Debutó en Primera División con edad de adolescente, estrella reconocida a nivel internacional, portero indiscutible en la Juventus, contrato multimillonario, buena relación familiar y guardameta titular en la Selección absoluta de Italia. Si se ve desde la distancia, Gianluigi Buffon lo tenía todo, y algo más. Pero internamente, con 25 o 26 años, el italiano atravesaba uno de los momentos más duros de su vida.
EL TESTIMONIO DE BUFFON SOBRE LA DEPRESIÓN
En una entrevista para The Players Tribune, el campeón del mundo confesó que sufrió de depresión. La energía se esfumó, las piernas no le respondían, nada le entusiasmaba de forma especial y solo pensaba en volver a la cama para dormir. En principio, se confunde con una fatiga o algún virus. Sin embargo, el asunto es mucho más grave y complejo.
«Tenía 25 o 26 años, yo estaba haciendo un campeonato normal. No malo, pero tampoco muy bueno. No quedaban más objetivos (títulos en disputa) para el equipo. Lo describo de una manera simple: es algo que inicialmente confundes con fatiga. Dices: ‘estoy cansado, quizá dormí poco, me voy a la cama’. O piensas que estás enfermo, que contrajiste un virus, o que algo más te sucedió. Así que hicimos los exámenes médicos: no tenía ningún virus, no tenía ninguna enfermedad. Entonces, empecé a decir: ‘esto es otra cosa’. Hasta que un día, salí de la cama y sentí mis piernas sin nada de energía. Mis piernas estaban temblando. Era una sensación que nunca antes había sentido. Fue tanto que cuando iba rumbo al campo de entrenamiento, tuve problemas para conducir porque mis piernas estaban temblando. Así que, una vez que llegué al centro de entrenamiento, con mucho miedo, fui al médico y le dije: ‘doctor, esto me está sucediendo’. Después de una breve discusión, me dijo: ‘mira, Gigi, creo que son síntomas iniciales de depresión, ten cuidado… ¿qué estás haciendo?’. Le dije, y me respondió: ‘veamos qué sucede en los próximos días’. En los días siguientes, no tuve mejoras. Llegaba a los entrenamientos y estaba exhausto, incluso antes de las sesiones de trabajo iniciaran. Cuando tenía que tirarme para una salvada, sentía que no tenía energía. Era una locura».
«El doctor me dijo: ‘Gigi, puedo intentar ayudarte con algunas píldoras; hay píldoras para la depresión’. Y recuerdo que le dije: ‘no, absolutamente no. Esto es algo que debo resolver yo sin ayuda de farmacéuticos, sin medicinas’. Porque si siempre buscas soluciones externas para resolver problemas internos, no serás capaz de realmente resolverlos y nunca serás capaz de juzgarte a ti mismo y valorarte por lo que eres. Siempre estarás buscando ayuda externa, coartadas y excusas. La vida debe ser vivida de acuerdo a tus limites y virtudes. Me dije a mí mismo: ‘debes encontrar alternativas, debes encontrar nuevos incentivos, diferentes estímulos'».
Buffon encontró felicidad en un sitio que jamás imaginó: una exhibición de arte de Chagall. Ahí, mirando uno de los cuadros del famoso pintor francés, encontró respuestas. Necesitaba normalidad en su vida. Necesitaba cosas simples y, teniendo eso como punto de partida, crear impulsos/incentivos más allá del fútbol.
«Un día, marchándome de casa, quería caminar un poco, ir a un lugar diferente para desayunar. Pasé frente a un museo, era una galería. Decía ‘Exhibición de Chagall’. Y dije: ‘vamos a ver’. Entré a la exhibición de arte y, de 200 cuadros, hubo 2 o 3 que particularmente me impresionaron. La que más me impresionó fue The Promenade, que era una imagen normalísima. Era casi una imagen infantil. Un dibujo que hasta un niño puede hacer. Pero me transmitió lo que probablemente necesitaba en ese momento: me transmitió alegría, me transmitió normalidad. Una simple caminata como esa, me hizo sonreír. Y me hizo pensar: ‘ahora mismo, Gigi, necesitas normalidad. Cosas simples. Y es probable que dentro de la normalidad, haya felicidad’. Estaba viviendo de una manera nihilista. No era capaz de crear incentivos e impulsos alternativos al fútbol. Iba a entrenar, volvía a casa, veía TV y me iba a dormir. Entrenaba, regresaba a casa, veía TV y dormía. Me marchité como persona, dejé que mi cerebro se atrofiara de cierta manera… Y creo que todo empieza en la mente, la percepción de felicidad, de infelicidad, de satisfacción, de insatisfacción. Dejando morir el cerebro, dejas que todo el cuerpo muera. Pude darle la vuelta al destino de esta situación, empezando a darle nuevos impulsos al cerebro. En un mes o mes y medio, estaba como nuevo».
Durante este proceso, le ayudó mucho desahogarse con sus seres queridos. Tener el apoyo de su familia y no sentir vergüenza de mostrar su lado más vulnerable fue fundamental en la recuperación: «Mi fortuna es que, si estoy en una situación difícil, no me avergüenza mostrar mi ‘lado débil’, por lo tanto no me cierro. Para mí, una gran medicina en esta situación fue que, además de con el doctor de la Juventus, hablé con mi papá, con mi mamá, con mis hermanas, con mi cuñados, con mi novia, con dos o tres amigos. Y recuerdo que, cada que hablaba sobre esto, sentía liberación. Sentía que me liberaba de un peso interior. De este modo, de no avergonzarte, de mostrarte como un ser humano con límites, es algo que me ayudó a superar esta prueba».
El consejo de Gigi: «El único consejo que puedo dar es que nosotros, como seres humanos, tenemos los recursos, en cuanto a energía, situaciones emocionales, inteligencia, fuerza de voluntad…. Tenemos recursos increíbles, que muchas veces no estimulamos y no sabemos que los tenemos. Es claro que cuando afrontas retos tan difíciles, tienes que ponerte en una posición para decir: ‘esto es una prueba dura y tengo que combatir’. Para superar este desafío, tienes que ser un peleador, uno que sepa qué es sufrir, que sepa qué es dar, que sepa involucrarse. En mi opinión, muchas veces la gente tiene miedo de mostrarse. Esto significa hablar y mostrar debilidad, pero sabiendo que, a partir de esa debilidad, puedes ser mucho más fuerte. Lo que recomiendo es no tener miedo de mostrar lo que realmente eres. Esa es la única medicina para, primero, aceptarte a ti mismo«.
Declaraciones: The Players Tribune.