Lionel Messi, capitán y máximo referente de la Selección absoluta de Argentina, habló fuerte en sus últimas apariciones ante los medios de comunicación, y despertó un revuelo impresionante. Un caos, sería el término más apropiado.
La verdad, entendemos el alboroto. Declaró como no lo había hecho antes. No solo expresó su inconformidad por los trabajos arbitrales en la Copa América Brasil 2019, también hizo acusaciones graves. Utilizó frases como ‘nos robaron’, ‘no tenemos que ser parte de la corrupción (CONMEBOL), ‘la Copa está armada para Brasil’, y ‘no nos dejaron estar en la final’.
Lo que nos genera ruido no es tanto el discurso per se, sino que así es como se siente Lionel Messi. Genuinamente piensa que participó en una competición en la que deliberadamente se perjudicó a Argentina y en la que se le ayudó a Brasil, el país anfitrión.
Al sostener que la Copa estaba armada para el combinado dirigido por Tite, habló indirectamente de un amaño. Y al utilizar la palabra ‘corrupción’, expuso que la CONMEBOL operó con el objetivo de que el scratch celebrara el título continental junto a su afición.
Tocar tópicos tan graves, sin presentar pruebas contundentes, es muy delicado. Son sensaciones y sospechas, no argumentos respaldados. Y aunque el fútbol jamás ha estado exento de prácticas lamentables, señalar sin respaldo es ponerte en el paredón mediático y arriesgarse a represalias.
Entendemos la rabia y la calentura. Es clarísimo que a Argentina no se le señalaron dos penales contra Brasil, que él no debió haber sido expulsado ante Chile y que durante el certamen se fueron a revisar acciones mucho más ‘boludas’ que las omitidas en el Superclásico. Sin embargo, repasando toda la Copa, nos parece más un tema de incapacidad del arbitraje sudamericano, que de una persecución contra la albiceleste.
Messi no es un mal perdedor. Nunca lo ha sido. Ha ganado mucho, pero también ha perdido muchas otras cosas (algunas más relevantes que una Copa América), y siempre ha mantenido la compostura. Si habló como lo hizo fue por la impotencia de sentir que, pese a no ser brillantes, pudieron haber eliminado a Brasil si se hubiera utilizado la herramienta VAR con propiedad. Y, sinceramente, pudo ser así.
En las últimas hora, se ha cuestionado mucho por qué Messi no se quejó cuando los arbitrajes beneficiaron al FC Barcelona o a la propia Selección de Argentina. Y la ‘pequeña gran diferencia’ respecto a otros escándalos de esta índole es que antes no existía el videoarbitraje.
La molestia real no es que el cuerpo arbitral -a nivel campo- se haya equivocado. Eso puede pasar. El enojo es porque, teniendo un sistema tecnológico a disposición, decidieron no revisar un par de jugadas que pudieron haber cambiado el rumbo del Brasil vs Argentina.
Por ahí debió ir el statement de Messi. No un ‘nos robaron deliberadamente porque querían a Brasil en la final’, sino un señalamiento a la ineptitud del arbitraje de la CONMEBOL (incluidos asistentes del VAR), a la sed de protagonismo de los colegiados y al mal empleo de la herramienta que, bien aprovechada, reduce las decisiones injustas en el juego.
No estamos en contra de que Messi haya alzado la voz. Pero sí creemos que todo pudo ser más elegante. Coincidimos con Marcelo Gallardo: por lo que dijo y por cómo lo dijo, el cinco veces ganador del Balón de Oro quedó muy expuesto. Le puede caer una sanción seria y, a partir de este momento y hasta que se retire del fútbol internacional, sus palabras retumbarán en partidos de selecciones sudamericanas.
Si hay algún fallo a favor de Argentina estarán ‘compensando por lo que soltó Messi’. Si se perjudica a Argentina con alguna decisión estarán ‘castigando a la albiceleste por lo que dijo Messi’. Y si en otros partidos se dan errores ‘Messi tenía razón’.
La CONMEBOL debe reflexionar. Ahora mismo, seguramente están indignados por la exhibida internacional que les pegó el 10 del FC Barcelona, pero la pregunta que deben hacerse es: ‘¿qué tan del carajo estuvimos como para transformar a Messi, un chico tranquilísimo y que jamás había hablado de esta manera, en Maradona?’.
La tecnología llegó al fútbol para apoyar al cuerpo arbitral, para reducir el margen de error en decisiones cruciales y para tratar de disminuir polémicas. ¿Qué pasó cuando el VAR fue implementado por primera vez por CONMEBOL en una Copa América? Señalamientos constantes a árbitros, quejas o inconformidades de prácticamente todas las selecciones participantes y millones de hinchas inconformes/enfadados. Messi fue el que más duro habló, pero la cantidad de quejas que hubo es para mirarse. Va más allá de si se afecta a una selección u otra. Esto se trata de transparencia. Y en esta Copa no existió. Se revisaron jugadas que no necesitaban ser chequeadas, solo ellos sabían que repeticiones se consideraban y muchas de las tomas compartidas solo despertaban más dudas.
De todo el quilombo armado, el punto positivo que percibimos para Argentina es el fortalecimiento del grupo y la unión con el entorno. Por primera vez en un buen rato, es -casi- todos contra la CONMEBOL y no contra su propio equipo. Enemigo común.
La mayoría de los argentinos está en un mismo frente. Y, por un tema de espíritu competitivo, respuesta ante la adversidad (iniciaron la Copa muy mal y se metieron hasta el podio) y la actitud de varios de la nueva camada, están bancando mucho a esta nueva selección. Y no hay nada más peligroso que un grupo unido que siente que todos están contra ellos. «Remarla por la gloria, pero también para demostrar que podemos contra lo que sea».
Messi, en la Copa en la que menos Messi fue dentro y fuera de la cancha, unió más a su equipo y al entorno argentino. El asunto es que, para conseguirlo, fue más Maradona que nunca y ha entrado en una disputa que le puede costar un castigo muy importante.