Las lágrimas de Lucas Moura.
La incredulidad de Hugo Lloris.
La sonrisa inapagable de Heung-Min Son.
La carrera de Harry Kane, pese a la lesión que venía arrastrando.
La algarabía del cuerpo técnico.
La felicidad desbordada de toda la plantilla.
Justo en la temporada en la que invirtieron 0 euros en fichajes y en la que perdieron al belga Mousa Dembélé (hipnotizado por el mercado chino), Tottenham alcanzó la primera final de UEFA Champions League en toda su historia. Además, no se debe olvidar que jugaron la semifinal de ida sin Harry Kane (baja desde los Cuartos de Final), sin Heung-Min Son, sin Harry Winks, sin Serge Aurier y sin Erik Lamela, que encararon la vuelta sin Harry Kane, sin Harry Winks y sin Davinson Sánchez, y que hubo un momento en el que estaban perdiendo por diferencia global de tres anotaciones.
Pudieron darle la vuelta a un escenario de pura adversidad. Lucas Moura, con total merecimiento, acaparó las portadas. Pero la realidad es que la reacción comenzó desde el banquillo. El DT sacó a uno de sus pivotes, Christian Eriksen bajó unos metros para armar/lanzar desde la base y entró Fernando Llorente. El plan estaba en la mesa: juego directo (balones largos) buscando explotar el poderío físico e interpretativo del atacante español.
Luego, cuando había que quemar todas las naves, vinieron Erik Lamela y Ben Davies. La ruleta rusa. En este contexto, se vislumbraba que algún equipo convertiría en el agregado. Y llegó esa jugada. Llorente generó un fallo de Matthijs de Ligt, Dele filtró el balón con un exquisito toque, y Lucas Moura, una vez más con la zurda, la mandó a guardar con un disparo cruzado.
Tan solo 196 días después de esa mágica jornada, el míster que volvió a poner al Tottenham en el mapa nacional e internacional, fue relevado de su puesto. Seis meses y doce días después de la noche más especial que ha podido vivir el club londinense en toda su historia, decidieron darle las gracias.
Si bien el equipo atravesaba un bache de resultados marcadísimo y el funcionamiento de los primeros meses de la temporada 2019/20 no era muy alentador. Lo normal, cuando se trata de un DT que te ha dado tanto, es darle un margen de maniobra más amplio (al menos una temporada). Extrañamente, no fue así.
La única forma en la que se explicaría la deliberación de la junta directiva de la entidad inglesa es que haya perdido por completo al vestidor, que la relación con la mayoría de los jugadores haya quedado en un estado irreconciliable. De no ser así, de solo basarse en el bajón post-final de UEFA Champions League, qué cortita memoria de los altos mandos.
Poche se marcha, pero lo que hizo en Tottenham, más allá de que los trofeos se hayan negado, no se olvidará. Sin una inversión al nivel de los clubes potencia, los mantuvo peleando en la parte alta de la Premier League (en 4 de sus 5 cursos finalizó en el TOP4 de la Premier League), los metió a la conversación en la máxima competición europea, se mantuvo fiel al proyecto (rechazo varios ofrecimientos), fue fundamental para retener a chicos que querían salir y potenció talentos por los que no muchos ponían fichas.
Hoy se habla de Harry Kane como uno de los mejores delanteros del mundo, pero antes de Mauricio Pochettino parecía el caso de otro canterano que se perdía entre cesiones. Hoy no es nada extraño ver a jugadores como Dele Alli, Harry Winks, Eric Dier, Kieran Trippier y Kyle Walker, pero antes de Mauricio Pochettino no es que pintaran demasiado en el plano absoluto.
El legado de Mauricio al Tottenham Hotspur Football Club no cabe en una vitrina. No se puede poner ahí. Es intangible. Por la gestión de Pochettino es que los del norte de Londres, actualmente, pueden reclutar a jugadores como Tanguy Ndombélé y Giovani Lo Celso. Y por el trabajo del santafesino es que, tras cargárselo, han podido fichar a un DT de la talla de José Mourinho. Hace unos años, era impensable que un entrenador como The Special One aceptara una propuesta del Tottenham. Ahora mismo, es un club atractivo para Mou y para prácticamente cualquier director técnico de primera línea.
Con el arribo del portugués, el mensaje directivo es claro: quieren ganar. Acá creemos que Mauricio podía guiarlos a la consecución de títulos, pero internamente vieron algo que los hizo pensar que el ciclo no daba para más. Y como el paso que está buscando Tottenham es levantar trofeos, hace sentido incorporar a uno de los entrenadores más ganadores de todos los tiempos, ¿no?
No vamos a negar que la noticia nos tomó por sorpresa. Bueno, en realidad el estado de shock vino por la destitución de Poche, pero tampoco es que pronosticábamos que el nuevo club de Mourinho sería el Tottenham.
Al final, el fútbol tiene esto. Es impredecible. Y este camino indescifrable trajo de regreso a uno de los estrategas más brillantes de la época. Mourinho no juega para gustar. Juega, trabaja y diseña partidos para ganar. Y como creemos que la idea del Tottenham es precisamente esa (ganar como sea), la apuesta cobra sentido.
Tampoco se puede obviar que conoce a la perfección la Premier League, que vivirá en la ciudad que más le acomoda para solo centrarse en lo laboral (su familia radica en Londres) y que tuvo ese -casi- año de respiro que, a nuestro entender, necesitaba desde hace tiempo.
Estuvimos siguiendo su trabajo como analista y pudimos notarlo, al menos en su discurso, más relajado, flexible y sensato. El día a día suele absorberte y evita que te ‘salgas de la caja’ para analizar las razones por las que entraste en una situación de conflicto (lo que sucedió en el Manchester United). Es por eso que los descansos son tan necesarios. Porque invitan a la reflexión y autocrítica.
Con éxitos en Portugal, Inglaterra, Italia y España, José tiene crédito para dirigir hasta el día que quiera jubilarse. Eso sí, en la élite, en el fútbol de máxima exigencia, se encuentra ante el desafío que lo puede revalorizar, o que lo puede estigmatizar como un DT multicampeón con planteamientos anticuados y rígidos.
Tottenham tiene una plantilla TOP3 en la Premier League. A priori, están las herramientas necesarias para ver a un equipo de transiciones rápidas, como tanto le gustan a Mourinho. Hay músculo, dinamismo y despliegue en la medular. Hay lanzadores buenísimos, como Eriksen, Lamela y Lo Celso. Hay llegadores con mucha pegada, como Lucas Moura y Dele Alli. Y hay atacantes que se sienten muy cómodos a la contra, como Heun-Min Son y Harry Kane.
Eso sí, defensivamente hay mucho trabajo por hacer. En la presente campaña, están siendo un cuadro anárquico tras perder el balón. Les llegan con una facilidad bárbara. Urge poner orden en zona lateral y evaluar el estado de los centrales (no sería nada descabellado buscar a un zaguero en la próxima ventana de transferencias).
Muchas ganas de seguir el paso de Mou por Tottenham. Oportunidad de oro para demostrar que sus días de gloria todavía no han llegado a su fin. En cuanto a Pochettino, a digerir el golpe, relajarse un poco y dejar prendido el teléfono. Llevar al Tottenham -un club que no avanzaba de la lucha por terminar mejor ubicado que el Arsenal- al siguiente nivel, lo ha colocado como uno de los DTs más cotizados y atractivos del planeta. Ofertas, tras su brutal labor en estos 5.5 años, no le faltarán.
¿Old Trafford? ¿Santiago Bernabéu? ¿Allianz Arena? ¿Fútbol italiano? Su próximo destino es incierto. De lo que no hay ninguna duda es que el futuro de Mauricio Pochettino estará en un gigante.