Invictos nació en verano de 2012. Éramos universitarios. Siempre fuimos positivos respecto al proyecto, pero jamás nos imaginamos el alcance y la duración que tendría.
Han pasado 10 años desde entonces, y acá seguimos. Mejor que nunca.
Apostar por el corazón y no por la razón fue la mejor decisión que pudimos tomar. No fue nada fácil y, la verdad, sigue sin serlo. Pero qué bueno que elegimos perseguir lo que más nos apasiona y construir nuestro propio camino.
Vivir de lo que te gusta y ser tu propio jefe es hermoso, pero no es para cualquiera. Es un reto constante, imparable. Mucho caos y mucho descontrol. Debes forjar una tolerancia a la frustración inmensa porque se van presentando obstáculos y amenazas que pueden interponerse en el crecimiento de lo que pretendes alcanzar.
Además, tus días cambian radicalmente. El concepto de fin de semana convencional desaparece, las comidas a deshoras se hacen más constantes, las desveladas aumentan y vives a un ritmo diferente a los demás (te metes a una aventura con horarios completamente impredecibles).
Hay contras, pero también un montón de pros. A Invictos le debemos y agradecemos muchas cosas. Una de ellas es que impactó en nuestra forma de ser, de dimensionar lo que vamos consiguiendo. Nos ha permitido valorar cada cosa que logramos.
Antes recibíamos cada victoria -especialmente en términos académicos- como algo normal, como algo que, dadas nuestras capacidades, teníamos que conseguir. Nada era motivo de festejo, sino era parte de lo que teníamos proyectado y dábamos por sentado que debía pasar.
Cuando arrancamos esto, la manera de ver la vida se transformó. Los triunfos cuestan tanto que se hace imposible no festejarlos y valorarlos. Cada logro sabe especial. Nos hemos hecho muy agradecidos porque, jornada a jornada, ustedes, con sus mensajes, nos recuerdan lo afortunados que somos.
El 2022 fue raro. Fue tan complicado como histórico. Iniciamos con una situación extracancha (personal) muy jodida. Hospital involucrado. Afortunadamente, todo salió bien, y el año se fue enderezando de una forma inimaginable.
Superamos los 6 millones de Likes en Facebook, alcanzamos nuestro primer millón -a lo Bacilos- en Twitter y sobrepasamos los 500 K en Instagram.
El 18 de julio, justo en el día del décimo aniversario, sucedió lo impensado. Comenzamos a recibir mensajes de futbolistas con los que hemos interactuado a lo largo de está década. Nos felicitaron Memo Ochoa, Edson Álvarez, Diego Lainez, Orbelín Pineda, Johan Vásquez, Chicharito Hernández, Fede Valverde, James Rodríguez, Marcelo y El Kun Agüero.
Lo que pasó ese día fue una locura y una caricia al alma porque nunca nos pasó por la cabeza que seleccionados mexicanos, que el goleador de un Mundial (y leyenda colombiana), que el máximo goleador histórico de nuestra selección, que el futuro mejor mediocampista del planeta, que el jugador con más goles en la historia del Manchester City y que el futbolista con más títulos en toda la historia del club más grande del mundo supieran de nuestra existencia, leyeran nuestro trabajo (aunque sea un poco) y se tomaran el tiempo para felicitarnos en un día tan significativo
Los siguientes meses fueron de preparación absoluta para el Mundial de Qatar 2022. Como muchos de ustedes saben, Rusia 2018 iba a ser nuestra primera Copa del Mundo viéndola en directo. No fuimos porque uno tuvo problemas con la documentación. Y el tridente va completo o no va. Así somos, así seremos. Juntos en las buenas, juntos en las malas. Juntos en el Mundial, o simplemente no hay Mundial para ninguno.
Pero en 2022 por fin se nos dio. Este año movimos lo necesario para cumplir la promesa que nos hicimos siendo niños mientras veíamos la final de Corea-Japón 2002. Fuimos a nuestra primera Copa del Mundo. Los tres juntos. Y la realidad superó la expectativa.
Seguimos recuperándonos de las caminatas kilométricas para entrar y salir de cada estadio, jaja, pero ir al Mundial fue una chulada.
Vimos a nuestra selección nacional. Vimos a la selecciona campeona del mundo. Vimos en vivo a Lionel Messi (varias veces). Vimos en directo a Cristiano Ronaldo (varias veces). Vimos a Neymar, Mbappé, Lewandowski, Modric y Antoine Griezmann. Vimos a Hazard y De Bruyne. Vimos a Fede Valverde, Darwin, Suárez y Cavani. Vimos a Virgil van Dijk, Frenkie de Jong y Depay. Vimos a Kane, Bellingham, Foden, Tchouameni y Giroud. Vimos a Ziyech, Hakimi y Amrabat. Vimos a todas las selecciones que llegaron a las semifinales. Y vimos partidazos históricos, como el Brasil vs Croacia, el Argentina vs Países Bajos y el Inglaterra vs Francia.
Lo soñamos, lo trabajamos, lo conseguimos. Y lo hicimos como equipo. A nuestra manera, pavimentando nuestro propio camino, sin meternos con absolutamente nadie, sin traicionaros y sin ningún atajo.
Carajo, volteamos hacia atrás y es demencial pensar que construimos la mejor y más potente comunidad futbolera en Latinoamérica. No nos da vértigo apuntarlo y no es presunción porque es así, es la realidad. Es un facto, como diría El Bicho.
Cerramos el 2022, nuestro décimo año siendo Invictos, con una sensación de plenitud absoluta. Y es que llegamos más lejos de lo visualizado (el qué) con nuestra propia forma y estilo (el cómo). Somos muy felices. Costó mucho, pero todo el trabajo que hemos hecho nos tiene un 31 de diciembre escribiéndole esta carta a millones de personas que, de una forma u otra, aprecian lo que hacemos.
No queremos llenar esto de spoilers, pero el 2023 apunta a ser un año icónico. No daremos a conocer muchos detalles, aunque sí un adelanto: si todo sale conforme lo estamos planeando, los lanzamientos que haremos marcarán un antes y un después en la historia de Invictos.
Ojalá todo se pueda consumar. Trabajaremos y nos entregaremos al máximo para que así sea.
Les deseamos lo mejor. No solo hoy, siempre.
Los queremos con la vida.
Y queda prohibido bajarse del barco, eh.
UNA VEZ INVICTO, SIEMPRE INVICTO.
POR UN 2023 LLENO DE SALUD, AMOR Y FÚTBOL.