La remontada del Ajax en el Santiago Bernabéu, la remontada del Manchester United -con medio equipo lesionado- en el Parc des Princes, la remontada del Ajax en Turín (estuvieron en desventaja en Italia) y, ahora, la remontada del Liverpool ante el FC Barcelona de Lionel Messi en Anfield. Si después de lo que se ha visto en la presente UEFA Champions League alguien vuelve a decir -tras un partido de ida- que una serie ya está liquidada, habrá que apagar todo. Esto tiene la Copa de Europa, papá. Esto tiene el bendito fútbol.
LA HISTÓRICA REMONTADA DEL LIVERPOOL CONTRA EL BARÇA
➔ La importancia de nunca dejar de creer. Un equipo no asfixia a un rival de nivel TOP sin una gran estrategia. Y una gran estrategia no se ejecuta de buena manera sin la estructura táctica correcta. No vas a ningún lado sin plan y sin dirección técnica. Sin embargo, hazañas como la del 07 de mayo de 2019 no se consuman solo con táctica/estrategia. Se necesita se necesita determinación, se necesita alma, se necesita corazón y se necesita creer en tu calidad/potencial. El discurso de Klopp fue acertadísimo: «Es imposible, pero como son ustedes, tenemos oportunidad». Fue realista y, al mismo tiempo, los convenció de que son un grupo especial. Después, los jugadores saltaron a la cancha a confirmarlo. Estaban tan decididos que incluso convencieron a los jugadores del FC Barcelona que se les venía la noche. Para arrollar al FC Barcelona en el plano futbolístico, primero se impusieron en lo mental, en lo anímico y en lo emocional. No hay antídoto contra los huevos + corazón + fútbol.
➔ El primer gol lo hizo Anfield. Nos cuesta creer que haya quienes no sucumban ante el ambiente en la cancha del Liverpool. No concebimos que haya quien genuinamente asegure que no se emociona cuando retumba el You’ll Never Walk Alone. Los aficionados no juegan, pero suman muchísimo y, en algunos casos, pueden llegar a intimidar. Los reds crearon una atmósfera hipnotizante. Si a nosotros, viendo el juego a kilómetros de distancia, nos imponían, imagínense la locura que fue. Liverpool hizo todo bien. Para una voltereta de esta índole todos los involucrados debían estar unidos. Y así fue. Lo dijo Jamie Carragher y nosotros lo compartimos: la mejor noche que se ha vivido en Anfield.
➔ Recuperaron la pegada. Liverpool no se traicionó en el Camp Nou. Fue a presionar y a buscar al FC Barcelona. Los tuvieron, pero perdonaron. Les faltó pegada y por eso se volvieran a la isla con un castigo excesivo. Afortunadamente para su causa, y en una situación curiosa por las dos bajas ofensivas tan sensibles, recuperaron la contundencia en el segundo capítulo. Dos disparos al arco de Origi, dos goles. Dos disparos de Wijnaldum, dos goles. Marcaron una anotación de vestidor, convirtieron en un lapso de dos minutos y liquidaron antes del alargue. Goles post-presión de salida, gol exhibiendo fortaleza aérea y gol vía balón parado. Cuando más incompleta estaba la banda musical, se escuchó el verdadero heavy metal.
➔ Nada que perder y la inyección anímica de las bajas. Pocas cosas más peligrosas que un equipo con el orgullo tocado. En la previa, eran muchas las voces que los daban por muertos. «Sin Salah, sin Firmino y sin Keita, mejor que ni se presenten». «No hay manera en que puedan levantar un 3-0 contra un FC Barcelona descansado/motivado». «Es imposible que los de Valverde no marquen ningún gol en Anfield». Comentarios como estos no desaniman en absoluto. Al contrario, resultan motivantes. En el caso del Liverpool, encendieron el chip de querer demostrar que su fortaleza va más allá de las individualidades. Son lo que son y han vuelto al protagonismo porque saben qué quieren, confían en su filosofía y todos empujan hacia el mismo sitio. Las ausencias trajeron consigo una inyección anímica porque los jugadores que compitieron no solo salieron a jugar por ellos, por sus familias y por sus aficionados, también lo hicieron por sus compañeros que, indiscutiblemente, habrían querido tener la oportunidad de luchar por la gesta heroica. Salieron a luchar por Salah, por Firmino, por Keita y, posteriormente, por Robertson. La diferencia entre un grupo y un verdadero equipo.
➔ La grandeza. Después de lo que sucedió en Estambul 2005, dejar de creer, por más jodido que luzca el panorama, no es opción en Liverpool. No creen que pueden por puro optimismo e ingenuidad. Creen porque han podido. Un golpe de gigante.
➔ El fútbol es para los vivos. Cuando escribimos ‘vivos’ no nos referimos a aquellos jugadores que buscan engañar a los árbitros con simulaciones (buscando faltas/penales), aquellos que tratan de meter un gol con la mano o a aquellos que se aprovechan de determinados lances para impactar algún rival. La verdadera viveza la expuso Trent Alexander-Arnold. No iba a ejecutar el córner. Se lo preparaba a Shaqiri cuando se dio cuenta que los jugadores del FC Barcelona estaban volviendo con una parsimonia impropia de una semifinal de Champions y que Origi estaba completamente solo. Notarlo, muy bien. Pensar y ejecutar rápido, sabiendo que de no salir habría desperdiciado un tiro de esquina, solo un jugador con personalidad, criterio y calidad técnica. TAA y todos sus compañeros jugaron con un nivel de concentración muy distinto al de los jugadores del FC Barcelona. Cuidar los pequeños detalles en las grandes noches, normalmente trae su recompensa.
➔ Cuando una lesión te dicta el tiempo de arriesgar, y lo sabes leer. Si Suárez no lesionaba al Andrew Robertson, es altamente probable que Wijnaldum no hubiese entrado en el inicio del complemento. O si el revulsivo estaba previamente planeado, seguro que el sacrificado no habría sido el escocés. Klopp entendió el momento de la eliminatoria y movió su ficha. Con Andrew lastimado, el míster alemán mandó al comodín Milner como lateral izquierdo y metió a un interior llegador. A un jugador que sabe impactar desde segunda línea. El holandés entró y Liverpool repitió el ritmo/acecho del arranque del encuentro. Y esta vez no solo pudieron marcar un gol, vino un doblete que noqueó a los visitantes. Una molestia física obligó a Klopp a tomar decisiones y, a pesar de los riesgos latentes, fue valiente.
➔ Nunca traicionarse. Por los titulares habituales que no estaban, por la desventaja global y por el poderío ofensivo (especialmente Messi), muchos otros DTs habrían asumido una postura más conservadora. Presionar en zona media, lapsos más largos de repliegue y ver si, en alguna contra o jugada a balón parado, podían ir descontando. Klopp y su Liverpool, no. Entendieron que al FC Barcelona se le daña ensuciando su salida (obligándoos a jugar largo), buscando la espalda del lateral del lado débil (Sergi Roberto) y que su sistema de presión alta es una de sus grandes ventajas competitivas, y no renunciaron a eso. Era muy arriesgado, sí. Pero, en la noche más importante del curso, no podían negar su juego. Ganar siendo Liverpool o perder siendo Liverpool.
➔ Divock Origi, el 9 inesperado del Liverpool. El día que se celebró el sorteo, nadie -ni él- se imaginaba que terminaría jugando como titular la semifinal de vuelta. Está lejísimos de tener la lectura, los apoyos y la generación de ocasiones de Bobby Firmino. Con él, el plan de ataque debía cambiar. Más fondo para presionar, proponer un juego mucho más físico en carril central y no dudar en buscar servicios horizontales. En el primer gol, seguimiento de jugada (el 9 nunca debe desentenderse mientras el balón se encuentre en el último tercio). En el segundo gol, bajó, le tapó la línea de pase a Rakitic y vino la entrega que comprometió a Jordi Alba. En el tercer gol, ojito al movimiento de arrastre para sacar a Lenglet de la jugada. Y en el cuarto gol, junto a Trent Alexander-Arnold, exhibió todo el potrero. 85 minutos memorables del atacante belga. Jamás olvidará su primer doblete en UEFA Champions League. Ni él ni nadie.
➔ Wijnaldum y su noche de revancha. En la ida, fue el futbolista menos lúcido con el balón en los pies. Le costó el partido porque, aunque no desconocía la zona (presionaba en el puesto del 9 y en ataque se metía como mediapunta), su evolución futbolística lo ha llevado a ser un gran llegador. Un extremo reconvertido. Le gusta más incorporarse que estar. Y al poder desempeñar la función que más está disfrutando en el pasado reciente, pudo marcar diferencia. A Georginio dale metros para llegar y sorprender, no hay que limitarlo.
➔ Los fantasmas volvieron. Durante esta temporada escribimos mucho sobre un Barça que estaba sabiendo sufrir y que estaba sacando adelante partidos en los que era superado por lapsos considerables. Y es una verdad absoluta. El asunto fue que esta vez, al tratarse de una eliminatoria de UEFA Champions League cerrando en patio ajeno, el recuerdo de la noche fatídica en Roma se instaló en la mente de todo el equipo (incluido el cuerpo técnico). Los liquidó el doblete de Wijnaldum porque fueron anotaciones consecutivas (en dos minutos). La sensación fue la misma que hace un año. El cuarto gol parecía cuestión de tiempo y no se veía por dónde pudieran marcar el tanto que los regresaba al camino para el Estadio Metropolitano. Fueron incapaces de superar la barrera mental. Y es gravísimo porque quiere decir que no aprendieron nada de lo que ocurrió en el Stadio Olímpico. Por más que suene a un sinsentido ‘se eliminaron antes de estar oficialmente eliminados’. El gol de la remontada es el reflejo. Imperdonable que te madruguen en una semifinal de UEFA Champions League. Y jugadas como esas solo se explican cuando la mente de un equipo está fuera de la cancha. Lo que nos sorprende es la falta de personalidad y sangre en la plantilla. Todos pretenden que Messi, por portar el gafete, sea quien grite y arengue. Y sí, estamos de acuerdo, en que podría -y debería- hacerlo de forma más constante. Pero, ¿ y los demás? ¿Y el DT? ¿Y los jugadores en el banco? Puras cabezas agachadas, rostros desencajados y gritos carentes de convicción. En cuanto actitud y respuesta a la adversidad, Roma all over again.
➔ FC Barcelona pudo liquidarlo. La versión del Barça en la segunda mitad fue tristísima. El primer tiempo fue distinto. Resistieron el vendaval inicial de los reds y, con Vidal, Messi y Busquets como pilares, se fueron asentando en el terreno de juego. Generaron situaciones como para resolverlo. Messi exigió a Alisson, Messi probó desde la frontal y Messi puso a Alba/Coutinho frente al arco rival. Luego, ya en el segundo tiempo, Suárez tuvo la suya (también a pase de Messi), y falló. Y cuando perdonas tanto en la UEFA Champions League, es raro que puedas contarlo con una sonrisa en el rostro. Alisson estuvo muy bien, pero fueron más los desaciertos culés que las salvadas monumentales del brasileño. En términos de contundencia, les pasó lo que a Liverpool en la ida. Tristemente para ellos, ya no hay un partido más para recuperarse. Dejaron vivir a un equipo que, desde hace una semana, les había dejado claro que tenía los argumentos para ponerlos sobre las cuerdas.
➔ Messi no despareció. Hizo 2 goles en la ida, fue el futbolista que más ocasiones generó en toda la serie (3 chances creadas en Anfield) y fue la razón principal por la que el Barça pudo competir contra un Liverpool que los asfixió en 130-135 de 180 minutos. Normal que el máximo referente sea el de las fotos que ilustren las portadas del fracaso, pero responsabilizarlo del papelón es haber visto un carajo de la eliminatoria. Incluso en este partido, que es el que muchos le están recriminando, fue el único del FC Barcelona que -con sus servicios- generó ventajas verdaderamente significativas. Estuvo involucrado en los 8 disparos del FC Barcelona y, por si fuera poco, puso frente a Alisson a Philippe Coutinho, Jordi Alba y Luis Suárez. Es el mejor de todos, pero es físicamente imposible que pueda definir las ocasiones que él mismo produce. ‘Invictos, ¿y la que falló por querer hacer un recorte de más?’. Mal en el recorte, pero más mal los que no se fijan en la decisión de Jordi (Suárez tenía todo el frente ganado) y los que ni siquiera se han dado el tiempo de entender que el lateral español estaba en offside (jugada que no iba a tener peso en el marcador). Sabemos que los más nublados interpretarán este punto como una defensa al argentino. No va por ahí. Estamos apuntando lo que cualquier persona -alejada del titular resultadista y del análisis superficial- debió haber notado. Hizo dos goles (uno de genio total), fue el máximo productor de ocasiones de gol y fue el atacante que más complicó al Liverpool en ambos partidos. Pedirle más, desde lo futbolístico, resulta algo cómico. Y pasa lo mismo con Cristiano, eh. CR7, cuyo atributo principal es la finalización (no el único, sino el principal), hizo todos los goles de la Juventus en rondas KO. Bueno, pues algunos le echaban en cara la eliminación de la Vecchia Signora. Imaginamos que querían que construyera desde la base como si fuera Pjanic y que defendiera las incorporaciones de Van de Beek, JA. No jodamos. Son los más grandes de la época, pero los más grandes de la época también necesitan de apoyo colectivo. Requieren menos soporte que el resto de jugadores. Sin embargo, deben tenerlo para poder catapultar a sus equipos a la gloria máxima.
➔ El mejor del mundo. Lo escribimos después de otro fracaso europeo: Messi es el mejor futbolista del mundo. Nunca será el prototipo de líder que todos visualizamos cuando nos hablan de alguien que porta la cinta de capitán. Pero es, sin duda, el que mejor juega a esto por una sencilla razón: nadie, absoluta nadie, domina tantas facetas como él. Como hemos compartido hasta el cansancio: ser el mejor en algo no va te da un vínculo inquebrantable con la victoria. Los mejores no ganan siempre. Y eso, precisamente, es lo que hace tan especial al deporte.
➔ Ernesto Valverde puso en riesgo su continuidad. Hace una semana, tras el 3-0 en el Camp Nou, sugeríamos la no titularidad de Coutinho, repetir el sistema (4-4-2) y mantener los nombres del rato en el que FC Barcelona controló mejor al Liverpool: Sémedo como lateral derecho, Sergi Roberto como volante y cambio de sector para Arturo Vidal (de derecha a izquierda). Pues, como si hubiera visto otro encuentro, Valverde no le movió nada al XI que presentó la ida. El terrible estado de forma de Coutinho, las complicaciones de Alba sin el apoyo de Vidal y lo duro que fue todo para el Sergi Roberto lateral no fueron alarmas suficientes como para ajustar. ¿No quiso moverle? Va. Entonces, seguro ajustó tras verse apurado en suelo inglés, ¿verdad? No. Coutinho, en la versión más impresentable, jugó 60 minutos. Vidal solo jugó 15 minutos cuando el equipo volvió a la formación con la que mejor se había visto en el enfrentamiento y su último cambio (Malcom) fue un jugador al que no es que le haya manifestado muchas veces su apoyo/confianza. En el maratón, que es la Liga, Valverde ha demostrado ser un muy buen gestor. Además, hay muchas más vidas que en torneos de eliminación directa y cuenta con el futbolista más consistente que hay en la faz de la tierra. En la carrera de velocidad, donde la mínima falla te jode la vida, no ha estado a la altura. La falta de reacción/intensidad del FC Barcelona inicia desde el banquillo. Los mensajes y los gestos, en momentos de apremio, suelen ser derrotistas. Ernesto parecía eliminado desde el minuto cinco. Si el gran objetivo del FCB es reconquistar Europa, nos parece que dos años tropezando con la misma piedra son suficientes para percatarse de que Valverde no es el chosen one.
➔ El deprimente nivel de Philippe Coutinho. Si con todo a favor no fue capaz de exhibir el fútbol que le valió para ser el fichaje más caro en toda la historia del FC Barcelona, es ingenuo pensar que, con un contexto enteramente negativo, podrá revertir su situación. Dramática su caída. Con todo y el apoyo de Messi/Suárez, no ha podido. Fue capaz de dominar un campeonato con un ritmo frenético (Premier League) y en España, que no es habitual ver tanto ida/vuelta, parece que nunca sale de segunda velocidad. Contra Liverpool que en teoría era un estilo familiar, tampoco apareció. En el Camp Nou estuvo mal. Este martes, en Anfield, fue insostenible. Jugar unas semifinales de UEFA Champions League con tal displicencia es algo que FC Barcelona no debería permitir. Si estuviéramos en la dirección deportiva de la entidad de la ciudad Condal, y no hay planes de ponerlo a competir como interior, ahora mismo estaríamos valorando la salida de Philippe. Eso sí, con todo y que extremo no es su posicional nominal, su lamentable actitud no es digna ni de un entrenamiento post-vacaciones navideñas. Si se entrena con es obscena intensidad, no está ni para ser convocado. Nos apena lo de Philipe porque es un jugador distinto, pero para romperla en clubes como FC Barcelona y Real Madrid no basta con ser muy bueno. Como bien dijo Mourinho, aquellos que se convierten en referentes de un gigante con tal impacto mediático son los que no solo saben convivir con la presión, sino que la disfrutan.
➔ El guerrero incansable de Chile. Arturo Vidal merece una mención honorífica. Mientras estuvo en el campo, hizo todo lo que estuvo en su poder para ayudar al FC Barcelona a clasificarse a la final de la UEFA Champions League. Valverde dice que lo sacó porque lo notó cansado, pero el gesto de Arturo tras salir de cambio decía otra cosa, ¿no? En una noche como esta, al Rey solo se le retira acalambrado y en camilla. Fue el primero -y casi el único- en entender cómo se debía jugar este duelo y fue la figura inobjetable de la primera parte. Sin él en el campo, Liverpool lo remontaba antes. Jerarquía, determinación, músculo, empuje, mentalidad y descarga. Él mereció un desenlace distinto. Lamentablemente para el ex Juventus, la mayoría de sus compañeros no tienen su competitividad. El problema no era que Vidal no tuviera el famoso ADN Barça. El problema es que a los azulgranas les siguen faltando jugadores con el gen competitivo del chileno. En las grandes noches no solo es cuestión de calidad. Hay que luchar, hay que trabar, hay que ir a tope, hay que no dejar intimidarse y hay que pedir la pelota cuando está quemando. No tiene nada que recriminarse.
➔ Desafortunado Jordi Alba. Entre su desatención inicial, entregas de compañeros que lo comprometían mucho y malas decisiones cuando pisó último tercio, Jordi no pudo ser el diferenciador que venía siendo a lo largo de la temporada. Falló en una noche en la que no debía fallar. Una lástima porque la crueldad del hincha desorientado y amante de la inmediatez/resultadismo, lo acaba de colocar como la peor mentira del fútbol. En una noche pasó de ser el mejor lateral izquierdo de la campaña, a ser un petardo. Y esto no tendría que ser así. Por supuesto que se debe apuntar que se equivocó en un compromiso TOP (somos los primeros en hacerlo), pero esto no debe generar que se olvide los temporadones que ha firmado desde la marcha de Neymar.
➔ Punto de inflexión para el FC Barcelona. Ganar la Liga, conquistar la Supercopa y seguir trascendiendo en la Copa es valiosísimo. La cosa es que tras haber arrasado tanto a nivel local, y conscientes de que Messi (el mejor jugador en su historia y piedra angular de su época dorada) no se está haciendo más joven, no pueden seguir aceptando este tipo de tropiezos. Si una vez te sorprenden, cosas del fútbol. Si te pasa dos veces, la dinámica pide cambios a gritos. Movimiento en el banquillo (Erik ten Hag o luchar por una vuelta de Pep Guardiola) y refuerzos clase A. Este año trajeron fondo de armario. Ahora, la idea debe ser ir sobre jugadores que perfectamente podrían ser titulares. Por ejemplo: no un 9 suplente, sino un 9 con el potencial de sentar a Suárez (mejoras la competencia interna). En la era Messi, pasar cinco años seguidos sin Champions, cayendo como lo han hecho últimamente, sería una mancha imborrable para la directiva actual.
➔ Klopp más allá de títulos. Valorarlo solo en función de títulos es injusto.
trofeos. Los despertó, los devolvió a la primera fila tras años de penumbra, inyectó confianza e instauró su filosofía. Su Liverpool sabe qué quiere, transmite y es reconocible. Es un equipo con identidad. Y cuando tienes características especiales y un sello que te define, estarás más cerca del éxito. El trabajo de Jürgen ha sido magnífico. Ganar es espectacular, pero ganar siendo fiel a tu filosofía es único. Siguiendo este rumbo, los trofeos, tarde o temprano, llegarán. Es el camino.
➔ Una noche que no se olvidará. La solvencia de Alisson, la picardía/electricidad de Trent Alexander-Arnold, el liderazgo de Virgil van Dijk, el complemento Matip, la garra de Robertson, la plurifuncionalidad de Milner, el espíritu/despligue de Henderson, la oportuna adaptación de Fabinho, el hambre de Wijnaldum, el desequilibrio de Sadio Mané, la capacidad resolutiva de Origi, la valentía de Klopp y la magia de Anfield. El 07 de mayo de 2019 ha quedado grabado en la historia del deporte más hermoso del mundo.
Gracias por vivir con nosotros otra jornada épica de Champions.
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