cuestión es que ellos, sus rivales, cuentan con el mejor de todos. Y cuando el mejor está metido, hay poco por hacer.
➔ El plan de Klopp sin Bobby Firmino. La no titularidad de Firmino (problemas físicos) fue durísima para el Liverpool porque es el cerebro del ataque de los reds. Klopp tuvo que ponerse creativo y apostó por un sistema 4-3-1-2 que, en faceta de presión, era más un 4-3-3 asimétrico porque Wijnaldum adelantaba unos metros para ensuciar la salida blaugrana y Milner (después Henderson) se cargaba -aún más- hacia la derecha para vigilar las subidas de Jordi Alba. El otro cambio del míster alemán estuvo relacionado con la línea defensiva: apostó por Joe Gomez y no por Trent Alexander-Arnold. Un movimiento pensando, una vez más, en contener las subidas de Alba sin descuidar los destellos de Philippe Coutinho (no hubo mucho éxito en el caso de Alba). El planteamiento táctico no fue malo y mucho menos la idea: fueron a buscar al FC Barcelona. Valentía, presionaron altísimo, fueron intensos/correctos sin balón y abrieron la posibilidad de un incesante ida/vuelta. En los inicios de cada mitad, se jugó a lo que quiso Liverpool. Y conseguir eso, en el Camp Nou, es complicadísimo. Funcionaron. Perdieron por lo mal que decidieron en el último tercio, no porque su plan de juego haya sido malo o porque Barça los haya nulificado. Les faltó pegada y, sobre todo, criterio para definir su último toque.
➔ La noche de Ernesto Valverde. Arturo Vidal por Arthur Melo. Menos control y organización, más músculo, agresividad y llegada. Por la velocidad, por el nivel físico y por el vértigo del Liverpool, el partido pedía a gritos al chileno. Valverde lo entendió y, respetando el gran 2019 del ex Bayern Munich, lo puso en la cancha. Más un 4-4-2 que un 4-3-3. Buscar convertir, pero también estar bien parados atrás y no permitir que Liverpool corriera tanto. Los problemas llegaron por la gran presión alta de los visitantes. Recuperaban rápido y eso despertaba una constante sensación de peligro en campo blaugrana. Si bien hubo lapsos en los que lucieron endebles, el balance global, repasando en frío, es positivo. Colgaron el cero, sacaron todo del área y no permitieron que el elenco de Klopp terminara por aprovechar lo efectiva que fue su presión. La entrada de Sémedo por Coutinho, nos parece, aportó oxigenó y le permitió al FC Barcelona lanzar más contras. Nélson estaba fresco para lidiar con Mané, Sergi Roberto se adelantó y libero con conducciones, y Arturo Vidal, cambiándose hacia el sector izquierdo, le ayudó a Jordi Alba a reducir la influencia que estaba teniendo Mohamed Salah. Valverde supo responder. No es el FC Barcelona que te destroza a través de brillantes ataques posicionales, es un FC Barcelona menos dominante. Es un equipo más pragmático.
➔ El factor Marc-André ter Stegen. Tres atajadas del alemán en el momento más oscuro para el Barça. Cuando Liverpool no los dejaba salir, y cuando Piqué y Lenglet todavía no activaban el beast mode, Marc-André se hizo cargo. Dos disparos de Milner y uno más de Salah. Manotazos salvadores que permitieron que su equipo no encajara ningún gol de visitante. Messi acaparará -de forma merecida y entendible- portadas, pero eso no debe dejar en el olvido al canterano del Borussia M’gladbach. Fue una de las figuras y confirmó que, ahora mismo, es el mejor portero del mundo. Zubizarreta la clavó en el ángulo con su contratación. Y lo mejor de todo es que lo reclutó por 12 millones de euros. Sí, por solo 12 milloncitos se hicieron de los servicios de un arquero para, al menos, una década.
➔ El tren llamado Jordi Alba. Salah para fijarlo, Milner para vigiliarlo y Joe Gomez/Joel Matip tratando de repartirse las diagonales de Coutinho y las subidas Alba. En FIFA, todo cool. El problema fue que Liverpool presionaba muy alto. Y cuando presionas alto y el equipo rival consigue superar tu primera línea, los futbolistas no siempre pueden llegar -a tiempo- a cubrir su zona. Le pasó a Milner y le pasó a Henderson (jugó por derecha y James se fue a la izquierda tras la salida de Keita). Y Alba, en uno de esos momentos en los que el interior le dio tiempo/espacio, metió una asistencia (Suárez) y estuvo cerca de servirle otra anotación a Messi (Robertson salvó). No solo hay que tener el fondo para llegar, hay que saber qué hacer cuando estás ahí. Y Jordi ha crecido muchísimo en cuanto a lectura y precisión. Entiende de maravilla tanto a Messi como a Suárez. Y como Coutinho no termina por aparecer y Dembélé no deja de tener inconvenientes con lesiones, se ha convertido en el mejor socio de los dos monstruos de ataque. En este cotejo pudimos ver en la cancha a los dos mejores lateral izquierdos de la temporada. Jordi, el primero, por supuesto.
➔ Arturo Vidal, el jugador que todos quisieran tener. Para esto lo trajeron. Es un jugador de jerarquía. Le fascinan las grandes citas. Entre más imponente el reto, más se entrega. No iba a ofrecer la capacidad organizativa/distributiva de Arthur Melo. Él iba a poner al servicio del equipo su plurifuncionalidad, su agresividad, su experiencia, su fortaleza y su despligue físico. Arturo estuvo en todas partes. Arrancó como volante por derecha y cerró el juego como volante por izquierda. A tope en cada duelo (ganara o perdiera), coberturas a laterales, metió la pierna como el que más, seguimiento a jugada para cerrar, nunca dio un balón por perdido y, por si fuera poco, pisó el área rival. Completó un partido descomunal. Y pensar que muchos, pese a su monstruoso historial en Chile, Italia y Alemania, dudaban de su fichaje. Cuando arribó a la ciudad Condal no tuvo reparo en comentar que venía a ganar la UEFA Champions League. Y aunque todavía no se sabe si lo lograra en su curso de debut como culé, está sosteniendo sus declaraciones donde se deben sostener: en la cancha. Es un animal competitivo. Siempre en nuestro equipo.
➔ La vida sin Roberto Firmino. En cuanto a regates, duelos y enfrentamientos cuando tenían metros por recorrer, Mané y Salah estuvieron casi imparables. La situación es que en este tipo de partidos no basta con ganar batallas individuales, se necesita criterio en zona de resolución. Se necesita calma y lectura para elegir la mejor opción posible. Bobby es quien aporta eso. Maneja tiempos, descarga, fija centrales y es uno de los jugadores con mayor sensibilidad/precisión para poner en situaciones de ventaja a sus compañeros. Wijnaldum aportó en faceta de presión (no dejó de incomodar a Busquets y a los centrales), pero con balón se quedó cortito. No es -ni cerca- el apoyo que complementa a Mo y Sadio.
➔ La UEFA Champions League siempre penaliza. La Copa de Europa es de golpes. La famosa ‘justicia deportiva’ no siempre impera. Dominar y tener al rival sobre las cuerdas no es suficiente. Te puedes ir a casa si no aprovechas tu lapso de superioridad. Liverpool no aprovechó lo exitoso que fue su sistema de presión. Carecieron de contundencia y también fluidez (sus chances fueron más disparos aislados post-rebotes que jugadas bien construidas). Los reds funcionaron y, por etapas considerables, sometieron. Todo muy lindo hasta el último toque. Y si en la Champions no resuelves, lo normal -y más con Messi en el otro equipo- es que te manden a terapia intensiva.
➔ Saber sufrir, como el Real Madrid. No hay gloria sin un poco de sufrimiento. En los últimos años al FC Barcelona le costaba mucho sufrir. No digerían esos momentos. Cuando los ahogaban, eran incapaces de reponerse. Esta temporada, han dado un salto notorio en ese sentido. Aún en partidos en los que no se ven cómodos y el rival está produciendo más, tienen el equilibrio emocional y los argumentos futbolísticos para no salirse del juego y golpear a la mínima oportunidad. Lo demostraron contra el Real Madrid en Copa del Rey, contra Manchester United en los Cuartos de Final de la Champions y contra Liverpool. No está siendo un Barça brillante, sí efectivo y ganador. Sensaciones parecidas a las que transmitía el Real Madrid de Zidane en las UCL pasadas, ¿no?
➔ Virgil van Dijk no la pasó bien. Sacando a Andrew Robertson, no hubo elemento de la línea defensiva del Liverpool que salieran del Camp Nou con nota positiva. Virgil, en su primer partido tras recibir el premio MVP de la Premier League, cometió errores que son impropios del mejor zaguero del curso. En el gol de Luis Suárez, él es el que está de frente. Lo va viendo. Tuvo que haber seguido al uruguayo siquiera para incomodarlo. Y en el segundo gol, por más que no tuviera muchas opciones de ganarle en velocidad a Messi, no te puedes quedar paradito viendo cómo la empuja. En un juego con tintes de pelea de box (intercambio ida/vuelta), el reto era complicadísimo. Además, la presión alta del Liverpool trae consigo la apertura de espacios que fueron muy bien aprovechados/interpretados por el 10 rival. A campo abierto y sin apoyos, les tocó correr rumbo a su arco y esas son las acciones que le generan mayor tensión/desgaste a los defensores. Lo curioso es que FC Barcelona no convirtió con contraataques rápidos y directos, sino en acciones en las que, en teoría, Liverpool no estaba tan expuesto. Mala noche de Van Dijk. Igual seguimos pensando que su temporada es TOP5 del mundo. Lo jodido es que para muchos ‘hinchas’ eres tan bueno como tu último partido de alto riesgo. Entonces, a partir de este momento, VVD es una mentira. Igual no es nada que deba sorprender. Si hay criaturas que cuestionan a Messi/CR7, todo es posible. Messi tiene cuatro Champions en su palmarés y había quienes, antes de esta UCL, decían que no existía en competencias europeas, JA. Seriedad, por favor. Cuando un gran jugador no está a la altura se debe apuntar. Sin embargo, eso no te debe llevar a comentar barbaridades. Actualmente, según la valoración de un montón de ‘aficionados’, un futbolista pasa de ser clase mundial a ser un impedido en cosa de 90 minutos. Calma, que esto no va por ahí.
➔ El caso Coutinho. Arrancó bien. Parecía decidido a hacer válida la ley del ex. Tristemente, como desde que llegó al FC Barcelona, la inconsistencia se apoderó de su juego. De más a menos. Fue desapareciendo y en la segunda parte perjudicó más de lo que ayudó. Displicente en disputas y entregas que no terminaban por entenderse. Desperdició dos contras prometedores y, encima, no tuvo la decencia de luchar por recuperar el balón. Coincidimos con Messi: no es momento para señalar y dividir. Pero también entendemos la decepción de la afición. Les frustra saber que, siendo tan bueno, siga sin poder acercarse a su mejor versión. Y lo que seguramente les genera más molestia es ver la parsimonia de Cou dentro del campo. Cuando no estás bien en lo futbolístico, lo mínimo que puedes poner es actitud/huevos. Y hasta en eso ha quedado a deber Philippe. Nos sorprendería que sea titular en Anfield. No debería serlo.
➔ Noventa minutos muy largos en Anfield. Regresa Firmino, el mágico ambiente en Anfield, Liverpool tiene la capacidad para meter en su campo al FC Barcelona, un Estambulazo que invita a no dejar de creer y no tienen nada, absolutamente nada, que perder. No se les puede descartar. Eso sí, el equipo de Klopp deberá arriesgar más con el pasar de los minutos y eso se traducirá, irremediablemente, en más espacios para la visita. Y, bueno, todos vimos el tipo de jugadas (Ousamene Dembélé) que pueden tener los azulgranas. La eliminatoria no está liquidada, pero es claro que el golpe del ha sido de semi KO y que este Barça, mentalmente, está fortísimo.
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