Sabía que en ningún otro sitio estaría tan cómodo como en la ciudad de Barcelona, donde ha construido una vida desde hace dos décadas. Sin embargo, tenía claro que quería salir del Barça. Por eso, pese a lo dramático que fue el momento en el que le dijo a su familia que su idea era marcharse, no se planteó permanecer.
«Cuando yo le comuniqué la decisión esta a mi mujer, a mis hijos, o asumirlo yo mismo, fue un drama bárbaro. Llorando, mis hijos pidiendo que no me vaya, que no se querían ir de Barcelona, que tienen su vida, su colegio, sus amigos; que no querían cambiar de colegio. Pero yo miraba un poco más allá y los últimos años que me quedan los quiero disfrutar, y competir por ganar la Champions. Siempre fue lo que quise durante todos estos años. Intentar de competir y luchar por ganarla. Después la podés ganar o no, porque la Champions es muy difícil, pero por lo menos competirla, y lucharla, y estar ahí. No lo que nos pasó en los últimos años, tanto en Roma, como en Liverpool, o con el Bayern Munich ahora», declaró, en la entrevista exclusiva que le concedió a Goal.
No se queda por deseo personal o por la postura de sus hijos, sino porque el presidente Josep Maria Bartomeu no cumplió ni con su palabra ni con el acuerdo que se había firmado. Se valió de la laguna generada por el cambio en el calendario (provocado por el COVID-19) para hacerle ver que solo lo dejarían ir vía cláusula de rescisión.
«Estábamos seguros que quedaba libre, el presidente siempre dijo que a final de temporada yo podía decidir si me quedaba o no y ahora se agarran a que no lo dije antes del 10 de junio, cuando el 10 de junio todavía estábamos compitiendo por la Liga en miedo de este virus este de mierda y de esta enfermedad que se alteraron todas las fechas. Y, bueno, este el motivo por el que voy a seguir en el club. Porque él (presidente) me dijo que la única manera de salir era pagar la cláusula (700 millones), que eso es imposible, obviamente; y si no ir a juicio. E ir a juicio es una locura. Yo nunca iría a juicio contra el club al cual amo, el cual me dio todo, el cual me ayudó desde que llegué, el club de mi vida. Tengo mi vida hecha en Barcelona. Crecí acá, lo viví todo, me dio todo, yo también di todo por este club. Y nunca jamás se me pasó por la cabeza terminar haciéndole un juicio al club para poder salir».
Ni su familia lo habría deteinido.
Se quedó porque lo pusieron entre la espada o la pared. O la cláusula o juicio. Y él no quiso que esto terminara en una batalla legal. Lograron que se quedara, sí, pero en una gestión sin códigos. Porque se valieron de un repentino cambio de fechas (provocada por una crisis sanitaria) para incumplir el pacto que se había alcanzado.