Todavía recordamos aquella tarde de abril de 2010 en la que nos enteramos de su fichaje por el Manchester United. La operación se manejó con tanta discreción que tomó por sorpresa a todo México. Nadie lo esperaba. La estaba rompiendo a lo grande en la Liga MX y se podía pronosticar que no tardaría mucho en dar el salto a Europa, pero ¿tan pronto a un gigante como el Manchester United?
No se los habíamos compartido antes, pero tuvimos la oportunidad de verlo jugar en directo durante el Bicentenario 2010, que fue el torneo en el que dejó clarísimo que tenía condiciones para competir en campeonatos de mayor exigencia.
Sin ser simpatizantes de Chivas, pudimos disfrutar de sus partidos de local en dicho semestre, y el 14 ya era una espectáculo aparte. Sus desmarques para romper líneas defensivas, sus golpeos con ambos perfiles, su capacidad para suspenderse en el aire, su velocidad, su olfato como finalizador, y, sobre todo, su actitud.
El cabrón no paraba nunca. No dejaba de luchar. Se entregaba a tope para ensuciar la salida del rival. No es que se parara para vigilar, incomodar o estorbar, iba pensando en recuperar la posesión o en provocar que el adversario tomara una decisión precipitada.
A partir de ese semestre, por lo que aportaba con y sin balón, confirmamos que era jugador especial. Y si bien creíamos que construiría una gran trayectoria, mentiríamos si escribiéramos que pensábamos que, en su primera temporada como red devil, terminaría en el XI titular, marcando 20 goles, jugando una final de UEFA Champions League ante el FC Barcelona de Pep Guardiola, consagrándose campeón de Premier League y levantando el Sir Matt Busby Player of the Year (MVP del equipo).
Cuando aterrizó en Old Trafford, no era la segunda o tercera opción, era la quinta o la sexta. Estaban Wayne Rooney, Dimitar Berbatov, Michael Owen, Federico Macheda y Bebe. Y pudo con la competencia interna. Posteriormente, altibajos (sobre todo tras la marcha de Sir Alex Ferguson), como es normal, pero la imagen que dejó en el Manchester United fue gratísima.
Más allá de los 59 goles y las 13 asistencias en 8286 minutos -que son números espectaculares- dejó huella por cómo respondió cuando fue requerido, por su ética de trabajo y por ser capaz de rendir entrando en el XI inicial o viniendo desde el banquillo. Por eso, cuando volvió a pisar El Teatro de los Sueños, la afición se le entregó con una inolvidable ovación de pie (abril de 2019).
Su historia nos entusiasma e inspira muchísimo. No permitió que las barreras mentales con las que crecemos los mexicanos lo frenaran. Estando en Europa, no hubo reto que lo hiciera achicarse. Porque después de su gran etapa en Manchester United, llegó nada más y nada menos que al club más grande del planeta: el Real Madrid. Y ahí, aunque la aventura no se prolongó mucho, también respondió.
Compartió con monstruos como Sergio Ramos, Marcelo Vieira, Toni Kroos, Luka Modric, Karim Benzema y Cristiano Ronaldo sin ningún tipo de complejo. En su debut, par de golazos. Jugó en Copa del Rey, y marcó. Estuvo en Liga de España, y marcó en el Santiago Bernabéu y en aduanas complicadas. Y no se puede olvidar aquel gol ante Atlético en la UEFA Champions League. La noche en la que el Santiago Bernabéu se le entregó.
9 goles y 5 asistencias en 1358 minutos como integrante del RMCF. No convirtieron la cesión en un fichaje definitivo, pero por él, definitivamente, no quedó. Y cualquier madridista que siguió su etapa reconoce y aplaude la entrega/aporte la entrega del canterano del Guadalajara.
Luego de navegar en la élite absoluta del fútbol mundial, aceptó otro desafío: ser el referente ofensivo de un equipo de Liga TOP5. Y lo consiguió. En Bayer Leverkusen no fue el relevo de lujo o la variante finalizadora número uno, fue el hombre gol. Otra vez, marcó en todo lo que disputó: Bundesliga, DFB Pokal y UEFA Champions League. Hizo 39 goles y entregó 8 asistencias en 5783 minutos, siendo reconocido como Bundesliga Idol 2015, apareciendo en el XI ideal de la Bundesliga, haciéndose presente en el XI latino de la década y ganando 5 MVPs mensuales en un campeonato lleno de figuras. Casi nada.
Pudo continuar en Leverkusen, buscarse algún destino exótico, o aceptar el ofrecimiento de un club cuyo ambicioso proyecto -fuerte inversión en fichajes- sugería que se podían hacer cosas importantes. Guiado por su insaciabilidad, eligió el tercer escenario, siendo reclutado por el West Ham. La apuesta no resultó como se esperaba. Entre que el DT que lo fichó duró poco tiempo, que el colectivo no cuajó, que volvió el factor David Moyes y que fue perseguido por problemas físicos, no pudo disfrutar como lo hizo en su etapa previa en Inglaterra.
Igual, pese a todos los factores mencionados, convirtió 17 goles en poco más de 3000 minutos. Porque si algo garantiza Javier es eso: goles. Jugando mucho, jugando poco, estando al 100%, o estando lejos de su mejor momento, sus promedios goleadores están alejados de la normalidad.
Sevilla fue su última parada en el viejo continente. Dejó de lado el tema económico con tal de fichar por Sevilla. La operación se hizo por el interés del club andaluz, claro, pero también porque él estuvo dispuesto a hacer algo que pocos deportistas -y profesionales- harían: rebajarse la condición económica.
El inicio fue esperanzador, pero fue quedando relegado. Ni los goles que marcó en sus primeras titularidades fueron suficientes para convencer a un entrenador que sigue en la búsqueda de su delantero ideal. A estas alturas de su carrera (cumplirá 32 años en 2020), después de una década allá, y repasando la situación actual, es entendible que, tras muchos años sacándole la vuelta a los ofertones de la MLS, Javier haya aceptado.
Para nada es un retroceso. No vuelve como un fracasado. Al contrario. Forjó una de las mejores carreras mexicanas de la historia. Y, además, mientras cumplía sus sueños/objetivos, demostró lo que se puede conseguir si no dejas que negativas iniciales te definan, si crees en ti mismo y si impides que el entorno destructivo que abunda en México no te trunque.
Nunca nos dejará de dar risa cuando leemos que hace un post en plataformas digitales, y cientos de personas le replican con ‘ah, pero sigue imaginando cosas chingonas…’, JAJA. Seriedad, por favor. Si el máximo goleador histórico de la Selección absoluta de México (marcando en todo lo que ha disputado, por cierto), no ha dejado de hacerlas a lo largo de su camino.
De todas las grandes frases que ha dicho, definitivamente la que más nos gusta es: ‘perderle el miedo a todo, desde al éxito, perderle el medio a los cambios. Que no le tengas temor a la vida y que lo intentes. El ‘no’ ya lo tienes asegurado, con o sin intentarlo, entonces, tienes mucho que ganar si lo intentas». Nos fascina la frase per se, pero mucho más el significado que él mismo, a través de los años, le ha podido dar.
Se fue como una promesa mexicana y, a nuestro entender, volvió al continente convertido en una leyenda deportiva del país. Si tú no coincides con la etiqueta que le estamos poniendo, es muy respetable. En lo que sí no puede haber debate es que se trata de un completo chingón. Porque solamente los chingones son capaces de dedicarse a lo que les gusta, superar expectativas, remar contracorriente y cumplir sus sueños/objetivos.
Soldados eternos de Chicharito, el futbolista, pero mucho más de Javier Hernández, la persona. Y es que si Javier no fuera como es, Chicharito no habría llegado a dónde llegó. Ahora, que haga disfrutar a los aficionados de LA Galaxy y que él disfrute de la vida en Los Ángeles. Lo merece.